Ayotzinapa: Nueva jornada de lucha

16/12/2016
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Padres de los 43 estudiantes desaparecidos de la Normal Rural de Ayotzinapa, que en rigor son 42, pues Jhosivani Guerrero de la Cruz fue plenamente identificado en la Universidad de Innsbruck, Austria, “empezaron una nueva jornada de lucha” por “la devolución de los normalistas”, víctimas de desaparición forzada desde el 26-27 de septiembre de 2014, en Iguala, Guerrero, al decir de su abogado y también del Centro de Derechos Humanos de la Montaña Tlachinollan, Vidulfo Rosales Sierra (La Jornada, 15-XII-16, p. 14).

 

De acuerdo con la información de aquél y de otros medios, “la nueva jornada de lucha” consistió hasta el miércoles 14, en lanzar “petardos, cohetones y bombas molotov contra las instalaciones del 50 Batallón de Infantería, ubicado a un costado de la Autopista del Sol México Acapulco, en esta capital” (Chilpancingo).

 

“¡Devuelvan a nuestros compañeros, ustedes saben dónde están!, gritaron los normalistas a los militares, mientras los padres exigían: ¡devuélvannos a nuestros hijos! Al filo de las 14:50 horas, los inconformes lanzaron cocteles molotov que afectaron al menos tres vehículos que se hallaban en el interior del cuartel, cuyos medallones quedaron destrozados (…) El ataque al batallón duró alrededor de cinco minutos, y los militares respondieron con gases lacrimógenos.”

 

El diario que como ninguno se distingue por un abierto compromiso con el movimiento social, omite que los jóvenes acudieron a “la nueva jornada de lucha” con los rostros cubiertos, práctica ajena a los activistas de las causas populares de los años 60 y 70 del siglo pasado, incluidos los jefes guerrilleros Lucio Cabañas y Genaro Vázquez, a los que tanto dicen admirar.

 

No es ni la primera ni la última movilización realizada afuera de una instalación castrense, una de las primeras fue la realizada frente a la Secretaría de la Defensa Nacional para exigir la liberación del general Francisco Gallardo, el 9 de noviembre de 1997, y para que Ernesto Zedillo recibiera en audiencia a José Francisco, Marco Vinicio y Alejandro Gallardo Enríquez. No se molestó el hoy empleado de Procter & Gamble, trasnacional a la que favoreció desde Los Pinos.

 

Más recientemente, del 17 de diciembre de 2014 al 16 de enero de 2015, se registraron mítines y plantones realizados por civiles en 28 instalaciones del Ejército y la Marina de 17 ciudades de siete estados y la capital del país (Utopía, 20-III-15):

 

http://forumenlinea.com/site/index.php?option=com_content&view=article&id=1776:utopia-1512-protestas-civiles-en-cuarteles-20-iii-15&catid=12:utopia&Itemid=492

 

En cinco de ellos “los quejosos” entregaron un documento en el que solicitaron ingresar a los cuarteles y sólo en la sede del 27 Batallón de Infantería en Iguala hubo “hechos violentos” que ocasionaron “daños”.

 

Poca creatividad, pues, en un movimiento extraordinario que logró tres movilizaciones gigantescas, superiores sólo en el número de asistentes a las más grandes realizadas en 1968 y una enorme simpatía en la aldea global. 27 meses después sus dirigentes lograron la hazaña de convertirlo en una brega más de las que se libran en el país. Gracias, entre otras causas, además del natural desgaste por el tiempo transcurrido, a una dirigencia contradictoria, estridente sólo en el discurso y “radical” por sus acciones vandálicas y provocadoras. Sé muy bien que lo anterior es políticamente incorrecto colocarlo negro sobre blanco, pero la simpatía acrítica con la causa de Los 43 (42) genera lo que ahora nuevamente se critica.

 

Sólo que hoy la amenaza de legalizar la militarización de la vida pública está a la vuelta de unos cuantos foros, dos o tres meses y las consabidas negociaciones entre la “clase política”. Deseo equivocarme.

 

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