Política Exterior en manos de sonámbulos

02/04/2015
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ROMA, mar - El Reino Unido ha sido acusado de "sonambulismo" en la crisis de Ucrania. La imputación viene de nada menos que la Cámara de los Lores, que normalmente no es considerada lugar de análisis crítico.

 

En un informe muy crítico, la cámara alta del Parlamento británico ha señalado que el Reino Unido, al igual que el resto de la Unión Europea, han actuado como  sonámbulos al abordar un problema muy complejo sin ver a las posibles consecuencias, permitiendo  que los burócratas tomen decisiones políticas cruciales.

 

El informe subraya que sólo cuando el conflicto estaba muy avanzado, los líderes políticos decidieron negociar el acuerdo de alto el fuego de Minsk, logrado por Ángela Merkel de Alemania, François Hollande de Francia, Vladimir Putin de la Federación Rusa y Petro Poroshenko de Ucrania, con la notoria ausencia del primer ministro británico, David Cameron.

 

De hecho, deja en manos de los burócratas de la Unión Europea y de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) tomar decisiones con respecto a Ucrania.

 

El mismo tipo de burócratas como los designados por el Fondo Monetario Internacional (FMI), el Banco Central Europeo (BCE) y la Comisión Europea , los que con su arrogancia habitual, decidieron el rescate europeo concedido a Grecia, donde es sabido que la prioridad ha sido reembolsar los bancos europeos,  especialmente alemanes.

 

Cabe a los medios de comunicación una gran responsabilidad en estas situaciones. En todos los conflictos de los últimos tiempos, desde el Kosovo hasta Libia, la fórmula ha sido muy simple: dividir los conflictos en buenos y malos. La norma es repetir declaraciones de los "buenos muchachos" y satanizar a los “malos”. Es preferible no entrar en disertaciones analíticas, complejidades y problemas secundarios, porque los lectores prefieren ir directamente al grano.

 

El ejemplo más reciente. Todos los medios de comunicación han estado hablando del ejército iraquí comprometido en retomar la ciudad de Kirkuk de manos del Califato, el Estado islámico.

 

Pero, ¿cuántos están también informando que dos tercios del ejército iraquí en realidad se componen de soldados iraníes?  Y los estadounidenses que participan en la supervisión de esta ofensiva, ¿están de hecho aceptando la cooperación de Irán, formalmente un gran enemigo?

 

¿Cuántos medios han informado que las negociaciones en curso sobre las capacidades nucleares de Teherán   en realidad se basan en la necesidad de restituir la legitimidad a Irán, porque es evidente que excluyendo a Irán no hay manera de resolver los conflictos árabes?

 

¿Y cuántos medios han informado que todos los musulmanes radicales han recibido apoyo financiero de Arabia Saudita, que está empeñada en el soporte del  Salafismo, el movimiento sunnita que reivindica el retorno a los orígenes del islam, fundado en el Corán y la Sunna, la escuela musulmana que está en el origen de Al Qaeda y actualmente del Estado islámico?

 

La historia reciente demuestra que Occidente ha entrado en una serie de conflictos (Kosovo en 1999, Afganistán en 2001, Irak en 2003, Libia en 2011 y Siria en 2012), sin ver más allá de las consecuencias inmediatas y sin realizar un análisis a largo plazo.

 

Los costos de los conflictos siempre han superado los beneficios previstos. Una compañía de auditoría no logró certificar ninguno de esos conflictos en términos de costos y beneficios.

 

Empezando por el colapso de Yugoslavia, hay que recordando que Occidente tiene tres principios del derecho internacional en virtud del cual se protege a sí mismo ante el resultado de sus acciones.

 

Primero, el principio de la inviolabilidad de las fronteras nacionales de un Estado, que no se aplicó a Serbia, pero sí ahora a Ucrania.

 

El segundo es el principio de la libre determinación de los pueblos, que se utilizó en Kosovo para la minoría albanesa que vive en esa parte de Serbia, pero que no se considera válido ahora para las poblaciones rusas de este de Ucrania.

 

El tercero es el derecho de intervenir para acciones humanitarias, que se utilizó por primera vez en Libia, y ahora está siendo considerado para Siria.

 

El drama de los conflictos de los Balcanes se debió a una acción totalmente unilateral por parte de Alemania, cuando entre 1991 y 1992 decidió extrapolar Croacia y Eslovenia de la federación yugoslava por considerarlas su zona de interés económico.

 

 El entonces ministro de Asuntos Exteriores, Hans-Dietrich Genscher, empujó esta política, de manera inédita en todo el Occidente.

 

Era la primera vez que Alemania desempeñó un papel firme, con el apoyo de Estados Unidos, y fue un reflejo de la Guerra Fría:  vamos a acabar con Yugoslavia, el único país de izquierda después de la caída de la Unión Soviética, que  sigue inspirando a un Estado socialista en lugar de  una economía de mercado.

 

Serbia, que se consideraba heredera del Reino de Yugoslavia (del que Tito había creado la Yugoslavia Socialista), intervino y se produjo un terrible conflicto, con civiles pagando un precio dramático.

 

Después de que el genio salió de la botella, la única manera de poner fin al conflicto era obligar a Belgrado a aceptar el final de la Gran Serbia, en la que se basada el Reino de Serbia. La casi extinta OTAN fue revivida, y el bombardeo realizado en 1999 (que destruyó todas las industrias yugoslavas) fue presentado como una "acción humanitaria".

 

Todos los medios de comunicación reprodujeron las declaraciones de David Scheffer embajador estadounidense en misión especial para crímenes de guerra (sic), sosteniendo que al menos 225.000 albaneses de edades comprendidas entre 13 y 59 años habrían sido asesinados.

 

Pocos medios informaron que un año después, el Tribunal de Yugoslavia de la ONU anunció que el recuento final de los muertos en Kosovo registraba un total de 2.788 combatientes de ambos bandos, incluyendo serbios y gitanos asesinados por el Ejército de Liberación albanés.

 

Los historiadores han estado señalando que en 1992 en Lisboa, bosnios, croatas y serbios llegaron a un acuerdo para un Estado unificado. Sin embargo, tras una reunión en la noche con el embajador de Estados Unidos, Bosnia renegó del acuerdo al día siguiente.  

 

En la Conferencia de Paz de 1999 en Rambouillet, los serbios fueron colocados ante la propuesta estadounidense, que consistía en la ocupación militar de todo el país y la privatización de todos los bienes económicos.

 

Cuando Slobodan Milosevic se negó, empezó el bombardeo y después, cuando el país estaba en ruinas, debió aceptar rendirse. Los bosnios fueron empujados a aceptar un plan de paz muy similar al ideado para dar paso al bombardeo de Serbia.

 

El entonces Secretario General de las Naciones Unidas Boutros Ghali, escribe en sus memorias: "En las primeras semanas en el cargo, la administración Clinton propinó un golpe mortal al plan Vance-Owen, que contemplaba dar a los serbios 43 por ciento del territorio de un Estado bosnio unificado. En 1995, en Dayton, la administración se enorgullecía de un acuerdo que, después de casi tres años adicionales de horror y masacre, otorgó a los serbios 49 por ciento en un Estado dividido en dos entidades”.

 

Ese conflicto renovó divisiones étnicas y religiosas que siempre estuvieron latentes, sobre las que todo el mundo sabía, pero Genscher, cuando ya no estaba en el gobierno alemán, explicó en una reunión en la que el autor de estas líneas participó: "Nunca pensé que los serbios resistirían a Europa."

 

En este contexto, es interesante observar que hace apenas unas semanas, la Corte Internacional de Justicia dictaminó que ni Serbia ni Croacia habían llevado a cabo una guerra genocida. La noticia fue divulgada en numerosos medios de comunicación, pero sin una palabra de contextualización.

 

La República Federativa Socialista de Yugoslavia fue destruida para aplicar la teoría ganadora de "el libre mercado contra el socialismo". ¿La creación de cinco mini-estados iría a mejorar la vida de las personas? No, de acuerdo a las estadísticas, especialmente en el desempleo juvenil, que era desconocido en tiempos de líder yugoslavo Josip Broz Tito.

 

Luego estaba Irak, donde, donde el atentado a las Torres Gemelas en septiembre de 2001, fue la justificación para atacar el país, basada en aseveraciones de que el líder iraquí Saddam Hussein daba refugio y apoyaba a Al-Qaeda, el grupo responsable del ataque, y poseía armas de destrucción masiva que representaban una amenaza inmediata para los Estados Unidos y sus aliados.

 

Las dos acusaciones, que resultaron ser mentira, se propagaron a ciegas por los medios de comunicación.

 

En cambio, como es sabido, si el petróleo fue la causa. Echemos un vistazo a las cifras como una empresa de contabilidad haría. Se estima que el costo de esa guerra ha sido por lo menos dos billones de dólares, sin considerar las vidas humanas y la destrucción material.

 

Antes de la guerra, la producción petrolera anual total de Irak era de 3,7 millones de barriles por día. En la actualidad, una parte está bajo el control del Estado islámico y otra de los kurdos, lo que sumado, se traduce en el control de más de un tercio de la explotación.

 

Sin embargo, incluso si se controlase la producción total, serían necesarios más de 20 años para recuperar los costos de la guerra.

 

Basta señalar que es improbable que Estados Unidos hubiese tenido todo ese tiempo. Desde el inicio de la guerra, ha gastado más de un billón de dólares adicionales tan sólo en la ocupación del país y gastos militares.

 

¿Y qué pasa con Afganistán donde no hay petróleo?  Dos billones de dólares se gastaron en ese país...  Y el propósito de esa guerra era sólo para capturar al líder de Al Qaeda, Osama bin Laden!

 

Entre otras cosas, se dijo que la democracia sería instaurada en Afganistán.  Pero, después de más de 50.000 muertes, ya nadie habla más de la creación de instituciones.  Estados Unidos y sus aliados están simplemente tratando de librarse de un país cuyo futuro es sombrío.

 

Ahora, se impone la siguiente pregunta: ¿qué ha pasado con la necesidad de ver más allá de las consecuencias inmediatas y el análisis a largo plazo de la política exterior?

 

Las preguntas que este artículo quiere plantear son: ¿cómo es posible que los medios de comunicación, que se supone que las ventanas de los ciudadanos del mundo entero para que puedan saber lo que pasa y decidir sobre la base de los hechos en que creer y qué pensar?

 

¿Es sólo escasez de recursos para la cobertura internacional, por lo que todos ellos dependen de las agencias de noticias internacionales, que básicamente se dedican a informar sobre eventos y no sobre el análisis de los procesos? ¿O es que las declaraciones de los gobiernos siempre son más fiables que las de otras entidades? ¿O es que los mecanismos de la división del mundo en buenos y malos lo que es noticia, más sencillo para los lectores, que no tienen la inclinación o el tiempo para la reflexión analítica?

 

 ¿Interesa a Europa tener conflictos en nuestras puertas, lejos de Estados Unidos? ¿Acaso Sarkozy pensó en términos de largo plazo, antes de involucrar a todos en una guerra para eliminar a Gadafi? 

 

¿Es posible que nadie del poder puso en duda si era acertada una intervención en Libia, por ejemplo, aun en el supuesto de que Muamar Gadafi fuese un villano que había que eliminar? ¿Alguno de ellos se preguntó qué sucedería después? ¿Alguno de aquellos en el poder se preguntaron lo que significaría apoyar una guerra para eliminar Bashar al-Asad en Siria y lo que iba a pasar después?

 

Esos errores costaron cientos de miles de vidas, millones de desplazados y un valor conjunto mínimo de siete billones de dólares.

 

Para concluir, ¿Es provechoso para Europa empujar a Rusia hacia China? ¿Alguno de los medios de comunicación ha analizado si en todas esas guerras los intereses de Europa y Estados Unidos coincidían o eran diferentes? ¿Será posible este análisis para el ciudadano medio, si es que no cuenta con toda la información?

 

Lo cierto es que actualmente ninguna agencia de noticias distribuye artículos de más de 850 palabras.

 

Apuesto que en el futuro, no muchos recordarán los acontecimientos de Kosovo con rigor, ahora que se cuenta con todos los datos verdaderos, pero que a pesar de eso, no han sido difundidos.

 

Al parecer, la Cámara de los Lores tiene razón. Somos llevados a un conflicto por sonámbulos.

 

El Occidente es responsable ya sea por la creación de países que no son viables (Kosovo) o por la desintegración de países (Yugoslavia y ahora probablemente Irak) y por la apertura de zonas de inestabilidad (Libia, Siria).

 

Sin mencionar a Ucrania, donde la intervención se propone atraer al país hacia Europa y empujarle hacia la OTAN, provocando así una fuerte represalia del líder ruso Vladimir Putin.

 

Esos errores han costado cientos de miles de vidas, millones de personas desplazadas y en total, un costo mínimo de siete billones de dólares. ¿Quién va a despertar a los sonámbulos?

 

¿Y para qué? Sigamos sonámbulos. Es tan cómodo.

 

Roberto Savio es co-fundador y ex Director General de Inter Press Service (IPS). En los últimos años también fundó Other News, un servicio que proporciona “información que los mercados eliminan”. Other News . En español: http://www.other-news.info/noticias/  En inglés: http://www.other-net.info/

 

https://www.alainet.org/fr/node/168642
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