A Miguel Ángel (El Ratón) Velasco Muñoz, 18 años después.

Enrique Ochoa, presidente del Revolucionario Institucional por decisión del primer priista de México, Enrique Peña, con singular voluntarismo que confunde los deseos con la realidad, juró a los integrantes del Consejo Político Nacional que “Los priistas estamos unidos y estamos más fuertes que nunca. Por eso le vamos a ganar al populismo autoritario, le ganaremos al frente (‘Ciudadano’ por México) sin pies ni cabeza y a la feria de los candidatos sin partido”.

Si tan desproporcionada afirmación política tuviese los mínimos visos de ser reflejo de la compleja realidad, Ochoa Reza –dueño de más de un centenar de taxis, antes director de la Comisión Federal de Electricidad, es decir, un tecnócrata que hace política”– no estaría tan obsesivamente activo con sus promociones contra Ricardo Anaya hoy y hace seis meses contra Andrés Manuel López Obrador, en ambos casos contando con los servicios del dueño de El Universal, para favorecer a los hombres del señor presidente, sean del PRI o de Acción Nacional. Lo que importa es el negocio y las concesiones que otorgan, en lo que Francisco Ealy Ortiz es un experto. Basta recordar que con Carlos Salinas en Los Pinos, Ealy estrenó tres rotativas y con Vicente Fox cambió a azul el color del cabezal.

Todas las encuestas, incluso las hechas a favor del que las paga, muestran que el Institucional ocupa un sólido tercer lugar en las preferencias, debajo de los tres partidos del FCM y éste abajo del Movimiento Regeneración Nacional.

Por ello es normal que el gobierno (federal) y su partido empeñen sus mejores esfuerzos en desplazar a la creación de Anaya Cortés y Alejandra Barrales –en rigor de Jesús Ortega– y el caza oportunidades y candidatos (previa venta) Dante Delgado.

Si el Revolucionario aspira con un mínimo de seriedad a meterse a la puja por la silla presidencial es preciso que desplace al FCM. Y si no lo logra, lo cual es posible, pues apostar casi todas sus canicas, que son muchísimas, al también conocido como Joven Maravilla o Aprendiz de Mafioso (AMLO dixit), Ricardo Anaya, porque el objetivo supremo es impedir que el tabasqueño despache en Palacio Nacional. Hombres preparados hasta contar con tres doctorados, pero apasionados hasta la obnubilación, ya hablan de un supuesto “Mario Aburto”. Ésa es la vía más directa para incendiar a México.

De acuerdo con el presidente del PRI –al que llaman Clavillazo sin percatarse que es un elogio, ya que Antonio Espino Mora fue un actor cómico de primera, gustos aparte–, Peña Nieto “es el activo más importante” del partido porque “supo llamar a la unidad nacional”.

No pongo en duda el llamamiento ni que los niveles de aceptación ciudadana del presidente mejoraron después de los sismos, tendencia que lleva meses, pero no como para decirle al jefe del grupo gobernante que es el activo más importante. Por el contrario, cualquiera que sea el candidato oficial tendrá que deslindarse desde muy temprano de Peña. Y esto no excluye al más leal, Aurelio Nuño Mayer.

En efecto, es una feria de candidatos “independientes” la auspiciada por el PRI, mismos que de la noche a la mañana cambiaron de cachucha, como Margarita Zavala quien desde 1984 portó la del PAN, y en un acto de travestismo es precandidata sin partido, como lo anunció desde mayo de 2016 en Radio Fórmula: “Con el registro del PAN o como independiente, pero seré candidata a la Presidencia de la República. ¡Qué demócrata señora!

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