Occidente y otras fábulas evanescentes (I)
23/09/2012
- Opinión
Tal cual es, Occidente no subsistirá indefinidamente: se prepara para su fin, no sin conocer un período de sorpresas… Pensemos en lo que ocurrió entre los siglos V y X. Una crisis mucho más grave le espera; otro estilo se dibujará, se formarán pueblos nuevos. Por el momento afrontemos el caos (“La tentación de existir”: E. M. Cioran, Editorial Taurus, España, 1973, p. 33).
Como cualquier vulgar producto de supermercado, habitamos un planeta con fecha de caducidad. Úsese y tírese. Si Heidegger escribió una obra bajo el título “Ser y tiempo”, habría ahora que escribir otra, ésta vez, intitulada “Ser y basura”.
“Ser basura”. “Basura en el ser”. “El ser de basura”. “Los seres de basura”. Estos serían otros tantos títulos similares sacados de una extensa colección de obras futuristas acerca del destino del planeta tierra y de sus tristes habitantes.
Pero ¿Cómo hemos llegado hasta éste punto? ¿Cómo hemos hecho de la basura nuestra segunda naturaleza? ¿Cómo es que se arrugaron nuestras otrora brillantes promesas de progreso y desarrollo?
¿No era acaso el progreso ilimitado nuestra aparente predestinación?
“El “destino” no es más que una máscara, como máscara es todo lo que no es la muerte…”, dice Cioran (1). En otras palabras, no es nada confiable todo lo que indique un destino de gloria inextinguible.
Ello es así pues todo lo que existe debe dejar de existir. Desde una humilde célula y una bacteria hasta las galaxias, pasando por las civilizaciones…y por supuesto, pasando por la Occidental.
El supuesto destino de una “gloria inextinguible” para Occidente es una fábula de larga duración, la cual comenzó a gestarse con Nabucodonosor, se cristalizó con los pensadores de la Grecia Antigua del siglo V a.n.e., y se convirtió en proyecto civilizatorio entre los siglos XII y XIV, hasta llegar a su actual fase agónica de principios del siglo XXI.
Todo un ciclo u “onda larga” de cincuenta siglos. Un proyecto de cinco mil años de duración, tiempo en el cual ha estado dirigido por la idea de progreso como su principal “ley de vección”.
En éste contexto una “Ley de vección” puede entenderse como una estructura interna que apunta hacia un destino predeterminado. Y es éste artificio el que se ha constituido en el leit motiv del proyecto de occidentalización a lo largo de ésta descomunal corriente de centurias, que ha visto nacer, crecer, respirar, copular y morir a varios centenares de generaciones de seres humanos.
Si los pilares se derrumban el proyecto también se derrumba.
Wilhelm Stekel dice: “Entramos en la vida con un corazón hinchado de odio, y con grandes esfuerzos aprendemos a superar nuestros instintos salvajes y nuestras tendencias brutales y criminales” (2).
De allí que Merani comente lo dicho por Stekel: (…) “Por lo mismo, nunca podríamos constituir un ser ético por antonomasia, esto es un ser “bueno” que cae en el “mal”, sino que seremos siempre un ser “malo” que las circunstancias obligan al “bien” (3).
¿Pero qué sucede cuando las “circunstancias” comienzan a fallar? ¿Qué sucede cuando los frenos y las riendas que atan a la bestia dormida empiezan a debilitarse?
En términos del proyecto Occidental son al menos seis los principales pilares que históricamente lo han sostenido, los cuales ahora mismo están en franco y acelerado debilitamiento: la propiedad privada; la familia; el Estado; el patriarcado; el cristianismo; y el capitalismo.
Respecto al primero, la propiedad privada, es según Marx (4), el asiento principal de la enajenación. El capitalismo postindustrial o tardío del siglo XXI (o “capitalismo financiarizado”), está terminando de triturar éste pilar, pues la acelerada hiper-concentración de la riqueza en poquísimas manos está destruyéndolo por la vía de la expropiación, no sólo de las capas medias y capas populares del mundo, sino por la expropiación a los propios capitalistas que por miles caen en bancarrota (5).
La familia, el otro pilar, es más antigua incluso que la propiedad privada (presente ya en el neolítico), está igualmente en extinción. Su descomposición era ya bastante avanzada durante la primera revolución industrial en el siglo XIX, y se aceleró a lo largo del siglo XX. Lo poco que va quedando de ella la está destruyendo la globafascistización, la fase superior del neoliberalismo.
El patriarcado. Este pilar empezó a tambalearse con la Revolución Francesa, que vio como la mujer salía en masa de los tradicionales linderos de la cocina para ir a ocupar posiciones en las trincheras callejeras de combate. La Revolución Industrial le dio impulso a esa creciente participación de la mujer en asuntos extra-domésticos, y en opinión de Hobsbawm, fueron las necesidades urgentes de mano de obra extra durante el período de las grandes guerras masivas (la Primera y Segunda Conflagración mundial del siglo XX), las que en definitiva propulsaron a las mujeres hacia posiciones de visibilidad y liderazgo creciente como nunca antes en la historia de la humanidad… (6).
Como consecuencia de ello, hoy en día la preeminencia del otrora “macho todo poderoso” es una figura anacrónica en franca extinción, y ello también debilita al proyecto de Occidentalización, pues abate la vieja visión jerarquizada del mundo que lo ha vertebrado por siglos.
Siendo que la propiedad privada, la familia y el patriarcado han sido por siglos los principales pilares del Estado, éste se ha visto debilitado en grado extremo, al punto que el presente desarrollo del ultra-capitalismo dominado por una pequeña élite global (junto a sus poderosas corporaciones transnacionales), lo ponen al borde de la extinción real (7).
El cristianismo. Todos sabemos que éste ha sido uno de los pilares más básicos del proyecto civilizatorio de Occidente en los últimos dos mil años. Sin embargo, una serie de sucesivas y poderosas revoluciones sociales y políticas (la Revolución Francesa, la Industrial, la Bolchevique, y la Tecnológica), la han puesto al borde de la extinción.
Y, finalmente, el capitalismo, que ha sido el pilar de todos los pilares de la civilización occidental en los últimos cuatro o cinco siglos, experimenta una desestabilización que lejos de ser coyuntural es estructural (su fase final según Wallerstein) (8), con lo cual al proyecto Occidental se acerca a su momento de capitulación.
En virtud de todo lo anterior, cabe preguntarse: ¿Cuál es la implicación inmediata que se deriva del acelerado debilitamiento/colapso de los pilares fundamentales de Occidente?
Una mirada abarcante de cinco mil años proporciona una envidiable perspectiva, con la cual se hace más fácil responder a la pregunta planteada.
A lo largo de éste prolongado lapso, la naturaleza ha puesto la geografía, mientras que el proyecto de occidentalización (en nombre de la “historia”), ha puesto la guerra, su principal eje y motor transhistorico.
Eduardo Galeano lo ha dicho a su manera: “Dios nos ha enseñado geografía a través de las guerras de conquista” (9). Y ya Marx desde el siglo XIX lo había anunciado: “La violencia es la partera de la historia”.
Esta naturaleza real y seminal que se encuentra subyacente debajo del manto conocido como “historia de la humanidad”, hasta ahora se había escondido más o menos espléndidamente, detrás de la engañosa máscara de la figura social (la familia, el patriarcado), de la figura religiosa (el cristianismo), de la figura política (la democracia), y de la figura económica (el capitalismo), todas ellas creadas supuestamente para el “beneficio de las mayorías”.
Empero, al debilitarse éstos pilares al proyecto de occidentalización no le queda más que mostrarse tal cual es, sacar su verdadero y terrible rostro.
Y el verdadero rostro no es otro sino la guerra, la savia de ese abominable cuerpo por la cual ese proyecto civilizatorio ha respirado y transpirado durante cinco mil años.
Quizá por ello Cioran nos dice: “Una civilización no existe ni se afirma más que por actos de provocación” (10).
Quizá por ello, además, nos dice que Occidente se prepara para su fin… un fin brutal y violento podríamos añadir nosotros, en el cual corremos el riesgo de ser arrastrados hacia la extinción, hacia la evanescencia que viene con el holocausto nuclear.
Fin de la primera parte.
Notas:
(1): Cioran, Op. Cit, p. 174.
(2): W. Steckel, citado por Merani en: “Freud y el talmud”. A.L. Merani, Editorial Grijalbo, México, 1974, p. 76.
(3): Merani, Op. Cit, p. 76.
(4): Ver: “Los manuscritos económicos filosóficos”: versión digital: (http://www.vive.gob.ve/archivos/textos/manuscritosecon%F3micos.pdf).
(5): A este proceso en el cual grandes capitales son devorados por otros más poderosos, algunos estudiosos le denominan “autofagia”, del cual, el “Caso Madoff” (el fraude especulativo más grande de la historia contemporánea llevado a cabo por un solo especulador), sería apenas un caso rutinario en el sistema-mundo capitalista.
(6): “Historia del siglo XX”: Eric Hobsbawm; Editorial Crítica, Barcelona, 1995, p. 52.
(7): Una pequeña ilustración del fenómeno citado. Ya en 1995, un estudio de UNRISD (agencia de las NNUU), observaba que tan sólo la Nestlé tenía ingresos anuales superiores al PIB anual de varios países suramericanos juntos.
(8): Ver: “Wallerstein y el fin del capitalismo” (http://www.voltairenet.org/El-fin-del-capitalismo-segun ).
(9): “Espejos”; E. Galeano: sigloxxieditores.com/galeano/).
(10): Cioran, Op. Cit. P. 27
- Sergio Barrios Escalante es Científico Social e Investigador. Editor de la revista Raf-Tulum y activista por los derechos de la niñez y adolescencia en la Asociación ADINA.
https://www.alainet.org/fr/node/161166?language=en
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