Carter, Pyongyang y Washington

16/08/2017
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“Corea del Norte quiere paz, pero teme una agresión”, tal es la conclusión de James Earl Carter, presidente número 39 de Estados Unidos, quien despachó en la Casa Blanca en plena Guerra fría contra la Unión Soviética y el Pacto de Varsovia, del 20 de enero de 1977 al 20 de enero de 1981. Durante sus primeros 25 meses de gobierno cubrí la corresponsalía del periódico Oposición y de Radio Educación –y por esta vía del Canal 11– en Moscú, por ello el personaje me resulta “familiar”.

 

La conclusión de Carter la tomo de un ilustrativo comunicado que distribuyó la Fundación Carter, y en el que explica que “la dura retórica de Washington y Pyongyang durante los últimos meses ha exacerbado la relación de confrontación actual entre ambos países, y probablemente ha eliminado cualquier posibilidad de conversaciones de paz de buena fe” entre EU y República Popular Democrática de Corea.

 

Propone el expresidente demócrata que además de “frenar la retórica guerrera”, desde EU deben alentar las conversaciones entre Corea del Norte y otros países, especialmente China y Rusia, ya que el reciente voto unánime del Consejo de Seguridad de la ONU para nuevas sanciones, sugiere que estos países podrían ayudar”.

 

En todos los casos, advierte Jimmy Carter, reconocido por sus excelentes oficios en zonas conflictivas para los intereses de USA, como Cuba y Venezuela, que es indispensable evitar un intercambio nuclear, y para ello todas las partes deben asegurar a la RPDC que “renunciaremos a cualquier acción militar contra ellos si Corea del Norte sigue siendo pacífica”.

 

El muy destacado expresidente asegura que los dirigentes de la RPDC “han venido declarando la voluntad de alcanzar un acuerdo de paz con EU que ponga fin a la actual situación de cese del fuego vigente desde 1953”, al tiempo que “mantienen el temor a un ataque militar” estadunidense.

 

Varias agencias noticiosas dieron cuenta que representantes de Pyongyang y de Washington mantienen conversaciones secretas, con todo y los altísimos decibeles en su confrontación, alimentada principalmente por las típicas declaraciones belicosas de Donald Trump, pero por fortuna sin mayores consecuencias prácticas, contra la RPDC y Venezuela, para conservar su mermada base social, para azuzar a los sectores ultranacionalistas y concentrar la atención mediática en el exterior, en momentos en que se siente acorralado judicial y mediáticamente por los yerros cometidos y sus maniobras sin precedente.

 

El también exgobernador de Georgia tiene en su haber tres visitas a la RPDC, 20 horas de conversaciones con Kim Il Sung (junio del 94) y Kim Jong Il (agosto de 2010 y mayo de 2011), abuelo y padre de Kim Jong-un. Las recomendaciones son de un gran conocedor.

 

Carter recuerda que en junio del 94 Kim Il Sung accedió a someter todos sus programas nucleares bajo supervisión del Organismo Internacional de Energía Atómica y a buscar un acuerdo mutuo con EU sobre un tratado de paz permanente, a tener conversaciones con el presidente de Corea del Sur y tomar medidas para aliviar la tensión en la península.

 

Kim Jong Il “me notificó a mí y a los líderes en Washington que cumpliría las promesas hechas por su padre. Estas obligaciones fueron posteriormente confirmadas oficialmente en las negociaciones en Ginebra”.

 

En todas las conversaciones “los norcoreanos enfatizaron que querían relaciones pacíficas con EU y sus vecinos, pero estaban convencidos de que planeábamos un ataque militar preventivo contra su país”.

 

Ellos querían un tratado de paz (especialmente con EU) para “reemplazar el acuerdo de cesación del fuego que había existido desde el final de la Guerra de Corea en 1953 y para poner fin a las sanciones económicas que les habían sido muy perjudiciales durante ese largo período transitorio”.

 

Testimonio clarísimo y que está muy lejos de la propaganda imperial que todo lo reduce a “dictadores” y “liberadores”, y que el oligopolio mediático reproduce hasta la náusea en México y la aldea.

 

Utopía 1861, 16-VIII-17

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