De ciudad conventual a gran centro urbanístico
Quito en el siglo XX
01/04/1982
- Análisis
Quito, a finales del siglo pasado, constituía una pequeña ciudad conventual enclavada en los Andes Ecuatorianos, aislada del resto del país y del mundo, cuya población no pasaba de los 35.000 habitantes asentados en los alrededores de la Plaza Mayor, en una extensión de 38 hectáreas.
Desde entonces, la ciudad ha crecido mucho, tanto físicamente como en población, a tal punto que de aquella época no queda sino su casco colonial y unas pocas edificaciones. Sin embargo, para que Quito alcance su actual configuración de gran urbe, ha pasado por diferentes períodos de desarrollo.
“Ciudad de la Edad Media”
El historiador liberal Roberto Andrade, en su obra Vida y Muerte de Eloy Alfaro, presentaba el siguiente cuadro del Quito de la época: “Era una ciudad de la Edad Media –dice Andrade- tanto en las costumbres de sus habitantes como en su parte material. Sin agua, solo la que había en pocas fuentes públicas, las casas no la tenían, la trasladaban a espalda de indios o en lomos de borricos. ¿Qué pobre habría de bañarse con frecuencia si un poco de agua costaba dinero? Del baño no gozaba tal o cual rico y no todos los días. Si la plebe quería bañarse forzoso le era acudir al Machángara…La comodidad el desagüe, la canalización, era también desconocida… El número de plebe es mayor en Quito, quizás en 60 por ciento y ella alcanza un grado sumo de pobreza, se alberga en cochitriles, que generalmente son los cuartos bajos de todas las casas…sin que en ellos circule aire, porque la mayor parte no tiene ni ventanas. Un cuarto de estos, poco espacioso, a veces estrechísimo, húmedo y sin embaldosar, sirve de sala, dormitorio, comedor, enfermería, letrina, oficina de trabajo y para familias de diez y doce individuos”.
Drástico cambio
Las condiciones de atraso, descritas real y crudamente por Roberto Andrade, fueron alteradas en parte, por obra de la Revolución Liberal, que introdujo transformaciones socio-políticas importantes en la ciudad y en el país.
Las principales obras que emprendieron con celeridad los liberales prácticamente modificaron la estructura física de la ciudad.
Se dio al Municipio el apoyo financiero del Estado para los trabajos de higienización; se hicieron grandes estanques para abastecer de agua potable a la ciudad; se instaló por primera vez la luz eléctrica y los tranvías y se emprendió en los primeros trazos de urbanización.
Especial mención merece la llegada del ferrocarril, pues, este acontecimiento rompió el aislamiento secular de Quito uniendo a la ciudad con el puerto principal, con lo cual se incrementó el comercio desde y hacia Guayaquil.
Para la época se registra un crecimiento urbanístico de la ciudad en torno a sus dos vías de acceso; hacia el sur se instalan las primeras viviendas a lo largo de la calle Maldonado, que alojan a los trabajadores del Ferrocarril y las actividades desarrolladas relacionadas con el comercio con Guayaquil. Hacia el norte se instalan quintas vacacionales de familias acomodadas en torno a La Alameda y El Ejido, a la vez que se consolidan nuevos barrios como San Blas y posteriormente los barrios América, San Juan, Mariscal y Floresta.
Crecimiento incontrolado
Hacia los años cuarenta, Quito abandona su condición de ciudad pequeña y conventual, alcanzando una población de 160.000 habitantes. Sin embargo su expansión se produce de una manera incontrolada puesto que no existía ningún tipo de regulación municipal que “racionalice el fraccionamiento del suelo’’.
Paulatinamente se produce la ocupación –se señala en el trabajo de investigación Renta del Suelo y Segregación Urbana de Diego Carrión- de las colinas cercanas al centro donde las tierras son baratas pero carecen de los servicios básicos de infraestructura pero, en cambio, están muy bien situados respecto al centro comercial y administrativo. Por otra parte se registra una expansión hacia la planicie de Iñaquito (norte) dadas sus cualidades topográficas de accesibilidad, constructibilidad y posibilidad de instalación de redes de infraestructura.
Se añade que la expansión preferencial hacia el norte se debió, entre otras cosas, a las posibilidades de obtención de alta rentabilidad dados los bajos costos de urbanización con relación a la de las colinas; es así como los propietarios de haciendas, fincas, quintas, huertos, etc., localizados en el norte aprovechan esta situación para impulsar un proceso de transformación de sus tierras agrícolas o semi-agrícolas.
El Plan Jones
Este crecimiento caótico de la ciudad trajo como consecuencia la intervención de la Municipalidad de Quito, la cual elabora diversos planes reguladores que tienden a organizar a la ciudad. Sin embargo, para ciertos investigadores, lo que se pretende con estos planes es consolidar una segregación urbana puesto que en ellos se apunta que los terrenos del norte no estarían al alcance de medianas y pequeñas fortunas, por lo cual, deberían formarse barriadas modestas en otros sectores de la ciudad preferentemente en Chimbacalle y la Magdalena por estar cerca a las fábricas La Internacional y Artigas. Además se piensa formar barriadas para el artesanado entre las calles Miller y Necochea (Bahía).
En 1942, la Municipalidad de Quito contrata al arquitecto y urbanista Jones Odriozola y a un equipo de trabajo conformado por dos ingenieros, tres topógrafos y cadeneros para que realicen el primer plan regulador de Quito.
Según el investigador Lucas Achig, este plan contiene dos partes fundamentales: la zonificación de la ciudad y la propuesta vial. Señala que la zonificación es un instrumento que consolida la tendencia segregacionista y alimenta el proceso de especulación de la tierra, y la propuesta vial trata de arreglar el caos del transporte originado por los programas sin control y sin permiso de las lotizaciones particulares.
La zonificación que establece el plan Jones sentará las bases para la futura configuración de la ciudad. La zona central abarca el centro cívico donde se desempeñan las funciones administrativas de gobierno. La zona comercial y de vivienda para la clase media contempla algunos barrios antiguos del centro y también hacia el sur del Panecillo. Partiendo del punto final de la estación de descarga y pasajeros de Chimbacalle, se pretende implementar la zona industrial formando una “V”’ hacia Chillogallo, en el espacio comprendido entre esta “V’’ estarían las barriadas obreras. En la parte norte, a partir de El Ejido queda establecida toda la zona residencial y la formación de barrios en el concepto de ciudad-barrio o jardín que se planifica sobre el campo completamente al descubierto; y en la parte más alejada y más holgada de esta zona residencial, donde el costo es mínimo, se establece el gran parque de la ciudad, con su hipódromo, cancha de fútbol y estadio con capacidad para 50.000 aficionados.
Tres clases de barrios
Lucas Achic manifiesta que para la época se establece una reglamentación para la formación de barrios de primera, segunda y tercera clase; y su localización: los unos en el norte; y los otros exclusivamente en el sur: Añade - como ejemplo- que cuando el 17 de octubre de 1945 los ferroviarios quieren comprar terrenos al Sr. Meneses en la zona de La Carolina, el Concejo Municipal estudia el caso y resuelve negar esta solicitud debido a la imposibilidad de que este grupo se adapte al sector…y de que pueda construir residencias de primera clase.
En cuanto a la dotación de servicios básicos, Achig subraya que la provisión de agua potable se manifiesta en la acción municipal de realizar un préstamo al gobierno americano por la suma de 4 millones de dólares y un contrato al Sr. Smith que duró desde el 15 de julio de 1942 hasta el 22 de septiembre de 1950 para perforar cinco pozos, red de aducción y distribución del sector norte. En lo que se refiere a la luz eléctrica, el alumbrado estuvo en los programas de urbanización municipal, para lo cual se construye una subestación en el sector norte. En el aspecto de vías es interesante observar que mientras se adelantan los trabajos de pavimentación del sector norte, los barrios del sur reclaman el empedrado de sus calles, afirma Lucas Achig.
Auge de la construcción
Hacia finales de la década de los cuarenta el país entra en un período de bonanza económica producto del incremento de las exportaciones especialmente del banano, período que se caracteriza por su estabilidad política, extendiéndose hasta 1960.
Este hecho no dejó de tener sus repercusiones en el desarrollo urbano de Quito, puesto que crecen las inversiones y aumenta la capacidad de ahorro de los sectores medios ligados a la administración pública. Comienza un período de auge de la construcción incorporándose nuevas zonas al área urbana, como es el caso de las parroquias de El Inca y Cotocollao.
Como efecto de esto, la población crece de 190.000 habitantes en 1947 a 362.000 habitantes en 1962. Al mismo tiempo, el área urbana que en 1946 tenía 1.093 hectáreas aumenta a 1.834 hectáreas en 1964.
En este período, pese a los lineamientos de planificación emanados del Municipio, la ciudad se desarrolla incontroladamente producto de una migración más intensa que en épocas pasadas, resultado de lo cual nuevas barriadas asoman en el panorama físico de la ciudad: tales como Toctuico, El Placer, El Aguarico, la Colmena, La Bahía, Marcopamba y otras más.
Publicado en el diario Ultimas Noticias (Quito- Ecuador), el 1 de abril de 1982.
https://www.alainet.org/fr/node/166417?language=en
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