Las costuras
09/01/2013
- Opinión
Mientras Hugo Chávez Frías continúa librando su tremendo combate los oposicionistas ahondan cada vez más el foso que los separa del pueblo. Su característico desprecio a los sentimientos, opiniones e intereses de éste se muestra hoy en su mayor evidencia. Su problema no es cómo garantizar el cumplimiento de la voluntad popular, sino cómo encontrar subterfugios, trampas y recovecos leguleyescos para burlarla.
Se trata de una situación de esas que contribuyen a educarnos. Entre ellos hay quienes se autodenominan democráticos y se arrogan la condición de guardianes de la democracia, para los cuales lo que no se inscriba en el marco de sus formulaciones es “anti” de modo inexorable. Así mismo, y hasta ahora imprimiendo su sello, conforman ese bloque quienes no creen en zarandajas de ese tipo y lo suyo es fascismo abierto y violencia ilegítima.
¿Por qué es posible tal entente de fascistas y “demócratas”? Porque la cuestión de fondo hay que buscarla, no en el terreno de las ideas o las creencias, sino en el del interés clasista subyacente.
La democracia de ellos, bien denominada burguesa, posee una doble condición: contiene derechos y libertades que no son dádivas de la clase dominante sino conquistas arrancadas tras duras luchas por los explotados y oprimidos, y es ése su rasgo democrático; y traza límites, en la medida de la fuerza que detente, para minimizar o anular esos logros, sobre todo cuando siente en riesgo su dominio, y es ése su carácter burgués.
Y es precisamente por esto último por lo que la colusión oposicionista se ha producido. La Revolución Bolivariana retó su dominación y ellos han recurrido a toda clase de armas, en sentidos propio y figurado. Al diablo las poses democráticas. El pueblo ha recuperado buena parte del poder que los explotadores le habían arrebatado, y el complejo imperialismo avasallador-oligarquía desnacionalizada ha cometido todas las tropelías conocidas y busca ahora una rendija en el entramado constitucional, para usarla como pretexto de una nueva acción perversa. Sólo que la Constitución, de la mano del Pueblo –de paisano y en armas–, está blindada, y apoyándose en ambos también lo está el Gobierno.
Se ven aquí las costuras de la falsa democracia. No puede existir ésta realmente en una sociedad dividida en explotadores y explotados. Sólo el socialismo se propone superar esa división, y por consiguiente sólo con él la democracia verdad es posible, como sólo es posible el socialismo con la democracia verdad.
Entre tanto, feliz año de combate, para todos menos para el bloque imperialista-oligárquico, y ¡arriba presidente Chávez!
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