Laborar “hombro con hombro” con los dirigentes del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación, el principal de los cuales fue bendecido desde la Secretaría de Gobernación, no constituye ninguna oferta política como la anunció Aurelio Nuño el miércoles 30 a los senadores.

Más bien es una realidad diseñada desde que por órdenes del inquilino principal de Los Pinos, la Procuraduría General de la República de Jesús Murillo, el de la “verdad histórica” sobre Los 43, consumó el operativo para encarcelar y someter a proceso a Elba Esther Gordillo, la presidenta del SNTE hasta el 27 de febrero de 2013, liderazgo que desempeñó desde que Carlos Salinas depuso a Carlos Jonguitud, el 24 de abril de 1989.

Contaban los cercanos a Gordillo Morales que aquel domingo, fresco aún el golpe de mano por medio del cual Salinas encarceló al cacique petrolero Joaquín Hernández Galicia, el potosino Jonguitud Barrios le dijo: “Señor presidente, yo no necesito ni una cachetada para renunciar”. Y esa noche fue coronada la de Comitán como número uno del SNTE.

Ni oferta ni novedad ofreció el joven e inexperto, aunque muchos aseguran que poderoso secretario de Educación, cuando promete a los legisladores que “mantendrá un diálogo cercano y respetuoso” con maestros, pedagogos, expertos, legisladores y la sociedad civil “para avanzar al nuevo modelo de enseñanza del siglo XXI”. Modelo que no aparece por ninguna parte de la oficialmente denominada reforma educativa. Y la que se aplica es básicamente laboral y administrativa, ajena a los contenidos y métodos de enseñanza, además de punitiva.

Diálogo que a juicio de Nuño Mayer “no confundirá roles” y subrayará una “división muy clara de funciones que nunca se van a confundir”, como lo hicieron sus antecesores durante los sexenios del llamado “homúnculo criminoide” (Porfirio Muñoz Ledo dixit) y el sucesor Ernesto Zedillo, tan tricolores como lo es el primer priísta del país. Sólo que a ellos no se les rebeló La Maestra, aunque a Ponce de León lo ninguneó hasta el insulto cuando despachó en la SEP. De tal suerte que la “rectoría de la educación” que hoy tanto presume ejercer el gobierno, nadie se la arrebató, renunciaron a ella.

En el diálogo que dice practicar el titular de Educación Pública, tan protegido y elogiado por los senadores del Revolucionario y del Verde, no existe espacio para la Coordinadora Nacional a la que se ignora en tanto que actor de primer orden del proceso sindical y educativo, con independencia de sus políticas y formas de lucha. Nuño llegó al extremo de ignorar a la CNTE a pesar de las preguntas que formularon senadores de los partidos del Trabajo y de la Revolución Democrática.

Manuel Bartlett aseguró que por no tomar en cuenta a la CNTE el “modelo educativo que proponen está en la calle”. El perredista Raúl Morón Orozco, antes secretario general de la Sección XVIII, criticó la “imposición” de la reforma aprobada por su partido en el Pacto por México y el Congreso. Los panistas que respaldaron con entusiasmo la reforma, hoy reclaman en voz de Juan Romero Hicks que no hay certeza de que los maestros “sean mejores, de que se haya transparentado la actuación del SNTE, ni de que las plazas no se vendan”. Y Mónica Arriola Gordillo, del Panal e hija de la presa política a la que se le negó el derecho a la prisión domiciliaria, evidenció el recorte presupuestal de 4.6 por ciento para 2016. Sólo que para el muy cobijado precandidato presidencial “en términos reales queda prácticamente igual”.

Utopía 1588

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