El cerebro de Peña Nieto

09/09/2016
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Tras la presentación de la renuncia de Luis Videgaray a la titularidad de la Secretaría de Hacienda y su inmediata aceptación por su jefe y amigo Enrique Peña, o bien la renuncia impuesta por el presidente al secretario –lo que no tiene importancia más que para ellos dos y acaso los familiares y amistades–, EPN fue a Zacatecas a explicar a los gobernados de los que más de 75 de cada 100 se niegan a apoyarlo y lo critican hasta incomodarlo, lo siguiente:

 

“Las decisiones en el orden político (...) sólo las he tomado (pensando) en México y en el futuro en el que tendrá, y quizá hoy no se terminen de entender. Pero llegará el momento en que se comprenda el porqué de cada decisión tomada”.

 

Y en tono quejumbroso dijo Peña Nieto que no faltan “las voces opositoras que a veces descalifican, pero son bienvenidas, porque somos parte de una democracia y en la democracia caben todas las expresiones (…)”. No le queda de otra a Peña Nieto, el Palacio Nacional no es el Palacio de Gobierno de Toluca (16-IX-05-15-IX-11), ni la república es el estado de México que gobernó con el muy poderoso Grupo Atlacomulco, sin complicaciones y en colaboración con Vicente Fox y Felipe Calderón.

 

Con dificultades pero este aprendizaje ya lo asimiló el grupo gobernante, con la excepción de Aurelio Nuño.

 

Por supuesto que las decisiones presidenciales obedecen a un proyecto de nación (subordinada) que se abre paso con éxitos y fracasos, más con los segundos que los primeros desde hace ¡34 años! Y con el sello (o estilo) personal de gobernar de cada uno, desde Miguel de la Madrid hasta Peña. Cuentan que el segundo “ha buscado desde el principio: un espacio digno en la historia”

 

Entre las “decisiones en el orden político” la más trascendente para el futuro inmediato y el 2018 para el aún cerradísimo grupo Toluca-Pachuca que gobierna al país, fue lo que llamaban las dos “vicepresidencias” con las que gobernaba EPN. No, es muchísimo más, despidió al estratega de la campaña presidencial, al doctor que supo remontar la crisis generada por el arrebato del imberbe candidato ante los estudiantes de la Universidad Iberoamericana para reivindicar el indefendible golpe de mano en San Salvador Atenco: tres muertos, decenas de heridos, cientos de encarcelados y 30 mujeres violadas.

 

Videgaray Caso es el autor intelectual de la concepción de las 13 reformas estructurales y el Pacto por México para que las suscribiera la partidocracia de los tres principales partidos, en sustitución de sus legisladores que solamente tuvieron espacio para enmiendas mínimas a las iniciativas de ley. Claro que Jesús Zambrano atribuye la autoría a su aliado y amigo Jesús Ortega, y algunos priistas al muy menor pero harto enriquecido (ilícitamente) José Murat.

 

El ahora exsecretario de Hacienda, un distinguido alumno de Pedro Aspe –mismo que descubrió que “la pobreza es un mito genial” y ahora disfruta su condición de gran capitalista–, era sin exageración el cerebro del presidente y del gobierno que aún asegura “Mover a México”, aunque para lograrlo tenga que sacrificarlo porque asumió toda la responsabilidad y los costos de una decisión que por supuesto no tomó solo, la visita del demonizado Donald Trump, en la misma proporción que se endiosa a Hilary Clinton, la que como titular del Departamento de Estado permitió el trasiego de armas por agencias federales estadunidenses para los narcos mexicanos, el mayor número de las deportaciones de la historia, los asesinatos de paisanos situados de este lado de la frontera por la US Border Patrol…

 

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