El mensaje y mandato de Cajamarca (Tolima-Colombia)
- Opinión
La herramienta para derrotar a las castas corruptas colombianas (“santistas”, “uribistas” y “vargas-lleristas”) y a sus adláteres y servidores cooptados, finalmente fue diseñada con la ayuda de la dinámica social y popular. Es un aprendizaje de enorme trascendencia.
El triunfo del pueblo de Cajamarca (Tolima) ha sido determinante en esa tarea. La preminencia del agua sobre el oro; del NO a la minería sobre el SI al proyecto de La Colosa (Anglo Gold Ashanti); de la coherencia popular sobre las falsas promesas de desarrollo; de la conciencia ambiental de habitantes rurales y urbanos de ese municipio sobre el interés particular de las grandes transnacionales; de la dignidad de un pueblo sobre la inmoralidad del gobierno central encabezado por Santos y el ministro de Minas; del sentido común por defender su territorio frente al interés de despojo del gran capital; ha enviado un mensaje concluyente y un mandato perentorio a las fuerzas democráticas colombianas.
El mandato es construir una “Amplia Coalición Ciudadana Anti-corrupción”, independiente de los partidos políticos pero sin rechazar a nadie, profundamente democrática en su composición. Pero, además, comprometida totalmente con tres elementos que estuvieron en el centro de esa gesta histórica que se desarrolló a lo largo de los últimos 8 años de resistencia, que se concretó con la consulta popular y un triunfo contundente: 1. Lucha contra la corrupción, tanto local como global (nacional e internacional); 2. Defensa irrestricta de los recursos naturales (bosques, selvas, agua y biodiversidad) frente a la depredación extractivista; y, 3. Recuperación y fortalecimiento de la producción (industria, agricultura, artesanía, turismo, etc.) para garantizar empleo digno y bienestar para las mayorías.
“Amplia”, porque debe convocar a todos los sectores y personas, más allá de diferencias de clase, etnia, género, cultura, religión o partido político. “Coalición”, porque debe convocar y juntar a diversas organizaciones políticas y sociales sobre la base de construir un programa incluyente y transformador que entusiasme a las grandes mayorías de nuestra nación.
“Ciudadana” porque esa figura política fue una conquista de los trabajadores y del pueblo plebeyo parisino durante la Revolución Francesa. Se usó para oponerla a las categorías de reyes, nobles, clericales, señores feudales, burgueses y otras castas (cortesanas) que justificaban la desigualdad y la discriminación en esos tiempos. Después, esa categoría fue asimilada por la democracia burguesa y completamente desnaturalizada. Hoy, frente a la ofensiva del gran capital financiero, al desconocimiento y negación de su propia legalidad y frente a la precarización de la vida del 99% de la población, esa condición política puede y debe ser aprovechada por los plebeyos del siglo XXI para construir nuevas formas de democracia. Y efectivamente, está sirviendo para movilizar a millones de personas.
“Anti-corrupción”, porque es uno de los problemas que azotan a los pueblos, a las sociedades y a los Estados del mundo actual. Corroe especialmente a las castas dominantes. Hoy es un cáncer que ha hecho metástasis en Colombia. Sabemos que “la corrupción es el sistema” pero, debemos ir por partes derrotando la corrupción político-administrativa para acumular fuerza con base en triunfos y gestas que tenemos a la mano. En Colombia se ha hecho evidente la corrupción de “los de arriba”, de empresarios y grandes políticos. Hace 8 años Antanas Mockus aprovechó ese fenómeno para desencadenar la “ola verde” pero no fue capaz de enfrentar la corrupción de los poderosos por temor a que se liberara una rebelión de “los de abajo”. Sin embargo, la situación actual es muy diferente.
La indignación actual es mayor, masiva y evidente. Están empezando a expresarse los acumulados de las luchas que nuestro pueblo ha desarrollado desde 2008 (paro de los corteros de caña, mingas indígenas, paros agrarios, campesinos, mineros y de camioneros, movilizaciones estudiantiles, resistencias a mega-proyectos mineros y energéticos, innumerables protestas contra los deficientes servicios de salud y educación, rechazo general a la privatización de los servicios públicos) pero, ahora, la herramienta es la consulta popular, el voto consciente y libre, la acción pacífica y ciudadana, el rescate y la construcción de nuevas democracias. Se empieza a avizorar y a vivir una nueva ola democrática que esta vez va a ser “multicolor” y absolutamente creativa y revolucionaria.
La gesta histórica de Cajamarca, además de ser un triunfo del pueblo tolimense, colombiano, latinoamericano y de la humanidad, ha enviado un mensaje muy claro a todos los demócratas de nuestro país. Hay que aprender de esa importante experiencia.
Bogotá, 27 de marzo de 2017
E-mail: ferdorado@gmail.com / Twitter: @ferdorado
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