Benedicto XVI y la histeria contrarrevolucionaria
- Opinión
Desde la visita del papa Juan Pablo II a Cuba (1998) las relaciones entre la iglesia Católica y el gobierno han experimentado una mejoría sustancial y constante. Por sobre desencuentros anteriores, principalmente cuando en los sesentas una generación de pastores se alió mayoritariamente a la contrarrevolución, ambos han construido relaciones de respeto y confianza durante más de una década. Ellas propiciaron un diálogo fluido, representado paradigmáticamente por el intercambio entre el presidente Raúl Castro y el cardenal Jaime Ortega, arzobispo de
En este contexto se inserta la próxima visita a Cuba, de Benedicto XVI, sucesor de Juan Pablo II, quien partirá en la mañana del lunes
De lo que no cabe duda es que tanto el gobierno cubano como la iglesia Católica local y el Vaticano desean que la visita papal redunde en la continuidad del diálogo y la profundización de las cordiales relaciones que se han forjado. Todo ello está sustentado ya por el acompañamiento crítico, responsable y constructivo de la iglesia Católica a los importantes cambios económicos, sociales y políticos que se producen para fortalecer y perfeccionar el socialismo cubano. Igualmente la estrecha coordinación, ya sea en empeños menores como en algo tan trascendental como la visita del pontífice con los preparativos de las dos misas masivas que oficiará en las Plazas de
Todo esto es motivo de gran contrariedad para una contrarrevolución que sólo desea la intervención militar yanqui en Cuba puesto que significa exitosa, pacífica y fecunda relación del poder con una importante fuerza de filosofía distinta, alegría popular no sólo de los fieles católicos sino también de los de ritos sincréticos que se identifican con la señora del Cobre, distensión y diálogo democrático. De allí la creciente histeria en las últimas semanas de la mafia de Miami y de la quinta columna de Washington en Cuba. ¿Cuánto estarán cobrando las mercenarias por cada marcha? La contrarrevolución de Miami ha llegado al extremo de condicionar la visita del obispo de Roma a que se sume a sus consignas antipatrióticas, o que de lo contrario la cancele. A pesar del apoyo que tienen de los desvergonzados pulpos mediáticos como CNN o The Washington Post, que ha llegado a acusar al cardenal Ortega de “socio” de Raúl Castro, todos los intentos por montar una provocación le han fracasado. La sola presencia del jefe de la iglesia Católica en Cuba, sin contar sus entrevistas con el presidente Raúl Castro, es una condena al bloqueo y no pueden soportarlo. No en balde el Arzobispado de
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