Sociedad civil y paz

15/07/2016
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  • Opinión
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Manipulando la sociedad civil, reconocidas familias latifundarias/ganaderas del departamento del Cesar (Araujo, Lafaurie), arrecian su sabotaje al proceso de paz con las Farc.

 

En la medida que se acerca la fecha para la votación del plebiscito como mecanismo de legitimación del proceso de paz con las Farc, crece la controversia y el debate sobre los acuerdos y consensos alcanzados en La Mesa de diálogos para poner término a la guerra y el conflicto social y armado.

 

Por supuesto, se radicaliza la postura absurda de los partidarios de la guerra y la lucha violenta.

 

La validación popular del Acuerdo final de paz le da realce a la sociedad civil, dada su gran importancia en la consolidación de la paz.

 

En los análisis y reflexiones sobre el tema surgen los más diversos enfoques de la sociedad civil para acomodarla a intereses parciales y a caprichosas interpretaciones de los consensos alcanzados en la Mesa de conversaciones.

 

La visión más corriente y vulgar de la sociedad civil la plantea como una suma de organizaciones y entidades de diversa naturaleza, sin diferenciarlas desde la perspectiva de los intereses que cada una de ellas gestiona.

 

Es una especie de neocorporativismo usado demagógicamente para posar de libertario, justiciero y ético, que es lo que sucede con el jurista Jaime Araujo, quien tiene su propio artefacto de sociedad civil de bolsillo para hacer un protagonismo de baranda contra los pactos de paz alcanzados, luego de 5 años, en la Mesa de La Habana, entre el gobierno del Presidente Santos y la delegación plenipotenciaria de las Farc, los cuales tilda de golpistas contra la Constitución (Santos es dictador civil), de promotores de la impunidad (desconociendo olímpicamente lo ocurrido en la violencia de los años 50 con la constitución del Frente Nacional y los acuerdos del 91 para desmovilizar el M19 y el EPL, que omitieron la verdad y la justicia), apalancadores de la explotación agraria capitalista anticampesina y desconocedores de los derechos humanos como de la justicia social.

 

Araujo, integrante de una reconocida y reaccionaria familia ganadera del Caribe colombiano; un pintoresco personaje de provincia cesarense, con ínfulas de majestad hacendaria ganadera, a la manera de Lafaurie, ignora que la sociedad civil es una construcción social que se llena de contenido político de acuerdo con unos referentes ideológicos, en este caso cada una de las coincidencias cristalizadas alrededor de la agenda temática de la paz con las Farc.

 

Acompañado por un grupo energúmeno, poseído de odio y fanatismo violento, mismo que comanda un sujeto desmovilizado del m19 de nombre Walter Pérez, anuncian guerra, algarabía y jerigonza contra la insurgencia en movilización política. Pérez es una especie de lumpenesco sicario verbal.

 

Como la coincidencia con la oposición de la ultraderecha es un hecho, surge allí un núcleo, que disfrazado de supuesta “izquierda”, pone en riesgo la construcción de la paz y la seguridad de los nuevos liderazgos revolucionarios.

 

Debe tomar nota el gobierno de este descontrolado coletazo de fuerzas oscuras que amenazan prematuramente la convivencia, por su manifiesta agresividad.

https://www.alainet.org/fr/node/178846?language=es
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