Resultados del proceso de cambio
- Opinión
Estamos cerca de cumplir 10 años del proceso de cambio. Los balances son necesarios, urgentes para definir otros procesos o simplemente para cerrar los errores. Indudablemente tratándose de los países más pobres del mundo, los temas de infraestructura como caminos, escuelas, empedrados y pavimento han sido lo más sobresaliente, desde los puntos de vista desarrollistas. En todo caso el país empieza a saltar del siglo XIX al XX. Al menos la cobertura caminera y la infraestructura básica de los sectores rurales han cambiado. Lo político ha girado desde lo racista como prácticas normales, hasta la incorporación de lo que se llama organizaciones sociales, en el espectro de la periferia del Estado. Ahora los comportamientos racistas son más disimulados, por lo menos hay algo de respeto al mundo indígena. Los peligros son todavía los mismos: considerar a las organizaciones sociales como simples grupos de choque, al igual que en el proceso movimientista. Pero esto merece otro análisis.
Quisiera sin embargo abordar el aspecto espiritual de todo proceso de cambio, llámese revolución o revuelta, que es lo intelectual, lo cultural, lo estético. Aquello que da verdadero sentido a un proceso porque es lo que está dentro del espíritu humano: la creación de las ideas, de las sospechas y la crítica como fundamentales componentes de la madurez de cualquier sociedad. En el caso de este proceso de cambio tengo demasiados reparos en este tema.
¿Por qué no hay pintores, poetas, ensayistas, novelistas, cineastas e intelectuales del proceso de cambio? Todos los procesos de vanguardia en su momento, como la revolución cubana o mexicana, han producido fuertes efectos culturales como creativos. Los cubanos crearon la nueva trova en la música, que fue uno de los aspectos de exportación mundial hasta hoy. Sin contar a sus escritores y pintores de talla mundial. México produjo también escritores como Octavio Paz, o pintores y muralistas mundialmente conocidos de su revolución. Es decir. Las consecuencias de un cambio o proceso social de vanguardia, casi inevitablemente producen sus efectos en las ideas o los ámbitos de la creación espiritual humana. En el caso de Bolivia no ha sido así. Todos los esfuerzos se han dirigido al efecto político. Como remarcando y subrayando el principal factor de este país: lo político. Como un mal y un bien al mismo tiempo. Ciertamente que en esencia todas las definiciones, incluso las más técnicas y científicas, en Bolivia pasan por los filtros políticos. Nada se libra de esa forma de ser y actuar institucional. Sin embargo, esos efectos han anulado otros componentes como el intelectual o el de la creatividad en las ideas.
Ahora bien, desde siempre en Bolivia lo intelectual y libresco está en manos de las clases altas y medias, que son las que tienen tiempo y dinero para dedicarse a esas labores intangibles que requieren de apoyo económico fuerte. El 80% de la población no tiene acceso a esos circuitos de la información o las ideas: la compra de libros, etc. En realidad en Bolivia no existe mercado interno intelectual. Sino pequeños grupitos de gurus que son dueños de la cultura y su consumo. Por eso no existe crítica en el sentido estricto de la palabra, porque no hay competencia masiva ni mucho menos popular. La cultura en Bolivia siempre ha estado restringida a pequeños espacios de las clases medias, impenetrables socialmente y racistas mentalmente. Hacer una lista de autores pues confirmaría esta afirmación. No hay escritores quechuas, literatos aymaras, ensayistas guaraníes. Los avances desde estas nacionalidades son desde la historia, sociología o la antropología, como formas occidentales de protesta y muestra de otras facetas de nuestra historia, enterradas y olvidadas por los círculos de la intelectualidad tradicional. En esta línea, es lógico que a estos círculos de clases altas señoriales, no les interese un comino el proceso de cambio. O desde otra perspectiva, ratifican su inutilidad en la creación e invención de cosas nuevas. En su gusto de copiar lo ajeno e importar las modas internacionales, no les da el músculo para pensar con sentido propio, ya que sus raíces no pertenecen a este país.
Pero también esta ausencia de creadores del proceso de cambio, nos dice con total claridad la situación real de las estructuras del Estado en estos ámbitos. En general tomadas por las clases medias altas, que no tienen idea alguna de cómo generar cambios profundos en las ideas, y la creatividad de los insumos espirituales humanos. Ese desconocimiento es definitivo, que se intenta encubrir con lo político. Los resultados ya los vemos. A todas luces la mediocridad es el reino de la totalidad. A pesar de los esfuerzos que se hacen en los programas de la vicepresidencia que son loables; pero absolutamente pequeños como movimiento o propuestas de Estado, como en la revolución cubana o mexicana.
Llama poderosamente la atención que en 10 años de proceso de cambio, no hayan aparecido novelistas, poetas, pintores e intelectuales de talla nacional o internacional, que representen los sueños o deseos espirituales del mismo proceso. Ahí seguimos nomás con la inercia de las potencialidades políticas muy típicamente bolivianas, muy típicamente costumbristas como las novelas de clases medias. Nada ha cambiado. No existen propuestas nuevas ni siquiera medianamente interesantes. Los novelistas de moda siguen nomás con sus cositas post-modernas y disimulando creaciones abstractas, como escapando de nuestras realidades. Además que son los mismos del anterior siglo. Tiene que llamarnos la atención profundamente, porque los síntomas entonces son preocupantes: no estamos creando gente crítica, es decir intelectual. Y una sociedad que no tiene creadores está condenada inevitablemente a la esfera política, como tragedia y caída rápida de sus pilares democráticos. La revolución rusa se derrumbó no sólo por aspectos económicos, sino porque se destruyeron procesos intelectuales y creativos críticos. La herejía es el motor fundamental para el avance de las ciencias y las ideas. Sin herejes occidente no habría tenido los avances que tuvo en sus ideas. Este proceso de cambio ni siquiera los ha creado.
En todo caso, estamos próximos a cumplir 10 años de este proceso. Virtudes y sombras tienen que ser evaluados. No sólo lo político, que será por supuesto la salsa más bailada y farreada, sino también todos los demás aspectos que tienen que ver holísticamente con nuestras sociedades. Y las élites siguen aplazadas respecto de estos temas intelectuales, de propuestas nuevas o totalmente diferentes pero con el espíritu supuesto del proceso de cambio. Veremos, veremos.
La Paz, 1 de agosto de 2015.
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