Política para el bien común (I)
- Opinión
Las vivencias que tenemos, desde mediados del siglo XX, nos llevan a entender que, o refundamos la democracia y la política latinoamericanas, para arribar a la primera, con un régimen nacionalista y autónomo, o la mantenemos como está en la mayoría de nuestros países, para seguir siendo “patio trasero” de los imperios.
La democracia es el gobierno del pueblo, con un gobierno que le consulta y al que obedece. No el desgobierno de los capitales, los banqueros al servicio del capital transnacional, acumulando la riqueza producida en nuestros países, para usufructo y enriquecimiento de unos cuantos, a lo largo y ancho del Continente Americano.
Una frase de Emiliano Zapata puede expresar, en lenguaje campirano, estas preocupaciones. Decía nuestro eterno general “No hablo al Presidente de la República, a quien no conozco, ni al político del que desconfío; hablo al mexicano, al hombre de sentimiento y de razón, a quien creo imposible no conmuevan alguna vez (aunque sea un instante) las angustias de las madres, los sufrimientos de los huérfanos, las inquietudes y las congojas de la patria”. http://www.frasecelebre.net/profesiones/revolucionarios/emiliano_zapata.html
El camino mejor y más evolucionado para impulsar una democracia del pueblo y para él, es la política. Ciencia que requiere de profundos y serenos análisis científicos como de estrategias prácticas probadas. En ella la praxis es lo fundamental, para que pueda llegar a todos los niveles educativos y se puedan formar buenos y mejores ciudadanos, entendidos y actuantes, con razonamiento, de cuál es la ruta a llevar.
Bertolt Brecht, dramaturgo y poeta alemán, decía con la contundencia de sus expresiones, tanto a políticos como a ciudadanos: “El peor analfabeto es el analfabeto político. No oye, no habla, no participa de los acontecimientos políticos. No sabe que el costo de la vida, el precio de los frijoles, del pan, de la harina, del vestido, del zapato y de los remedios, dependen de decisiones políticas”. http://www.frasesypensamientos.com.ar/autor/bertolt-brecht.html
Nuestro recordado y admirado Eduardo Galeano nos dejó dicho que: “en política se debe incidir en todos los lugares, pero política no es burocracia”. También nos hizo ver que el análisis de los acontecimientos no tiene una sola vía, éste responde a muchas y diversas realidades, dependiendo de la persona que lo mire o lo interprete. Otros aseguran que la realidad es solo ficción, que no existe. Galeano camino por el puente que une la realidad con el mito. De allí que podamos afirmar con él, que la realidad es un espacio para la polémica. Si la política es realidad, bien que se presta para desmenuzarla, para polemizar acerca de ella.
Pero conviene precisar que entendemos por política, sobre todo ahora que en el Continente Americano se le interpreta y actúa, en muchas ocasiones de manera divergente. Entre diversas acepciones, consideraremos a la política como la actividad social, orientada ideológicamente, a la toma de decisiones de un grupo para alcanzar ciertos objetivos sociales. También puede entenderse como un modo para ejercer el poder, buscando soluciones -o al menos atenuando consistentemente- el choque entre los intereses encontrados, que se producen dentro de una sociedad plegada al neoliberalismo, como la mayoría de las nuestras. Desde el siglo V a.C., Aristóteles desarrolló criterios que conviene estudiar en su obra: “Política”. Ver y leer “in extenso” en: http://biblio.juridicas.unam.mx/libros/libro.htm?l=766
Política, proviene de la palabra griega polis, cuyo significado alude a las ciudades griegas que formaban los estados, donde el gobierno –ya lo vimos- era en parte democrático. En la cultura griega, se busca inicialmente, formalizar la necesidad humana de organizar la vida social y los gobiernos.
Analistas aseguran que la política se inicia en el neolítico. En esos tiempos la sociedad comienza a organizarse. Crea un sistema jerárquico y determinados individuos adquieren poder sobre el resto de los pobladores. El poder residía –antes de ese paso- en el de mayor fortaleza física o el más “inteligente” de un grupo. Aún con divergencias, se asegura que esta modalidad organizativa, podría ser una forma de acción política. De ser así, la política es tan antigua como la humanidad.
Cuando los sistemas políticos en la antigüedad, mostraron una organización precisa, adquiriendo formas generalmente absolutistas, en que la totalidad del poder, estaba en manos de un único sujeto. La colusión iglesia-estado, llegó a darle a ese poder un “origen divino”. En Grecia, existían también algunas polis donde se practicaba una democracia parcial –como dijimos- manejada en base a asambleas. Con la Revolución Francesa el modelo político ensayó cambios importantes. Un factor fundamental fue la Constitución de los Estados Unidos de Norteamérica. Desde ese momento se organizaron regímenes democráticas -incluso más allá del estadounidense- donde la toma de decisiones es por voluntad popular.
La ciencia moderna denomina a la disciplina que estudia las actividades políticas como: ciencia política. Los profesionales y estudiosos de esta ciencia, reciben el nombre de politólogos. Por su lado, quienes ocupan posiciones profesionales en responsabilidades del Estado -o aspiran a ocuparlos- en cualquier orden de gobierno o de elección popular, se definen como políticos.
De allí que uno de los primeros compromisos de un político, es entender cuál es su tarea de servicio a la comunidad de que forma parte, su compromiso social con pueblos y comunidades, con quienes tiene dichos compromisos; ellos serán quienes le seguirán, valorarán su sano y productivo desempeño y entrega plena a sus funciones. De ellos vendrán los reconocimientos a su obra o el repudio a sus actividades.
Aquí se presenta el primer vicio de muchos políticos. Inicia de manera oculta, pero se manifiesta en la ostentación de su riqueza. Llegan a servirse del puesto, tanto para saciar sus intereses de índole personal, como para apuntalar a un grupo, que generalmente pretende acumular riqueza, para optar después, por elevar la mira, en la cadena de mando político. Esto lo realizan -en diversos países- a base de acuerdos, componendas y demás, incluso por fuera de sus partidos, o “cooperando” con alguno para incrustar testaferros –en ocasiones consanguíneos- que abran nuevas puertas al ascenso político. Esta mecánica de acción “política”, desde el arranque deja de ser sana y útil para las funciones que debieran asumir en los puestos obtenidos. Fortalece la corrupción, que algunos gobiernos de nuestros países pretenden erradicar, sin grandes avances, hasta ahora. (Continuará).
Puebla, 26 de abril de 2015.
Correo electrónico: v_barceló@hotmail.com
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