¿No podemos contra la guerra económica?
- Opinión
“No es una feria para vender más barato, sino para crear el Sistema de Abastecimiento Comunal (Saco) y demostrar que el pueblo puede dirigir la economía”. Es temprano en el sur de Valencia, cerca de las ocho, y ya casi todas las cajas están vacías. Lo primero en agotarse fueron las caraotas: 150 bolívares por kilo, contra los más de 500 que están pidiendo en las bodegas.
Quedan algunos rubros: cebolla (Bs. 80), tomate (Bs. 120), queso (Bs. 420). Hay ánimo, mucho, es la sexta vez consecutiva que están realizando la Jornada del Saco en la urbanización Trapichito, y ya muchxs en la comunidad asisten y saben de qué se trata. El volante que reparten así lo explica:
“Guerra económica: esconden productos, contrabandean y suben los precios de los artículos de primera necesidad […]. Operadores de partidos políticos y los periódicos privados de la clase empresarial impulsan una campaña contra el Gobierno culpándolo de la situación económica para hacerse del poder político nuevamente en Venezuela, cuando son ellos los que impulsan la guerra económica contra el pueblo, y lo peor, con los dólares del petróleo”.
Reparten el material entre quienes se acercan para conversar sobre la situación actual, para explicarles la propuesta del Sistema de Abastecimiento, que integran junto a otras 22 comunidades en Carabobo, y que este sábado 24 de julio se realizó en simultáneo en 17 puntos (al principio fueron 5). Hasta la fecha, sin contar esta nueva jornada, han repartido 16 toneladas de alimentos y beneficiado a 3855 familias.
“El propósito del Saco y la jornada es demostrar que sí se puede comprar a precio justo, que lo que hay es un saboteo”. Y el saldo en la comunidad es múltiple: los alimentos a precio de productor, la demostración de los logros nacidos de la organización comunal, el optimismo necesario para enfrentar una guerra económica que lleva ya más de dos años sin tregua.
Enseñar desde la práctica que sí se puede contra tanto poder desencadenado sobre el pueblo, contra las mismas contradicciones en el pueblo, que también bachaquea, por ejemplo. Por eso, Carmen Moldes, de Trapichito, está desde las cinco de la mañana vendiendo; Jesús Moreno, militante del Consejo Regional del Poder Popular, se encuentra recorriendo los diferentes puntos del Saco, 12 más que la semana anterior. La próxima esperan pasar los 20, y a fin de agosto llegar a los 50.
Primeros pasos y multiplicación
“Los vendes o lo pierdes” es lo que dicen intermediarixs privadxs a quienes producen los alimentos en el campo. El precio de compra es bajo —por debajo de lo que debería ser—; el de reventa en el mayorista es alto; el de la bodega, lugar final, sin relación al inicial. El resultado: productorxs empobrecidxs y atadxs a las redes capitalistas, y consumidorxs sometidxs a la especulación y a la guerra económica.
Por eso, una de las primeras cosas en las que pensaron al organizar el Saco fue construir el vínculo directo entre productorxs y consumidorxs. El primer paso en esa dirección fue vincularse con el Centro de Acopio de Valencia, establecimiento estatal con capacidad máxima de almacenamiento de 2 000 toneladas —en la actualidad, según cuenta Jesús, funcionando a menos del 2% de su capacidad.
En cuanto a los transportes, todos fueron puestos por las diferentes comunidades —camiones comunales, particulares—, así como también los espacios de venta —casas, plazas, etc.— y el trabajo, voluntario siempre. Así iniciaron, y los resultados fueron los esperados: comenzaron a surgir los puntos de venta, y a generarse excedentes —contra la idea de “ganancia”— destinada al financiamiento del Sistema de Abastecimiento.
Algunos obstáculos fueron surgiendo en el andar: por ejemplo, el intento de algunas personas de ingresar individualmente al Saco para generar ganancias propias, y la negativa de venta de las cantidades requeridas por parte del Centro de Acopio. Ante eso se fue fortaleciendo el Sistema: solamente pueden participar Consejos Comunales, Comunas y Asambleas legitimadas por la comunidad, y organizaron, desde la semana pasada, un mecanismo de contraloría sobre el Centro.
En simultáneo fueron afianzando vínculos con lxs productorxs —Comunas, Consejos Campesinos, redes de producción, etc.—. Actualmente no solamente adquieren productos del centro de acopio, sino que han logrado articular para adquirir los productos con quienes los producen, sin paso intermedio. Como en el caso de la Comuna El Panal 2021, abastecedora del azúcar y próximamente de granos.
Pero para profundizar ese nexo directo, y darle fuerza y autonomía al Sistema de Abastecimiento —una economía comunal, como explica Jesús— el paso necesario sería poder conformar Centros de Acopio en las comunidades. Ése es uno de los objetivos centrales a alcanzar, y ya existen algunas ideas de por dónde comenzar.
Integralidad para vencer
Una de las primeras metas ha sido alcanzada: se han conformado equipos capaces de manejar la distribución. Pero, explican, no se trata solamente de distribuir, sino también de incentivar la producción del Saco. Para eso han conformado las Brigadas de Trabajo “Che” Guevara, actualmente en funcionamiento en tres de las comunidades donde se ha venido desarrollando el Sistema.
Junto a eso han venido proyectando el desarrollo de patios productivos y de conucos comunales. Se debe ir hacia la integralidad, analiza Jesús, trayendo como ejemplo las experiencias desarrolladas en Barquisimeto con la Empresa de Propiedad Social Proletarios Uníos —ex-Brahma— o de Pollos Souto —también recuperada por sus trabajadorxs—, que han venido impulsando una unidad campesina/comunal/obrera.
“Necesitamos crear un Sistema al margen del mercado capitalista”, explica, aseverando como también lo hacen otras experiencias organizativas en el país: “Ante la crisis la gente ha comenzado a buscar la salida, a organizarse, a crear para superar la situación”. Porque la guerra, sistemática, negada por sus propixs dirigentes, se ha convertido en estos casos en una posibilidad de acción/reacción popular, de ejercicio de creatividad, ensayo de poder y fuerza.
Ése es el contexto en el cual ha nacido el Saco. Desde allí su apuesta para hacer frente a los actores del desabastecimiento, del robo al pueblo, cuyos protagonistas tienen nombre y apellido en los volantes repartidos en las jornadas: “Sector económico criminal, empresarios del país y foráneos pertenecientes a la burguesía parasitaria, todos los relacionados con el sector importador, distribuidor, comercial y algunos productivos”.
Pero no solamente ellos, sino también: “Funcionarios corruptos, militares, policías y civiles infiltrados en el Estado, y contrarrevolucionarios que con su egoísmo e individualidad utilizan el Estado para hacer dinero mal habido”.
Y, como decía Jesús, trabajar hacia un horizonte estratégico: demostrar que el pueblo puede dirigir la economía, que tiene esa capacidad y es necesario ensayar para encontrar las formas. Para eso es importante “tener victorias tempranas, deslegitimar las ganancias, el mercado, ¿por qué alguien tiene que ganar?”, dar la batalla cultural, tal vez la más honda, la que debe vencer los cimientos del capitalismo, aquellos que forjan deseos y sentidos comunes en millones de personas.
Por todo eso el Saco. Porque la posibilidad de terminar con lo heredado —debilidad sobre la cual se hace fuerte la guerra económica— reside en gran parte en el pueblo, aquél que ha demostrado tantas veces que puede inventar, organizarse y hacer frente a los intentos —que no cesarán— por parte de la derecha de terminar con esta experiencia de libertad, de hacer y renacer de un pueblo.
Contacto: @Marco_Teruggi
Fotos: Orlando Herrera. Contacto: @landulf4
26 julio, 2015
http://laculturanuestra.com/no-podemos-contra-la-guerra-economica/
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