Crisis integral del sistema capitalista
El laberinto vigilante de la dominación política
28/11/2014
- Opinión
Edward Snowden:“He estado en los rincones más oscuros del gobierno, y lo que temen es la luz”.
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El capitalismo durante su crisis, agravada a partir del 2007, elevó la operatividad de su vigilancia política que deslastra de la inversión social a su acopio parasitario.
Se observa críticamente a esta idea en su relación con la dominación imperialista; esbozando algunas conclusiones.
1. El orden que soportaba a la clase media se evapora en la vigilancia imperialista.
Las entidades administrativas y del funcionariado tradicionales, en el contexto neoliberal son arcaicas[1](1). En el siglo XX el capitalismo gestó a la inteligencia como cultura del "trabajo para toda la vida". A los posibles espías se les echaba el ojo ya desde las aulas; proveyéndoles de una prebenda inconcusa bajo supervisión, que garantizase el camino recto hasta el reloj de oro y la pensión. Al menos en los 50’s y primera mitad de los 60’s del siglo pasado; coincidiendo con aquel periodo capitalista de acumulación larga.
El rebote neoliberal de los 70’s desreguló los mercados laborales proscribiendo al sindicalismo y a la cepa de la izquierda política dentro una guerra cultural desatada por los ricos contra los trabajadores y las periferias sociales durante el acopio parasitario de plusvalía en medio de la financiarización global. Sus efectos se extienden a contextos político-económicos a contracorriente del capitalismo.
Esa inestabilidad se mal discierne como normal. Vegeta un trastorno del futuro ante la crisis de la norma social del empleo cebándose en las periferias. Los jóvenes son más con relación al total de personas sin trabajo. Estas consecuencias obligan a reajustar la económica a tono con esa agudización del sistema. Agrava tensiones en la reproducción socialista donde no pocos individuos las observan sin el grado de discernimiento suficiente en su cultura política. Se debe observar críticamente cómo evolucionan los modos en que la dominación imperialista intrincó a una vigilancia inédita sobre la sociedad.
¿De dónde emerge el “gremio” de los contratistas conectados --the networker--, cuya esquizofrenia les autoinfiere gestores de una actividad multi-auto-gratificante, manifiesta en algún intercambio económico valioso, aun si temporal, dentro del ciberespacio como vigilantes (en realidad) vigilados? [2](2)
Son la norma del errante-laboral por el mundo en las empresas de servicios deslocalizadas bajo tercerización que gestionan ejércitos privados de ocupación, teams subversivos para el aceleramiento de las revoluciones “naranja” con que desmantelar gobiernos incómodos; de construcción, montaje y desmontaje de casi cualquier cosa; grupos que se mantienen si hay trabajo efectivo y solo por ese tiempo. en el empleo temporero sin representación legal.
En las cavilaciones de ciertos especialistas cubanos “de pasillo” en recursos humanos tañe a herramienta ideal por despolitizable; pero tercerizar significa que tareas como la vigilancia sean realizadas por empresas contratadas por otra que se ahorra la inversión, debido a una perspectiva bidireccional: reducir los costos y aumentar las ganancias evadiendo cargas legales. Se arriesga la vida del contratado en tareas peligrosas sin asumir la responsabilidad necesaria ni el respeto por su seguridad. Se labora en otro lugar físico para dividir a los contratados. Propicia la promiscuidad entre distintas escalas salariales y tareas similares, para que la competencia prevalezca por sobre la solidaridad y la cooperación. Se busca el disciplinamiento desindicalizado que neutralice reclamos para revertir a esa precariedad. Es la tercerización o privatización “deslocalizada” de las guerras, conveniente a las élites auto-secluidas del capitalista colectivo en su acopio parasitario. Desde sus territorios élite la “pulcritud” volatiliza a los intrusos que son discretamente eliminados por esa tercerización mediante dispositivos electrónicos de su vigilancia.
Para alguien calificado o no, que se "lanza" sin comprobar si tiene o no agua la piscina, nada es "fijo" dentro del mercado deslocalizado. Abandonan sus países de origen como errante laboral a merced de los intereses imperialistas. No solo porque en sus espacios de origen tampoco hay posibilidades de trabajo y desarrollo personal; a su vez esa entelequia neoliberal es deleitosa. El robo de cerebros en no pocas ocasiones se analiza con banalidad canallesca, por mal politizada o despolitizada.
La hegemonía angloestadounidense exacerba los enfrentamientos entre grupos dentro de, y entre países “periféricos” con que apalancar a la insustentabilidad durante la reproducción social; priorizando a los “proclives” a enfrentarse a su hegemonía. Dicho apalancamiento es vital a su dominación. La guerra cultural está blindada por una estructura bélica que el gobierno angloestadounidense garantiza en la venta de pertrechos de su complejo militar industrial; y acólitos como la OTAN o alguna empresa contratista como recursos humanos.
Las empresas “deslocalizadas" en su acopio parasitario, dejan en la calle al más pinto al cierre del balance de un cuatrimestre. Ofrecen sin garantías un hardware portátil, una mesa compartida, o trabajo en la casa ahorrando activos fijos tangibles.
Esto significa que la NSA y los que bracean con ella en la sopa de acrónimos del complejo de inteligencia angloestadounidense dependen cada vez más de nómadas sometidos a la rotación imprevisible de personal. La demanda emergente de trabajo (tercerizado) para la seguridad incluye a la privatización de las guerras con temporales/transeúntes casi siempre sin sentido de la lealtad corporativa, mediante organismos como la USAID.
Desde la norma angloestadounidense de libertad en la desigualdad, un compromiso efectivo con el vigilado contratado para vigilar, peligrosamente puede convertirlo ipso facto en “usufructuario” circunstancial de alguna porción del poder político. Se culturiza, entonces, el ciber-trabajo que se manifiesta en los flujos de especialistas jóvenes que van a su aire tras la solución de una “mejoría” material y social, con la condición de “despolitizar” su acceso a un contrato temporal; “carne de cañón” para la vigilancia vigilada del, o los otros; o para la subversión interna en sus propios espacios de origen. Las estrategias de asedio imperialista contra “estados fallidos”, movimientos sociales incómodos, o personas políticamente inconvenientes utilizan a dichos contratistas sometidos al subempleo-errante, pero vigilado, a cambio de mejoras económico financieras, en contextos bajo tensión por insustentabilidad material o política.
Existen reglas de comportamiento cultural e interpersonal cuya violación supone un coste social. La lealtad, que es biunívoca; y el sentido jerárquico. No son inmutables, los superorganismos contratistas no las obedecen. Se tiende a pagar con la misma moneda cuando existe inseguridad del estatus relativo. Encajar desaires lleva a represalias, y tales organizaciones pueden menospreciar o lastimar el ego de un empleado. Si los lastimados carecen de lealtad es debido a que, en su expansión histórica la cultura (política) del capitalismo durante generaciones demolió metódicamente las escalas sociales, socavando al sentido de pertenencia hasta lo impensable. La realidad efectiva de la cotidianidad capitalista está sometida a un laberinto de vigilancia que, circunstancialmente, lleva el nombre del empleado-errante lastimado que se pierda en él. Alguien punible en hijo de “nadie”, candidato a prescindible –desde la memoria incómoda de Daniel Elsberg-, sea clasificado como Snowden, Manning –entre quienes se sublevaron contra el sistema-, o algún otro tercerizado políticamente “independiente” entre los hundidos hasta el cuello en la excrecencia histórica del sistema. Ese laberinto vigilante lo terceriza todo; pero las “deslealtades” implican a conflictos graves dentro de, o contra el grado pertinente de cultura política. No son una simple venganza individualizada de la majadería juvenil.
La adhesión a ese acopio parasitario imposibilita al discernimiento intelectivo, a la autoestima personal y subjetiva en su sano juicio, sometidas. La vigilancia vigilada sin correspondencia biunívoca destroza a dicho sometimiento cuando el afectado (sobre todo si joven y en medio de las contradicciones del sistema capitalista en crisis), tropieza con los genocidios, con los escándalos del cinismo que manipula a los individuos dentro del calendario capitalista, donde las “leyes” contra le integridad de los seres humanos rebasan al colmo de los crímenes silenciosos que la dominación histórica burguesa, puede, tras disolver en el terror todas las relaciones humanas, convertir en otro genocidio si la resistencia contra ella cede. La vigilancia vigilada deviene en angustia existencial –en ocasiones insoportable-, si se gana conciencia de que la primera víctima es la libertad del tercerizado que vigila mientras es vigilado.
El capitalismo acapara desde su vigilancia del mundo porque la intelige como una aporpiación, también parásita, de todo lo acumulable posible que pueda convertir en capital.
2. El sueño de la “clase media” hiede a chamusquina
Del orbe con su médula en Wall Street leva anclas el colmo de esa potencia social autónoma en expansión.[3](3) Bancos y banqueros se implican solo consigo mismos. Al desregular y deslocalizar a la angloestadounidense germinó una economía de casino acopiando capital parasitario, precarizando al mercado global del trabajo, privatizando a los fondos de pensiones. Criminalizando a las mayorías para salvar a los bancos; el capital y su acopio parasitario fomentan a la vigilancia imperialista.
Aquella reforma financiera ofrecida por Obama para “frenar el caos” mundializado está más muerta que Elvis (Presley)[4](4). La insolvencia masiva a una escala bíblica provocó el “pánico de liquidez”. El fraude fue (es) habitual en los negocios incitando a los prestamistas a suscribir créditos insustentables. ¿Qué esperaría, entonces, un contratado tercerizado y temporario sumido en el sueño infausto del cibertrabajo vigilante-vigilado, que ignora los efectos demoledores de los préstamos NINJA[5](5)? La cadena nutricia de los bienes raíces comienza con algún “ingenuo” como intermediario desde una oficina improvisada en el cuarto de su casa[6](6) para inducir a los prestatarios a solicitar créditos que no pueden permitirse e incrementarle recompensas al intermediario. Los bancos de crédito crearon unos “productos” financieros llamados “bombas de neutrones”hipotecarias conque “matar” al prestatario dejando en pie a su vivienda.
Los bancos estadounidenses –durante la vigilancia imperialista-, son el clímax del fraude crediticio global sin precedentes históricos. Mayúsculo aquelarre en la historia financiera paso casi inadvertido hasta para los espacios a contracorriente del capitalismo de donde un porciento no despreciable de jóvenes emigra hacia algún Leviatán. Hay que tener presente a la hiperkinesis subjetiva sometida a la “victoria cultural” del capitalismo que despolitiza al reajuste radical socialista del modelo cubano actual bajo el colimador de la plutocracia global que disipa a la lucha de clases como estrategia; para que lo “lógico” sea salirse. La clase media que no puede emigrar en masa le exige a sus países de origen beneficios económicos despolitizando al discernimiento cultural efectivo en los intereses de alguna (ultra)derecha; aunque esta no esté en el poder. En Cuba la crisis de los 90’s provocó una “pirámide social invertida” y sus consecuencias. Se pronostica que la mitad de los empleos en los EE.UU. desaparecerá en dos décadas. ¿Cuál es el control de ese laberinto vigilante sobre una clase media de la que quiere deslastrarse?
Los sucesos intermediados por la operatividad de esa vigilancia apuntan a la disminución del compromiso político de la plutocracia imperialista con una clase media que ve implotar a la frontera que la separa del trabajador -del obrero simple victima de crisis actual-, demarcatoria entre esa plutocracia y los “revoltosos sociales”. Por ende, zócalo de una burocracia corporativista y multiuso. Se observa durante las “revueltas de la clase media” en los últimos tiempos, que han recorrido literalmente el mundo entero desde los Estados Unidos a Brasil y los países árabes. Rusia y Ucrania. Estas revueltas tuvieron rasgos en común; pero no en sus agendas políticas. Lemas democráticos fueron mezclados con demandas sociales progresistas para las mayorías; en otras esos lemas se adulteraron por un primitivo egoísmo de grupo convirtiendo a la retórica democrática en cobijo para esquemas que han sido claramente antidemocráticos, en dependencia de hacia dónde se inclina la balanza bajo el monitoreo de esa vigilancia.
Tal incongruencia no es casual. La posición de la clase media en la sociedad actual es muy precaria en su grado de cultura política pertinente. En correspondencia con la disminución capitalista en la inversión social oscila de izquierda a derecha. En los países del “centro” capitalista es posible que las revueltas de la clase media sean, no pocas veces progresistas; en la periferia pasa al revés. Donde mayor es la clase media y más consciente es de su posición, como temporarios contratados, hay menos espejismos en sus perspectivas. Más estrecha en la periferia -y semiperiferia-, tiende muy a menudo a ilusiones elitistas, a creerse en riesgo no por las reformas neoliberales, sino por las protestas populares que pueden perjudicarla en el reparto preferencial de la riqueza. Bajo una autoestima que sobrevalora sus propias capacidades corresponde a un cúmulo de ilusiones y mitos, que cuanto más periférica es la economía de un país más ridículas son. La vigilancia imperialista condena al border que semantiza a la clase media a una hiperkinesis chiflada; lo batuquea hacia el acopio parasitario de plusvalía en la polarización insoportable durante la distribución de la riqueza deslastrada de la inversión social. Y sin esa inversión la clase media es improbable. Los bancos capitalistas ya no la “fabrican”, sino que la desfalcan hasta que reviente.
El sistema apeló al placebo salarial; los mejor remunerados accedían a un grupo compuesto por comerciantes, empresarios y propietarios rurales con fortuna limitada; propagando el engaño de una “clase media" en ascenso. Pero el meollo no está en las percepciones salariales, sino en la relación con la propiedad de los medios de producción. Se es un asalariado de cuyo sueldo el dueño saca su plusvalía. Para algunos que creyeron haber dejado atrás al proletariado y no vieron la realidad, la crisis sirve para devolverles su lugar en la pirámide social del capitalismo y su apropiación de la plusvalía sobre trabajo ajeno. Sin tal apropiación el sistema es improbable. La clase media está sobre-endeudada y eso la veta de una mayor concesión de créditos de los bancos comerciales; acercándola al estatus del trabajador simple. No sólo los insolventes han comprado más de lo que pueden pagar; los bancos comerciales durante el aumento del coste financiero de capital y el retroceso de la demanda en los mercados para sus productos, sufren una fuerte caída de la tasa de beneficios.
Si una praxis de izquierda soporta al grado de cultura política anticapitalista pertinente puede realizar un cambio radical de la reproducción social, que deje atrás a una porción de la clase media. Cuando el proyecto entra en problemas o deja de avanzar esa porción de la clase media gira abruptamente a la (ultra)derecha; incluyendo a quienes no pertenezcan a ella pero aspiran a, o se “sueñan” insertos. Lo que es aprovechado por esa vigilancia. Se semantiza como laberinto desde su capacidad para hacer que esa porción de la clase media y quienes están por debajo de ella, pero la sueñan, se extravíen por el atajo al retroceso social y político. Cuántos middle-class integran las protestas contra el grado de socialización “inconveniente” de sus países, a cambio de migajas provenientes de las “sobras” que dosifica ese laberinto vigilante imperialista. Y cuántos tienen conciencia de que tales “sobras” les son arrebatas a los exiguos bolsillos de los ciudadanos de a pie en la centralidad capitalista. La cultura política de la clase media deviene reaccionaria y cierta izquierda, a su servicio, no solo desorienta y confunde; además, incentiva a los intereses de la reacción. Esa misma clase media es víctima porque la deslocalización vigente no tiene previsto salvarla; sino consolidar al laberinto vigilante echando mano a contratistas (sobre todo jóvenes), que a fin de cuentas provienen de los restos de esa clase media en trance de desamparo.
La supremacía codicial angloestadounidense domina a los sistemas no anglos. Su cultura se camufla en la cotidianidad global que su posición hegemónica le expedita, cuando trastorna a la acumulación histórica con la que una sociedad (otra) se articula. La polarización de la riqueza hecha potencia social autónoma lo exige. Cada espacio en la reproducción social es acopiado por esa vigilancia mediante seguimiento electrónico de pasaportes con identificación biogenética que incorpora a un banco de datos centralizado en Estados Unidos a disposición de los servicios migratorios. Snowden advirtió lo improbable de que alguien nacido en el siglo XXI llegue a conocer, alguna vez, la vida privada.
El uso excesivo del teléfono celular arruina a la privacidad. Y le expedita su labor a esa vigilancia.[7](7) La autoestima vejada en la ostentación es un, muy codiciado, valor social de cambio. La crisis interna reflotó, en Cuba, al exhibicionista sin idea de que la pérdida de la privacidad equivale a la de autoestima. La cotidianidad hegemónica angloestadounidense emplaza escáneres en los aeropuertos. En la Habana quizás no pocos desconozcan que los Estados Unidos tienen al mayor número de personas bajo ciber-vigilancia del mundo.
El desplazamiento de lo que serían las NTIC’s, desde el sector militar hacia el espacio civil de un capitalismo neoliberal, no fue sino la deslocalización tercerizada de esas funciones militares conque expandir a su vigilancia, sin que los sujetos se percibiesen vigilados. El término sociedad de la información o del conocimiento es el soporte teórico de la tecnofilización cultural del control por parte de la hegemonía imperialista. De paso la gente “sobrante” tiene acceso a algunos de esos avances tecnológicos, pero monitoreados por temporarios subordinados a empresas contratistas como ciber-rascabucheadores, o elegibles de las periferias que estén decididos a insertarse en el funcionariado de esa vigilancia. Hoy disponemos, como si de un "acto de justicia social", de analfabetos funcionales interceptables.
La desaparición “accidental” de medios de transporte y personas en un radio muy extenso y complicado del cielo, el mar y la tierra en que está implicada esa vigilancia, mediante la tecnofilización de la cultura durante la producción mercantil de pensamiento que soporta al poder político angloestadounidense y a la deslocalización de sus empresas contratistas tercerizadas (y bases militares) para la privatización de las guerras, es un conflicto que genera tragedias, secuestradas en las oficinas secretas de sus agencias.
El 17 de julio de 1996 el vuelo TWA 800, con 230 personas a bordo, salió del aeropuerto Kennedy en Nueva York rumbo a París. A los 12 minutos inexplicablemente explotó en el aire.[8](8) Se relata que por debajo y a unos nueve kilómetros al norte del avión de pasajeros volaban un helicóptero Blackhawk y un avión HC 130 de la guardia costera. La fragata Adak 16 kilómetros al sur y el crucero Normandy (con misiles superficie-aire Aegis) a unos 120 kilómetros más al sur. Entre el crucero y el punto del accidente se localizaban tres submarinos (dos de ataque y uno con misiles estratégicos). La noche de su explosión ese vuelo comercial estuvo bloqueado por ocho naves militares; de ahí que se consideró una hipótesis alternativa la del pulso electromagnético (PEM), que se manifiesta en la emisión de energía electromagnética de alta intensidad capaz de destruir los sistemas eléctricos y electrónicos de muchos equipos. Se confirmó la presencia de un PEM en el centro de la zona donde ocurrió el “accidente”. Es decir, que no es improbable su derribo. Las fuerzas navales y de aire angloestadounidenses pueden destruir un avión con algún misil guiado por radar, ello explicaría la ausencia de segmentos grandes del fuselaje y la destrucción de cajas negras y los dispositivos ELS del avión.
Mientras mayor sea la debilidad política de una hegemonía más abstracta la implicación de su vigilancia sobre lo otro, o los otros. Su poderío deviene en impotencia. Así sucede con el imperialismo angloestadounidense. El incremento y sofisticación de su laberinto vigilante puede percibirse como señal de agotamiento, en su capacidad hegemónica, que provoca “errores”. Una vulnerabilidad de esa índole es intolerable. Lo mejor es guardar absoluto silencio acerca de sus eventos.
3. La “ventaja” cultural de la vigilancia imperialista.
Al capitalismo le urgen individuos que se ciñan a su esquema productivo sin cuestionarlo; y no les preocupe vigilar siendo vigilados.
La dominación política imperialista patrulla a todo el mundo humano reductible; descifra orígenes y les aplica algún "reajuste" mediante la reproducción social. Comparte información con sus aliados espiándolos a ellos mismos. Si se observa críticamente a los valores esenciales dentro del actual modelo socialista cubano, toparemos con trazas de esa vigilancia deslocalizada para subvertirlos; difícil de desmantelar porque concentra toda su intensión en forzar una estratificación ventajista de la sociedad “hostil”. Ciertas acciones de movimientos sociales exigen redistribución justa de la riqueza sin apelar a la toma del poder político para el desmantelamiento de la reproducción capitalista. Obvian a las revoluciones ante el “temor” al poder político no socializado; casi un entuerto.
El reajuste neoliberal capitalista controla el acceso al conocimiento para los excluibles por ser potencialmente portadores de la confrontación antagónica en la lucha de clases, lo que los convierte en "no confiables"; las universidades acopian para la plutocracia capitalista. Y a su vez, forman al funcionariado que garantice continuidad al sistema; deslastrándose en lo posible, de paso, del compromiso con una burguesía media como frontera social y política.
Algunos papers académicos abren el marco futurista de un capitalismo tecnocrático como el más alto grado de cultura posible, contra el ejercicio de un pensamiento conflictivo para el sistema. La animadversión “indiferenciada” contra la violencia; el refugio en, o el regreso acrítico a la fe religiosa divorciada de los asuntos y problemas sociales, prefijan teleológicamente al futuro burgués como predestinado. Se habla de una posible idoneidad cultural para ser, pasivamente, vigilable. La academia angloestadounidense genera una producción mercantil (de teoría) que se des-comercializa con rapidez. Hay una interacción innegable entre el poder (político), la producción de conocimiento, y el laberinto vigilante imperialista; en tanto, hegemonía.
La producción de conocimiento es producción cultural de poder político para el ejercicio de la dominación. La producción de cuerpos dóciles es una necesidad de la dominación capitalista para el acopio incesante de plusvalía, y el control vigilante del medio donde trascurre la biodiversidad existente. Por ahí se aproxima la noción imperialista de que sobra gente en el mundo y el problema debe ser sometido a su racionalidad colonizadora. Aceptar la existencia de personas que políticamente valen nada; el de los Estados Unidos es un gobierno que produce y socializa una cultura política profundamente anti-intelectual bajo vigilancia permanente.
4. El laberinto para una insuficiente rectificación radical socialista posible
Ese laberinto vigilante ha instalado una despolitización que legitima al individualismo ajeno a los compromisos sociales y a la cultura política. Apático con lo anticapitalista en lo económico.
En el ámbito internacional, la clase trabajadora perdió protagonismo durante las últimas décadas para organizar y determinar al mundo trastornado por la temporalidad laboral vigente; manifiesta pasividad subjetiva e insuficiente grado de cultura política frente al capitalismo en crisis que reajusta a su poder sobre mayorías despolitizadas.
Las personas por ejemplo, en Cuba, aún ocupan demasiado tiempo en el horario laboral sin que esto se revierta en una socialización productiva ética y eficiente, debido (entre otras razones) a que no pocas plazas laborales estatales están ocupadas por quienes perciben sueldos tan improductivos como rentas; a pesar de la evidente insustentabilidad salarial.
El acopio rentista de capital improductivo por un estrato de la población, habitual en el capitalismo de mercado, se expandió a través de esa interacción mercantil “libre”. Alcanzando su clímax en el riesgo para la sustentabilidad social que representan los burócratas de casta –esa clase media nativa-, con ingresos relativamente modestos pero acreditados para incluso, “mediatizar” disposiciones económicas que puedan “rozar” con aspereza a nacionales o extranjeros con capital privado acopiado –a veces mediante cualquier vía-, buscando incidir sobre tales disposiciones. La rectificación radical socialista exige una contraloría colectiva empoderada. La decencia de los individuos le es decisiva. Aún nos acosa la molicie intelectiva que impide pensar críticamente al modelo cubano socialista posible contra esa vigilancia imperialista.
Las culturas durante una crisis política tienden a suprimir lo que amenace a la estabilidad de sus límites, a restringir al comportamiento inteligente. Se mueven y actualizan a través de relaciones intersubjetivas, hoy bajo la vigilancia para la unión en la dominación imperialista que pretende controlar el comportamiento social.
Una rectificación socialista radical posible, debe enfrentarse contra los polvos del orden capitalista desmantelable –Miami aún insiste como referencia a una porción incómoda de la memoria histórica. Durante la crisis (aun si para el cambio) de valores se retrocede hacia referentes burgueses que vigilan desde ella. En algún momento de negligencia política se le retorció el cuello a la cultura como a una gallina; lo que no impidió el reajuste de los referentes imperialistas.El capitalismo acopia de, y somete a la bisagra entre acumulación histórica y modelo de sociedad. Su vigilancia blinda a ese proceso con la coerción militar. La incultura política es letal; siempre se está colimado por esa vigilancia; que antes de patrullar asesina.
La sumisión cultural es la última frontera de esa vigilancia política sobre la reproducción social. La coerción imperialista deslocaliza a esa última frontera. Y debido a la imposibilidad histórica de humanizar al capitalismo, mientras ésa frontera se expande arrasa con todo; aun con lo que se le someta. El rechazo abstracto a la violencia demoniza a los que combaten, combatieron, murieron y aún se sacrifican en defensa de la vida y los derechos elementales de los seres humanos y la soberanía de sus pueblos. Mientras la “pax” imperialista -el hambre y los bombardeos contra los civiles y los hospitales-, abstracta le expedita horizonte a esa última frontera durante su acumulación parasitaria que acopia también de los reclamos anticapitalistas para resemantizarlos inocuos ya mercantilizados en su valor de cambio. Si los dominados han ido arrancándole conquistas al sistema burgués, también, además de ser insuficientes algunas, mal semantizadas debido a errores en la praxis política entre otros motivos, colaboraron a reforzar a la expansión histórica de la cultura capitalista.
Es disfuncional la inferencia de quienes están en camino de desarticular a la dominación histórica si la expeditan hacia su cotidianidad. La confrontación contra las dominaciones es ardua, muy complicada y de pronóstico incierto. La intersubjetivación de los individuos debe ser democrática y políticamente culta por socialista, si de desmantelar a la desigualdad en su bisagra con la libertad de sello angloestadounidense se trata.
Obligar al dominado al olvido histórico en su relación con el dominador, es premisa para la sumisión cultural y la dominación imperialista, que beneficie a su acumulación parasitaria de plusvalía. La cotidianidad que impone descansa en la memoria de la dominación del orden político burgués ya desmantelado en Cuba, por ejemplo, que insiste en insertarse por hendijas abiertas contra el esfuerzo común durante la rectificación socialista posible –una porción de la población actual vivió el capitalismo; y algunos ven su regreso como deseable. La dominaciónimperialista jamás lo pasa por alto e instala su vigilancia; a veces en connivencia “pasiva” con la intersubjetivación socialista.
Asumir la rectificación socialista radical posible salvando grandes obstáculos es insuficiente, si no se entiende de de los trastornos del valor de cambio por sobre el valor de uso en los actos de justicia social; y se los semantiza suntuosidad (precaria) que sustituye al compromiso social consensuado por la mayoría. Conmina a marchas peseteras que degradan a cualquier disenso durante la sumisión cultural más humillante, a la relación social de producción dinero.
La intersubjetivación con equidad de una ciudadanía socialista, por sobre cualquier ética sacrificial es imprescindible. Pero insuficiente si la “inconclastia” de una ¿clase media? interna trastorna al compromiso socialista; si el proyecto emancipatorio en el que se empeña la rectificación socialista posible, es sustituido por el rentismo parasitario que provoca una indigestión mnésica que se cultivó en el antiguo campo socialista con referentes del Hollywood de posguerra (1946-¿?) y de la casta burocrática local.
La vigilancia, tercerizada, angloestadounidense se manifiesta en un bipartidismo guerrerista deslocalizado (CIA y acólitos), como política sobre individuos y sociedades sometidos a una memoria comúnen inestabilidad permanente. Los actos de agresión más atroces sean inteligidos, desde la sumisión cultural a esa vigilancia, mediante una pasividad intersubjetiva que asusta. A través de nuestros errores en la praxis política socialista frente a la lujuria imperialista de dominar a los que deshumaniza y coloca por debajo de las mascotas domésticas, reduciendo la empatía mutua hasta invisibilizar a la violencia por endémica, en los medios, introyectando esas mismas tendencias deshumanizadas incluso en el intercambio sexual, que para mucha gente selegitima cada vez más en la pornografía; un rubro de gran valor bursátil dentro del acopio parasitario de plusvalía capitalista.
Esa vigilancia al dominar a la reproducción social aturde hasta lo escatológico. Desde los 60s y 70s del siglo XX la hegemonía imperialista actual intenta mediante genocidio reajustar a la mayoría "sobrante" del planeta. Nadie se salva de los efectos de una “anglosinonimia” entre indígena e indigente contra la refundación plurinacional boliviana.
La deslocalización del narcotráfico, el feminicidio y los ultrajes de la economía neoclásica descansan en la cultura capitalista para que las disfunciones del dominado imiten a las burguesas; que aún son mercancía capitalista para el control social mediante intrusismo durante las tensiones entre la cultura y la política.
Los agobios del bloqueo contra Cuba se inteligen obviando que la política angloestadounidense es inmune al diálogo. La fatiga diplomática se discierne en la erosionada guerra contra Cuba desde el discernimiento angloestadounidense, donde no existe la memoria histórica, porque su política no tiene a la sociedad cubana socialista como interlocutor legítimo. En ciertas producciones audiovisuales cubanas, el dominado (colectivo) da acuse de recibo a la dominación imperialista, mientras el dominador (colectivo) se comunica con él creyéndose de tour, en flash back, al pleistoceno de su autoproducción burguesa en la intersubjetivación cubana.
Resumen
Es perentorio observar críticamente por sobre la cota de esa vigilancia imperialista. Las revelaciones de Edward Snowden sólo confirmaron lo que ocurre desde mucho tiempo atrás; aislado en un limbo del espacio ruso y bajo el riesgo de ser arrinconado por quienes le pagaban como tercerizado, para vigilar y ser vigilado por tiempo indefinido. Y pese a su actitud cívica,[9](9) o por esa misma causa continúa extraviado en el laberinto de esa vigilancia hegemónica que controla a cualquiera que intente desplazarse fuera de la “despolitización” imperialista; o rebelarse contra ella. No es ir de viaje a lo despolitizado; sino emigrar a... La política de sanciones contra Rusia, supuestamente debido a los acontecimientos internos en Ucrania (han olvidado no pocos analistas), tiene a la sombra del caso Snowden detrás.
Puede ocurrir un abandono de principios del proyecto emancipatorio socialista o del mismo en general; y tal fenómeno puede manifestarse de manera estratificada, provocando un trastornando del grado de cultura política pertinente hasta extraviar la dirección en la que debe encausarse el cúmulo de los problemas y asuntos sociales; lo que es aprovechado por el espionaje imperialista para la implosión socialista de lo político.
La bisagra entre dominación imperialista y sumisión cultural instala vigilancia burguesa en nuestra cotidianidad (cultura) y en su praxis política; a las que aúnno domina sino que las trastorna vigilando a su noción del sentido socialista, contra el cambio o la continuidad no-teleológica de la interacción entre el pasado y el presente hacia futuridad posible
NOTAS.
[1] Ver: Charlie Stross. La verdadera lección del caso Snowden. 08/09/13. sinpermiso.info.
[2] Alrededor del 70% del ya de por si considerable presupuesto de inteligencia angloestadounidense se dedica al empleo de contratistas exteriores. Ese presupuesto supera los 50.000 millones de dólares anuales. Una buena parte está dedicada a los “pesos completos” de la tecnociencia en función de la Oficina Nacional de Reconocimiento, una agencia de la que nunca se habla. El grueso del dinero se destina al personal que engrase la maquinaria de la vigilancia laborando para los organismos de contratación; dependientes cada vez más de empresas contratistas “temporeras” sin garantizar una plaza estable, debido a normas vigentes como la "flexibilidad" y la "liquidez del mercado laboral". (NA).
[3] “El movimiento del capitalismo está ordenado por una potencia social particular, [...] una gigantesca acumulación de dinero convertido en "capital" o que aspira a serlo. Esta potencia social tiene dos particularidades. Primero la de autonomizarse frente a la sociedad, alzarse frente a ella, a medida que se refuerza gracias a largas fases de acumulación ininterrumpidas (como la que se inició durante la Segunda guerra mundial). Y después, la de ser incapaz de concebir que su expansión pueda tener algún límite." François Chesnais. Un año después del crack bancario y financiero. Rebelión. Sección Economía. 29de diciembre de 2009. http://www.rebelion.org/
[4] "Los megabancos echaron un vistazo a sus balances y se percataron, no sólo de que eran tenedores de productos hipotecarios basura, sino también de montañas de pasivos de otras megaentidades financieras. De repente se dieron cuenta de que todos los demás tenían probablemente balances tan malos como los suyos, de modo que se negaron a prorrogar esos pasivos a corto plazo [...] cuando dejaron de prestarse dinero unos a otros, colapsó toda la pirámide del esquema Ponzi." En Randall Wray. 2008-2013: cinco años de desplome de la sociedad occidental y lo que no aprendimos de la Crisis Financiera Global de 2008. Sinpermiso.info. 05/01/14. http://www.sinpermiso.info
[5] Ni ingresos, ni trabajo, ni activos, por sus siglas en inglés. Ibidem.
[6] En el peor momento del periodo especial en Cuba, brotaron silvestres como la verdolaga algunos contratistas inmobiliarios "de bolsillo", desde el cambalache informal. "Apoderados" de casas y apartamentos, gerentes portátiles para la comercialización de servicios turísticos, representantes comerciales fantasmas con "cartera" offshore, Administrativos y dirigentes con "doble vida" a deslocalizar en la acumulación parasitaria capitalista, con sus manos bien metidas en el erario público. (N.A).
[7] Greenwald narró de su primera cita confidencial con Laura Poitras: "Por insistencia de Laura, nos cambiamos dos veces de mesa antes de iniciar nuestra conversación para estar seguros de que nadie pudiera oírnos. Laura pasó a lo sustancial. Tenía “un asuntos extremadamente importante y delicado” que discutir, dijo, y la seguridad era esencial. [...] Laura pidió que sacara la batería de mi teléfono celular o lo dejara en mi habitación en el hotel. “Suena paranoico”, [...] pero el gobierno tiene la capacidad de activar teléfonos celulares y laptops remotamente como dispositivos de escucha. Yo había oído eso de activistas por la transparencia y hackeadores pero tendía a considerarlo como una precaución exagerada. [...] era imposible sacar la batería de mi teléfono celular: lo llevé de vuelta a mi habitación, luego volví al restaurante." Glenn Greenwald. Comienza la saga de Snowden: lahaine.org. 16/5/2014.
[8] Ver: Alejandro Nadal. Diego García y el crepúsculo del imperio. lahaine.org. 2/5/2014.
http://www.lahaine.org/blog.php?disp=impr&blog=3&p=77294 /Alfredo Jalife-Rahme «Blackstone y Jacob Rothschild, beneficiados con la desaparición del avión de Malaysia Airlines». La Jornada , Red Voltaire , 26 de abril de 2014, http://www.voltairenet.org/article183462.html
[9] “Quiero provocar un debate mundial sobre la privacidad, la libertad en Internet, y los peligros de la vigilancia estatal [...] No temo lo que me pueda suceder. He aceptado que probablemente mi vida se acabará por hacer esto. En ese sentido estoy tranquilo. Sé que estoy haciendo lo correcto. [...] Creo que tengo la obligación de explicar porqué estoy haciendo esto y lo que espero lograr. [...] Solo tengo un temor al hacer todo esto [...] que es que la gente vea estos documentos, y se encoja de hombros, que diga, ‘Suponíamos que esto estaba ocurriendo y no nos importa’. Lo único que me preocupa es que hago todo esto a mi vida para nada.” Glenn Greenwald. Ibidem.
Bibliografía
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¿Qué piensan (y hacen) los jóvenes? Revista TEMAS. Panel de discusión realizado el 26 de febrero de 2009, en la Galería Servando del ICAIC.
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Rojo, Marta. 1 de Mayo: ¿sigue existiendo el proletariado? Sinpermiso. 04/05/14.
https://www.alainet.org/fr/node/165783
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