Ucrania, la bisagra antirrusa

24/06/2015
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obama poroshenco obama poroshenco
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Barack Obama con Petró Poroshenko

 

*Ofensiva de la OTAN, comandada por EUA

 

*Poroshenko, el asesino que quiso ser rey

 

*Minsk-2, rescata acuerdos de Minsk-1

 

El surgimiento de la multipolaridad en el mundo es el entierro del unilateralismo y la hegemonía de un solo país, los Estados Unidos de América (EUA). Y la disputa se da en el terreno de la geopolítica en el orden global, entre diversos actores, países en disputa o simplemente con alcances macro para la supremacía en la economía y la política mundiales. Ahí está la pugna entre distintas fuerzas que encabezan EU y la Unión Europea por un lado; Rusia, China y sus aliados (del BRICS) por el otro.

 

La lucha se recrea en varios frentes, principalmente el económico. Pero se refleja en muchas secuelas de diferente alcance. Cabe un precepto: que hoy el capitalismo se mueve y cambia mediante guerras. Desde las guerras tradicionales, como las comerciales y/o por los recursos y el control territorial (coloniales y neocoloniales), hasta las actuales creadas por los operadores de sistemas a control remoto como los drones asesinos, y las modernísimas ciberguerras.

 

Son procedimientos típicos del capitalismo durante las últimas décadas y de corte imperial, como el inglés —claramente vigente— y sobre todo el estadounidense. Qué decir de las guerras por los recursos en Oriente Medio operadas desde los EUA, tras el 11/S. O los Frankenstein, Al Qaeda (hijo putativo de la CIA) y del autoproclamado “estado islámico” (que no es ni lo uno ni lo otro), terroristas a sueldo y al servicio de sus patrones del entrenamiento, el dinero y las armas, creados ex profeso para desestabilizar regiones e intentar derrocar gobiernos, como el legítimo de Bashar al-Asad en Siria luego del cochinero causado a su paso por Irak. Los ardites que se elevan como herramientas utilísimas para los países “desarrollados”, como EUA, son el terrorismo, el tráfico de drogas, de armas y el “mercado negro” de todo lo que sea negocio.

 

Pero en Ucrania está la jugada maestra. Veamos porqué. Es el terreno de la disputa. La pieza clave para determinar el futuro de las relaciones —del tipo que sean— entre occidente, la OTAN y la Unión Europea por un lado, y Rusia y China por el otro. Como es visible, entre los ejes de la referida multipolaridad. Mas cabe señalar una marcada diferencia: en tanto unos son guerreros los otros le apuestan a la paz y el desarrollo económico, político y social, así sea de corte capitalista (el del PCH es capitalismo de Estado).

 

Ucrania pues es la bisagra, el punto de quiebre entre occidente y sus “enemigos” por la disputa global. Ombligo de la trifulca antirrusa. Por ello se habla de recreación o nueva guerra fría. Como lo afirma el historiador estadounidense Stephen Cohen, que comenzó hace año y medio. No hay tal. Las condiciones son otras. Con todo y la lucha se dé como en las antiguas batallas, por la supremacía del más fuerte (la supervivencia desde el naturalismo darwinista). Occidente le apuesta en Ucrania a generar un foco rojo permanente para provocar a Rusia y meterla en una suerte de guerra permanente y de desgaste. Por supuesto que para debilitarla. Restarle fuerza a su activismo que ha inaugurado, junto con China, para dar forma a la multipolaridad global. La competencia del hegemonismo gringo.

 

Es muy claro que el cerebro de este juego de ajedrez está en Washington. Los EUA son los promotores, seguidos por la OTAN y empujando a los países europeos. La ofensiva entonces es del brazo armado, y la presión deriva de la UE con el cerco comercial a Rusia que más la fortalece. Claro está que en estas tretas funciona muy bien el presidente ucraniano, Petró Poroshenko, ese peón negro del tablero. Con aspiraciones de altos vuelos es el asesino que quiere coronarse rey. Un traidor de fácil manejo por sus ambiciones de riqueza y poder, tipo clave de occidente para asesinar civiles de su mismo pueblo.

 

Lo que no encuentran los generales de la OTAN con Barack Obama a la cabeza para arremeter a Rusia —y lo han intentado sobradas ocasiones—, es el pretexto buscado desde el Euromaidán generado para el golpe de Estado que derrocó a Viktor Yanukovich, por negarse a firmar la carta de adhesión a la Unión Europea. No saben qué hacer ante un presidente como Vladimir Putin, proactivo y propositivo en el escenario mundial; igual su ministro del exterior, Serguei Lavrov, ambos a favor de la paz. Putin, la antítesis de Obama, con el inmerecido Nobel de la “paz” (así con minúsculas).

 

Los generales parecen ignorar que juegan con fuego al persistir en agredir a los rusos desde Ucrania. Occidente encontraría un conflicto de consecuencias impredecibles. De hecho lo tienen ya porque solo ganan desprestigio manteniendo una guerra insostenible. Pierden así el negocio de la guerra. Las economías casino, las políticas de los bancos centrales de occidente y la especulación bursátil de ambos lados del Atlántico, no salvan el pellejo del capitalismo actual con eso.

 

El rompimiento del cese al fuego desde Ucrania por las fuerzas militares de Poroshenko, concertado en los Acuerdos de Minsk, contra Donetsk y Lugansk, se ha convertido en guerra civil sin causa. El problema es el asesinato de civiles inocentes. De plano, una muestra que las jugadas de occidente para levantar la tolvanera ucraniana contra Rusia, pero no les cuaja. Si la creían fácil se equivocaron. Rusia no es un “enemigo cualquiera”. Rusia no es Irán, ni Siria o siquiera Arabia Saudí. Se trata ni más ni menos de la segunda potencia militar y nuclear del mundo. Por eso occidente juega con fuego.

 

Conviene recordar a occidente que la historia no es ficción creada desde la pantalla gigante. Y de que la moral, tras el conocimiento del rol que jugó el ejército rojo en el derrocamiento de los nazis durante la Segunda Guerra Mundial, es profunda. La maquinaria militar industrial de los aliados de la OTAN no resistiría una guerra. Por los recursos y la ofensiva militar. El viejo continente tampoco lo resiste.

 

No obstante, los artilleros de la OTAN y los soldados ucranianos tras los matorrales están disparando al este. Engrosando al ejército con armamento pesado, violando los 13 puntos clave del histórico acuerdo sobre Ucrania, llamados Acuerdos de Minsk. No fueron las autodefensas quienes rompieron el alto al fuego, sino el ejército de Poroshenko. Tan solo el lunes pasado en 74 veces. Ayer (23 de junio 2015) se reunieron en París los representantes, Ministros de exteriores del Cuarteto de Normandía (Ucrania, Alemania, Francia y Rusia), el Minsk-2. Sergei Lavrov denunció la intentona de enfilar el tema hacia la salida militar. El Minsk-2 retoma el Minsk-1.

 

Queda claro, pues, quiénes son los agresores y contra quién apuntan las armas. Desde Ucrania, occidente arrastra la violencia hacia Rusia utilizando a la OTAN. EU hace lo imposible por golpear a Rusia. Por eso el recrudecimiento de la violencia. Más no se atreven a abrir fuego sin pretexto. Un justificante que Putin no les dará jamás, y el mundo tampoco. La humanidad quiere paz. La condena es clara: las batallas están en otra parte, en capitalismo caduco. Nuevamente EU se sabrá perdido. Entretanto, la bisagra se oxidó y el rey de chocolate se derrite.

 

Correo: sgonzalez@reportemexico.com.mx

 

https://www.alainet.org/fr/node/170624?language=en

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