Debemos terminar el conflicto armado
- Opinión
Después de más de medio siglo de enfrentamientos con guerrillas alzadas en armas contra el Estado colombiano, finalmente nos encontramos a las puertas de su terminación con la guerrilla más numerosa, más fuerte militarmente y de más arraigo campesino. Y claro, eso dejo muchas heridas y cicatrices en la sociedad colombiana, las propias de una confrontación de tan larga duración; pero ahora tenemos la posibilidad de cerrar ese ciclo y abrir las puertas a construir, entre todos, una sociedad moderna, democrática y donde la diversidad sea una de nuestras principales riquezas. Ese es el desafío que todos los ciudadanos tenemos el próximo domingo.
El Acuerdo Final que estamos convocados a refrendar todos los colombianos, que es uno razonable, no perfecto –normalmente las obras de los seres humanos no lo son-, llena los requisitos mínimos de uno de este tipo y es el producto de un esfuerzo de larga duración, de los distintos gobiernos, desde los esfuerzos pioneros del presidente Belisario Betancur que intentó a comienzo del decenio de los 80s del siglo anterior, antes que el mismo se generalizara y degradara, llegar a una solución política concertada – esa experiencia nos dejó aprendizajes importantes-, posteriormente el presidente Virgilio Barco, con su slogan de “mano tendida y pulso firme”, logro que se concretara el acuerdo y desmovilización del M-19, el EPL, el Movimiento Quintín Lame, el PRT; posteriormente el gobierno de Cesar Gaviria logro los acuerdos y la desmovilización de la Corriente de Renovación Socialista y lo intentó con la Coordinadora Guerrillera Simón Bolívar, que agrupaba a las FARC, el ELN y el sector del EPL que no se desmovilizó y no dio resultado. Luego intentó una ofensiva militar como las que se dieron en gobiernos posteriores. El gobierno de Ernesto Samper también lo intento tanto con las FARC como con el ELN, pero la crisis política en que se sumió este gobierno no le dejo mucho margen de maniobra política.
El gobierno de Andrés Pastrana, además de hacer un intento muy serio de concertar con las FARC, aunque sin una buena estrategia de negociación, en paralelo impulsó, en el marco del Plan Colombia, la más importante reforma de la Fuerza Pública, que la preparó para enfrentar eficazmente la otra fase de la confrontación militar. El presidente Álvaro Uribe con su política de ’seguridad democrática’ le propino duros golpes a las FARC y contribuyó de manera sustancial a cambiar el escenario estratégico de la confrontación militar y si bien no tuvo éxito en los acercamientos con las FARC, sí logró la desmovilización de la mayoría de los grupos paramilitares y adelantó en la Habana conversaciones con el ELN durante dos años.
Por consiguiente, el Acuerdo de Fin del Conflicto, es el resultado de experiencias y aprendizajes acumulados durante varios gobiernos y el éxito logrado nos permitirá a los colombianos iniciar de un lado un proceso de implementación de estos acuerdos, que en su mayoría deben beneficiar a las regiones rurales más pobres y descuidadas por los gobiernos. Pero también nos deja en condiciones de plantearle al ELN, la otra guerrilla en este conflicto, que se llegó la hora de terminar esta confrontación y que deben sumarse a construir un país en paz.
Alejo Vargas Velásquez
Profesor Universidad Nacional
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