Los mismos que han impulsado por años la no intervención del Estado en sectores estratégicos de la economía nacional, y que han sido los autores mediáticos de la falta de modernización de las empresas públicas como Petroperú, son los que hoy se presentan indignados por los derrames de petróleo que han ocurrido. Un derrame de cinismo tan o más grande que los del crudo.

Estos responsables de que la infraestructura de la empresa pública esté en pésimas condiciones y ocasione desastres ambientales, se pretenden también salvadores y vociferan a los cuatro vientos la supuesta solución: privatizar.

En un ejemplo casi perfecto de lo que el sociólogo norteamericano Robert Merton llamó la profecía auto cumplida, vienen décadas boicoteando el papel del Estado, para luego transmitir sistemáticamente la idea de que este no sirve. Como si el Estado fuera un ente abstracto que no es gestionado por personas, justamente por ellos, quienes han hecho y deshecho en la administración pública por largo tiempo.

Han encontrado en la desgracia de los derrames la oportunidad perfecta para otro derrame, uno ideológico, que busca fortalecer el credo de que la empresa pública no tiene capacidades. Ya se han hecho escuchar, por ejemplo, voces diciendo que Petroperú no debe explotar el Lote 192. Queriendo instalar ese sentido común para entregarles a los agentes del mercado, movidos por el lucro, el control total de la economía y, claro, de nuestras vidas.

Para eso, necesitan imponer un silencio absoluto sobre otros nefastos derrames petroleros causados por empresas privadas como Pluspetrol. Más grave aún, es el hecho de que la mayoría de derrames de la empresa estatal son por sabotajes, como detalla German Alarco en su artículo de hace unos días en el portal informativo Otra Mirada.

Los derrames de petróleo han sido una tragedia para las comunidades indígenas directamente afectadas pero también para todo el país, pues ha puesto sobre la mesa una vez más la precariedad de nuestro desarrollo y el fracaso de quienes vienen conduciéndolo.

La solución no la tienen los culpables del retraso, ni su ideología privatizadora, que hace que en pleno siglo XXI ocurran estos sucesos. Todo lo contrario, la respuesta está en fortalecer el Estado, hacerlo moderno y grande, y ya se vio quienes no pudieron ni quisieron cumplir esta tarea.

Tampoco la solución está en no tocar los recursos que están bajo nuestro suelo. Como dice el abogado y ciudadano amazónico, Claudio Pinedo, en su artículo del diario La Región, no se trata de negar a ultranza la explotación de minerales e hidrocarburos sino de que la actividad no represente un daño ambiental, y que se garantice que los beneficios que se obtengan sean para el desarrollo de las personas, sobre todo de los pueblos que viven en los territorios donde están los recursos.

febrero 28, 2016

Fuente: http://diariouno.pe/columna/derrame-ideologico/