Los pueblos, sujetos, no siervos de la economía

Informarse para ser libre

02/12/2011
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“Siempre hay que preguntar: la libertad, ¿para quién? Porque la libertad no es lo mismo para unos que para otros. En manos del poderoso, la libertad sirve para hacer lo que le dé la gana con los demás”(José Luis Sanpedro).
 
“Jesús dijo abiertamente que el antidios es el dinero. Esto no es de ningún marxista, ni de ningún teólogo de la liberación. Esto es del Señor Jesús: hijo de Dios y de María de Nazaret. Realmente, el dinero es el pecado, el diablo, la muerte” (Pedro Casaldáliga).
 
1.Quienes investigan, nos preguntan
 
La opinión pública y la salud democráticas de nuestros pueblos van descubriendo, en su aparente pasividad y anonimato, que la crisis viene de donde viene, urdida secretamente con protagonistas y finalidades ya indisimulables. Es hora de apuntar a la realidad y no seguir alanceando ingenua o interesadamente molinos de viento.
 
¿Quién determina la crisis que sacude a Europa? La pregunta es clave y más todavía si queremos responderla bien y acertar en la solución.
 
El mundo en que vivimos nos depara espacios de información y libertad que escapan al control de quienes desearían no existieran. En relación al tema de la crisis actual, son ya muchas las publicaciones críticas, pero puede ser noticia para muchos el libro (298 páginas, 7ª Edición, trece años de estudio), de Daniel Estulin, periodista, ganador de tres premios de investigación en EE.UU. y Canadá, que recoge datos, informes, noticias que ayudan a investigar las actividades secretas del Club Bilderberg y a comprender de donde vienen y por dónde pasan las decisiones que mueven al mundo.
 
Bilderberg es una organización internacional que incluye políticos, financieros y corporaciones multinacionales y que ejerce un gobierno mundial a la sombra, (sus gestiones a favor del público las lleva siempre en privado) con una reunión anual a la que acuden 120 invitados y en la que dictaminan cómo llevar a cabo sus proyectos. El autor saca a luz su lado más oscuro, ciertamente, que es lo que no se conoce y va describiendo con rigor dónde actúa y a quién controla (Gobiernos e Instituciones internacionales), en qué medida el terrorismo es promovido por los Gobiernos y cómo asegura la manipulación a base del miedo.
 
Lo nuevo del Bilderberg parece ser su ataque a los derechos de las personas y la democracia, pues disponen de amplios poderes de coacción y terror para acabar con la resistencia. Sin embargo, aplican refuerzos positivos más que negativos para frenar la rebeldía y el resentimiento y lograr que la población se someta sin sublevarse.
 
. El autor alerta contra la pasividad y rutina de cuantos creen que nada de lo que ocurre les afecta y apuestan por callarse. ¿Seguiremos como esclavos o libres?, se pregunta. “Es un dilema que nosotros debemos resolver”, responde. No sorprende pero da que pensar el gran dominio que Bilderberg tiene sobre los medios de comunicación y que le sirven cómplicemente. ¿Por qué esos grandes medios no hablan nada de esto? Todos parecen suscribir un pacto de silencio, nadie se atreve a hablar.
 
Bilderberg cuida hábilmente cómo romper la fortaleza psicológica del individuo, disminuir su coeficiente intelectual (a menor nivel intelectual, menos capacidad de resistencia) y cuenta para ello con la televisión y los programas “basura”.
 
La misión de Bilderberg de llegar a un dominio total es, para el autor, contra naturam, aunque no dudará en generar sucesivas crisis financieras, ambientales, guerras. Pero, ya a pocos convence de que sus guerras son para una mayor democracia , libertad y paz.
 
Un mercado único es el mercado globalizado, que requiere un sistema económico único globalizado, así como una cultura única globalizada. De esa manera, nuestras necesidades quedan todas ellas supervisadas por el Ordenador Global.
 
A pesar de todo, el autor apuesta por la esperanza del ser humano, que es la que le hace crear un soterrado y pertinaz movimiento de liberación contra esta opresión y de la que saldrá vencedor. Los pueblos se resisten a entregar su libertad, precisamente en un momento como el nuestro en que la globalización subordinada a una economía deshumanizada de élites, es una amenaza histórica. “La dignidad humana y la diversidad cultural que se entienden al momento en todas partes y no necesitan traducción, son algunos de los aspectos más valiosos de la tradición universal”.
 
2. Dignidad contra economía
 
Tras la información, la reflexión. Sabremos mucho o poco de economía. Pero los ciudadanos sabemos que la vida personal y colectiva es algo más que una combinación de acciones y números que nos permiten ganar o perder dinero.
Los señores de la economía, -esa pléyade servidores del capital- han equivocado su función por reducir el ser humano a economía. Y pretenden que nos encuadremos en ese molde sin rechistar.
 
Si sólo saben de números, de subida o bajada de la bolsa, de primas de riesgo, de bonos, de cobros de deuda usureros, es un problema que remite a reexaminar la atrofia de su personalidad, convertida en robot y que se propone, ¡maldita la gracia!, robotizarnos a todos. Les basa con que sepamos trabajar y consumir, en silencio, absolutamente conformados, y lograr que se cumpla el diseño economicista del nuevo orden internacional, y conseguir los objetivos de quienes, desde su obsceno bienestar, ven cómo se impone en todo el planeta.
 
Trabajar y consumir, sin desobedecer ni hacer valer otros anhelos ni perspectivas que sólo expresan gente desfasada, de metafísica trasnochada o de religión alienante. El progreso económico rompe ataduras de viejos valores , mitos y aspiraciones que ya no volverán.
 
Por donde se ve que el tema en cuestión no es la economía sino el ser humano, al que con todos sus recursos, especulaciones y secretismos quieren reducir a mercancía, como una baratija cualquiera.
 
Si, quienes deben contar con los financieros y economistas, no son capaces de hacerles ver que no hay economía válida que no sirva al ser humano; ni teoría económica válida que no sirva para resolver las necesidades y derechos básicos de cuantos formamos la especie humana; que la dignidad humana está por encima de la avaricia y de la prepotencia de una minoría; que las relaciones de unos pueblos con otros deben resolverse desde principios y valores que aseguren primariamente la justicia, la solidaridad, el respeto, la paz; que la economía debe estar supeditada a la vida humana, a la vida de cada persona, de cada pueblo, de cada nación, de cada continente , de la familia universal del planeta tierra; si no son capaces de hacer valer este orden, que no presuman luego de ser guardianes de la democracia, de los derechos y libertades humanas, de un orden internacional imprescindible, ni quieran persuadirnos por la buenas o por la malas hasta someternos.
 
No lo haremos. Porque hasta ahí no llega su poder. Y podrán espantarnos con el caos si no aceptamos ajustes, reformas y medidas que ellos imponen, pero darán contra un muro. La dignidad humana no es mercancía, ni se compra ni se vende. Si ellos no lo necesitan o lo necesitaban pero se han prostituido, nosotros mantenemos la dignidad que nos es natural, y no tienen fuerza ni argumento para convertir en rebaño la comunidad ni en mercancía la persona.
 
Hace tiempo que rebasamos la talla del mero materialismo, del racismo, del nacionalismo imperialista, del clasismo dominante; hace tiempo que nuestra evolución nos hizo ver otro horizonte, otra medida, otra forma de convivencia humana. La suya no vale repetirla, ha fracasado, pues no ha hecho sino frustrar nuestro progreso con enfrentamientos, guerras, sufrimientos y retrocesos.
 
Lo nuestro es ingénito e indeleble, que no se engañen. Y cada vez más se expande y se torna voz, demanda y derecho público. No podrán quebrar nuestra dignidad ni quemar nuestra moral. Su poder ni las toca.
 
Los nuevos señores del Orden Internacional lo saben muy bien. Hay cosas que ellos no han creado ni podrán manejarlas nunca, ellos mismos las llevan dentro aunque hayan apostatado y saben, por eso mismo, que se estrellarán y de persistir volverán a sembrar la injusticia, la desgracia y la guerra. Sus ideas son atávicas, fatuas, no se puede ir contra la historia. Y el tiempo lo escribe: pasaron las locuras imperialistas, racistas, nacionalistas y no pueden volver, disfrazadas ahora, de rescate o salvación economicista globalizada. Moverán resortes ideológicos, psicológicos, mediáticos, todo lo que quieran, pero no conquistarán ni un palmo del alma humana, invicta y superior a su codiciosa prepotencia.
 
https://www.alainet.org/fr/node/154413
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