Inusual, sin precedentes…

23/01/2017
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Incendios: un desastre previsible...
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Una vez más los responsables políticos esconden su incuria y su incompetencia con un desparpajo inaceptable. Buena parte de Chile arde alegremente, y es “por culpa de los intensos calores”, a causa de “vientos de dirección impredecible” o simplemente por pura mala suerte.

 

Mariano Fernández, ministro del Interior, se duele de las insuficiencias del Estado para hacerle frente a esta “catástrofe inusual” y anuncia que se solicitará ayuda a otros países. Si eso no es una llana y patética confesión de impreparación, se le asemeja mucho.

 

Las catástrofes “inusuales y sin precedentes” son frecuentes, recurrentes, repetitivas, desde hace décadas, para no decir siglos. Si Valparaíso es un buen ejemplo, no es el único.

 

Entre Puerto Cisnes y Coyhaique los bosques milenarios ardieron durante años, sin que la catástrofe “inusual” inquietara a nadie. Nadie puede alegar desconocimiento, habida cuenta que en el sitio web de la Biblioteca Nacional, bajo el título “La lenta y difícil ocupación de la Patagonia occidental - Exploradores y colonos en Aysén (1870-1927)”, encontramos la siguiente frase:

 

“Un aspecto negativo del empuje colonizador fue la desaparición de vastas extensiones de bosque nativo en gigantescos incendios que llegaron a durar años, los que eliminaron la capa vegetal en muchos lugares y contribuyeron a una acelerada erosión del suelo.”

 

Bajo las orgullosas enseñas del Ministerio de Educación, de la Dirección de Bibliotecas, Archivos y Museos, de la Biblioteca Nacional y de la Biblioteca Nacional Digital de Chile, el mencionado sitio web exhibe la siguiente foto, con el título explicativo: “Bosque quemado en la costa noroeste del lago General Carrera (Memoria chilena)”.

bosque quemado

 

Volviendo a la serie de incendios que asolan la mitad del país, se conocen catástrofes algo más “inusuales y sin precedentes”.

 

Los incendios, como otros incidentes extremadamente peligrosos para la población –terremotos, epidemias, inundaciones, explosiones volcánicas, etc.– si bien son aleatorios, pueden ser combatidos ex ante mediante un simple principio de precaución.

 

Cualquier niño sabe que Chile es un país de fuerte actividad sísmica, sin embargo el terremoto –y el maremoto– de febrero del año 2010 sorprendió a las autoridades en Babia, sin los más elementales dispositivos necesarios para reaccionar ante la catástrofe. El comandante en jefe de la Armada no disponía en su hogar ni de una pinche linterna eléctrica, ni de un sistema de comunicación autónomo que le permitiese entrar en contacto con sus subordinados. No sabiendo qué hacer, según declaró más tarde, decidió volver a la cama y seguir durmiendo.

 

La presidente de la república, desamparada, desorientada, tan desprovista de medios de comunicación como su jefe de guerra naval, recibió y entregó informaciones contrarias a la seguridad de miles de ciudadanos.

 

Meses más tarde tuvo la vergüenza de recibir –como una ofrenda a un país tercermundista– algunos teléfonos satelitales que le trajo Hillary Clinton. Finalmente (¿finalmente?) la evitable muerte de decenas de habitantes del litoral la llevó a responder de acusaciones de incuria ante los Tribunales.

 

Ahora, la TV, tan despistada como siempre, nos muestra algunos lugareños combatiendo el fuego con palas, o con ramas secas… Nos informa que en Pirque se “arrendaron bulldozers para combatir el fuego”... Destaca que los “brigadistas parten a combatir el fuego con una mochila en la que llevan 20 litros de agua… (sic) y que deben ahorrarlos habida cuenta de la lejanía de los centros de reaprovisionamiento”.

 

En la misma TV, un “experto” explica doctamente que cavar zanjas es la mejor forma de limitar la extensión de los incendios, antes de que otro “experto” le contradiga mostrando que los fuertes vientos hacen llover chispas y ramas ardiendo sobre zonas muy alejadas, en las que la vegetación arde como yesca.

 

El gobierno anuncia buscar un “acuerdo con el sector privado para hacerle frente a los incendios”. En otras palabras, acaba de crear una oportunidad de negocio basada en su propia incapacidad a hacerle frente a lo previsible.

 

Previsible porque la propia experiencia, y la de otros países (EEUU, Portugal, España, Francia, Grecia, Australia, Rusia, Canadá, China, etc.), enseña que hay que construir las estructuras apropiadas, y dotarlas de los medios más eficaces, ANTES de que se produzcan los incendios.

 

Habida cuenta de nuestra propia historia, la cuestión no reside en saber si habrá incendios, sino cuando y dónde.

 

En buena parte del mundo los bomberos son una estructura integrada en las fuerzas armadas, o en el ministerio del Interior, con tropa altamente especializada en el socorro a la población civil. Estructura dotada de médicos, enfermeros, bomberos, especialistas de alta montaña, de obras civiles, de rescate, de transporte y otras actividades críticas.

 

Se trata de estructuras equipadas con ambulancias, carros bomba, helicópteros y aviones de combate contra el fuego, sistemas de alerta, de comunicación radio, de localización vía GPS, radares, drones, e incluso de sistemas de observación desde satélites.

 

En Chile se hace “motivo de orgullo” que los bomberos sean hombres y mujeres benévolos, que le quitan tiempo a su propia vida –y pierden a veces la vida misma– para ofrecerlo a sus vecinos. Chile dispone de brigadistas equipados con mochilas para transportar, a lomo de hombre, 20 litros de agua.

 

La “catástrofe inusual y sin precedentes” muestra que ya es hora de reconsiderar el tema.

 

La última guerra en la que Chile participó con tropas de mar y tierra fue la Guerra del Pacífico (1879-1883), o sea hace ya 134 años… Lo “inusual” de las guerras no le impidió a este país comprar la última moda en quincallería de combate aéreo (aviones F-16), ni submarinos Scorpene cuyo enemigo más letal, hasta ahora, fue un maremoto.

 

Por una fracción de lo que cuestan esas joyitas, Chile podría disponer de aviones cisterna –bombarderos de agua y de retardadores de combustión– y de helicópteros de combate contra incendios de probada eficacia en las peores condiciones, amén de otros implementos absolutamente necesarios en un servicio de defensa civil. O sea de material profesional, adecuado al tipo de incendio que estamos sufriendo ahora, en vez de palas, ramas y mochilas de agua.

Beriev Be200

 

Para que Cristián López, comandante de Bomberos de Pumanque, no tenga que declarar nunca más:

 

Los Bomberos se han sacado la cresta, no puedo tener voluntarios trabajando más de 24 horas, no doy abasto. Estamos en una guerra. Esto es un desastre. Nunca había visto esto. En Pumanque ya se ha quemado el 80% de las tierras, qué más estamos esperando? ¿Más bomberos y brigadistas muertos? ¿Más campos y casas arrasadas? ¿Dónde está el Estado, la voluntad y la actitud de emergencia? Esto no es una película. ¿Cómo podemos ser tan light? Mientras nuestra televisión pasa de la tragedia al horóscopo…”

 

Amén.

 

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