Terminación del conflicto: se moviliza la sociedad
- Opinión
Una de las características perversas de la persistencia del conflicto armado en nuestro país fue justamente el debilitamiento de la movilización social; entre otras razones porque hubo una estigmatizacion sistemática de la movilización y protesta social al ser señaladas por los gobiernos de las últimas décadas, -también por sectores de opinión- como la expresión de movimientos subversivos, o para ser más precisos, manifestaciones o manipulaciones de la guerrilla, con lo cual el conflicto armado se volvía funcional al mantenimiento de un orden anacrónico, autoritario y pre-moderno. El orden social era el orden señorial que detestaba y le parecían supremamente molestas las expresiones de los sectores populares, considerados analfabetos o ignorantes y en todo caso incómodos y demasiado exigente de demandas inaceptables.
Por eso, debemos celebrar que en este contexto de terminación del conflicto armado interno y de cese bilateral definitivo del fuego y de las hostilidades, se reconozca por parte del Estado, la protesta social y la expresión de legitimidad que conlleva la movilidad social. Por eso han sido interesantes las expresiones ciudadanas que se han adelantado con diversos tipos de motivaciones, porque significa que los ciudadanos recuperan un espacio natural de la democracia como lo es la calle, para expresar diferentes y a veces contradictorias opiniones. La democracia no se puede agotar en el ejercicio de las elecciones, con todo lo importante que es el mismo; debe complementarse con la posibilidad de expresión directa de los ciudadanos que caracteriza una democracia participativa.
El plebiscito, como mecanismo constitucional de participación, expresión de la participación ciudadana, permite a los ciudadanos, tanto a los ilustrados como a los del común, expresarse a través del voto, sabiendo que allí todos los votos tienen el mismo valor, no se trata de votos de mayor o menor importancia. Un ciudadano un voto es la regla de oro de la democracia procedimental y eso define mayorías y minorías y la decisión de la mayoría todos debemos comprometernos, de antemano, a aceptarla, sabiendo que siempre se debe respetar el derecho de la minoría a expresarse.
Alrededor de esta importante decisión que debemos tomar los colombianos, ya empiezan a darse debates en recintos cerrados, en medios de comunicación -algunos vistos como más sesgados que otros, independiente de la opinión de quién fórmula el juicio de valor- y movilizaciones ciudadanas, de estudiantes universitarios, de sindicalistas, de mujeres, de miembros de los partidos políticos, en fin de la sociedad en su diversidad y es de esperar que cada vez se incrementen estas expresiones ciudadanas, no sólo para hacer divulgación y pedagogía de los Acuerdos, su significado e implicaciones para el futuro del país, sobre los cuales debemos pronunciarnos, sino para argumentar y contra-argumentar porque lo debemos hacer en uno u otro sentido.
Esta participación electoral plebiscitaria, es de naturaleza distinta a las elecciones tradicionales, aunque los efectos sobre las posteriores elecciones de gobernantes del 2018 sean indudables. Primero, porque no se va a escoger una persona o un partido político, sino opinar sobre un Acuerdo que tendrá incidencia en el futuro de nuestra sociedad. Segundo, allí no se trata de escoger entre los odios de este dirigente contra aquel otro, ni tampoco decidir sobre las frustraciones de este o aquel gobernante. No. Se trata de que los colombianos pensemos y decidamos que es lo que mejor conviene para la sociedad colombiana y su futuro inmediato. Por eso es tan importante la opinión de los jóvenes que son quienes van a tener la responsabilidad de construir y disfrutar ese futuro que allí se decide. Tercero, tampoco va a pesar mucho el tradicional voto clientelista que intercambia el voto con favores y lealtades con un caudillo; no hay mucho para repartir en esta elección. Por lo tanto va a pesar mucho más es el voto de opinión, de un lado y el voto de afectos del otro.
Ojalá seamos capaces de hacer unas campañas alegres, enriquecedoras de la visión colectiva, conscientes, informadas, y que justamente aceptemos el valor de la política como el mecanismo sustituto de la guerra y que son los ciudadanos del común con el poder del voto los que deciden y no el poder ni de las armas, ni del dinero, ni de la capacidad de vender odios.
De eso se trata la terminación del conflicto armado, de cambiar balas por votos, para tomar las grandes decisiones sociales.
Alejo Vargas Velásquez
Profesor Universidad Nacional
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