Marcha masiva y pacífica sentó a Macri en el banquillo
- Análisis
Se realizó una marcha de mayoría de trabajadores y sectores humildes contra el ajuste. No hubo violencia, que habría convenido al gobierno. El presidente salió perdiendo. Ídem los dirigentes gremiales que se bajaron del acto por compromisos con Macri.
La marcha del 21F fue un éxito para sus organizadores, Hugo Moyano y el sindicato de Camioneros, su alma mater. También para sus aliados: Sergio Palazzo, Asociación Bancaria y Corriente Federal de Trabajadores; Juan Carlos Schmid, Dragado y Balizamiento, y CGT; Esteban Castro, trabajadores de la Economía Popular, CTEP; Pablo Micheli, CTA Autónoma y Hugo Yasky, CTA de los Trabajadores, que también fueron oradores. La lista de convocantes era mucho más amplia, de gremios, cooperativas, trabajadores en conflicto, entidades de derechos humanos y de partidos políticos opositores, sobre todo del peronismo y la variopinta centroizquierda e izquierda.
La valoración de exitosa arranca por una cuestión numérica. Según los organizadores hubo 400.000 personas. Dos horas antes de que hablara Moyano la Policía estimaba la concurrencia en 150.000, que se engrosó con las columnas y gente suelta que siguió llegando.
Aún cuando esos números pudieran estar un poco inflados, aún con esos descuentos querría decir que hubo 300.000 personas o más. Y eso significa que fue algo multitudinario. Sirve como termómetro para medir cuánta bronca y críticas concita Mauricio Macri por el filo impiadoso del ajuste que corta puestos de trabajo, ingresos y jubilaciones, tema central los seis oradores.
También en cuando a la magnitud de la jornada el gobierno falló por completo. Santiago Dapelo, de “La Nación”, publicó ayer que “algunos asesores de Macri anticiparon que Moyano podría convocar a 200.000 personas, aunque son pocos los que creen que pueda superar los 100.000. Desde el gobierno porteño, en tanto, no se animaron a tanto y pronosticaron unos 50.000 asistentes”. Eran meras expresiones de deseos, pulverizadas por la realidad.
En paz
Otra incógnita a develar era si habría o no violencia. Los organizadores trabajaron por un acto pacífico. Sabían que cualquier incidente, por mínimo que fuera, sería usado por el gobierno para victimizarse y añadir una nueva acusación en su contra. Que habían fomentado la violencia sería el sambenito que acompañaría la acusación falsa primaria en todo el sentido de la expresión, de que el 21F era un invento de Moyano para defenderse de las causas en su contra en la justicia.
Eso, junto al señalamiento de que esta marchas sería parte de aprietes y mafias, es el libreto básico que Macri, sus ministros, medios concentrados y las redes antisociales. Eso quedó desairado por los hechos.
El tema de la violencia es muy interesante. El violento no es el manifestante que ha sido despedido en Fanazul, Fadea, Inti, Río Turbio o ingenios del norte y que en medio de una protesta tira una piedra. La violencia es otra: es el capitalismo dependiente que tritura empleos e ingresos, con leyes y decretos de no necesidad ni urgencia del presidente respaldados por una parafernalia bélica como se vio en el Congreso el 14 y 18 de diciembre pasado, cuando procedieron manu militari al latrocinio previsional.
Ayer no voló ni una piedra. Se quedaron con las ganas el provocador PRO y exduhaldista Eduardo Amadeo que había declarado “si en la marcha hay violencia, que se la banque Moyano”.
También despistó Horacio Rodríguez Larreta, jefe de Gobierno de la Ciudad, cuando en la mañana aseguraba a sus amigos de Radio Mitre que “si ocurre algo, la orden de la Policía es actuar”.
Mucha amplitud
El macrismo estimaba que la foto de Moyano y sus adláteres iba a servirle para desprestigiarlos a todos, de cara a la sociedad. A los fanáticos de Macri y Carrió, votantes del núcleo duro del PRO-Cambiemos con eje en Recoleta, los countries de zona norte y los sojeros de la pampa húmeda, cualquier foto los iba a enervar.
Sin embargo, el palco mostró una amplitud notable, donde se mezclaban sindicalistas tan disímiles como los que usaron la palabra, junto con Omar Plaini, Pablo Moyano, Sonia Alesso, Julio Piumato, Roberto Baradel y muchos más, con la ausencia de Cachorro Godoy (ATE). Y en el palco o sus adyacencias, Jorge Taiana, Alberto Fernández, Aníbal Fernández, Hebe Bonafini, Máximo Kirchner, Juan Grabois, Lito Borello, el radical Nito Artaza y un largo etcétera.
Una crítica que sí le cabes a Moyano y demás organizadores es el sesgo de machismo de no abrir su lista de oradores a dos mujeres sindicalistas. Seis hombres hablaron. El micrófono fue sólo de ellos. Y eso que el acto fue a escasos quince días del paro nacional de mujeres del 8 de marzo, en el Día de la Mujer. El sindicalismo, sobre todo el de la CGT, es uno de los dinosaurios en esta materia.
Buenos discursos
Varios de los oradores coincidieron en la crítica al gobierno neoliberal y su plan de ajuste. Eso refutó la teoría gubernamental de que todo era un capricho de Moyano para zafar de las acusaciones judiciales y que no había una consigna de la marcha. Vaya si las había. Paritarias libres y sin topes. No a la reforma laboral precarizadora del empleo. Anulación del decreto 27/2018 que modifica 140 leyes o decretos, y deroga otras 19 leyes con un objetivo favorecedor de grupos económicos. Contra la reforma previsional. Fin de los despidos y tarifazos. Esas fueron consignas que se ventilaron desde el palco instalado en las avenidas 9 de Julio y Belgrano. Por abajo, en el público, trabajadores explicaban sus razones particulares, como la delegación de mineros de Río Turbio, Santa Cruz, que reclamaban la continuidad de obras para la usina que dará electricidad a cuatro provincias y ha sido castigada por Macri con 500 despidos ahora y casi 100 el año pasado.
Palazzo dijo bien que “violencia es robarle a los jubilados en el Congreso cuando aprobaron la reforma previsional, violencia es una nueva ley laboral que quite derechos”.
Yasky no le rehuyó el debate al tema corrupción. Que si buscaban ladrones la dirección donde encontrarlos era Balcarce 50, o sea la Casa Rosada. Micheli denunció que el gobierno “piensa que la mejor democracia es una democracia sin sindicatos”.
Moyano por derecha e izquierda
El cronista rescata del discurso del titular de Independiente su denuncia del plan gubernamental que castiga a los más débiles y ajuste a los trabajadores, jubilados y niños. Dijo que ni sus integrantes tienen confianza en su plan porque ni siquiera ellos traen el dinero que tienen afuera, o sea en guaridas fiscales. Su mejor estocada fue decirle a Macri: “Señor presidente, no siga llevando adelante políticas que hambrean a la parte más sensible de nuestra sociedad, a nuestros jubilados”.
Y más allá de sus palabras, más importante que eso, fue el trabajo práctico de Moyano por unir voluntades diferentes para poder sumarlos a todos en este punto de referencia contra el ajuste.
Todo lo demás suyo es discutible, como que él haya sido un joven luchador contra la dictadura militar-cívica (hay en cambio testimonios que lo ubican como parte de la ultraderechista Juventud Sindical de Mar del Plata, colateral de la Triple A).
Es discutible también su afirmación de que no está implicado en ningún acto de corrupción. El cronista no pone las manos al fuego por su honestidad y aguardará las pruebas que pudieran surgir de las causas donde está acusado de corrupción, lavado de dinero y otros delitos. Ojalá sea inocente. Que es un dirigente enriquecido, lo es, aunque por supuesto no tanto como Macri y sus CEOs en el gabinete que tienen la mayor parte de sus fortunas dolarizadas offshore.
Moyano tiene que confiar en su abogado Daniel Llermanos y probar su inocencia, clarificar la causa OCA y las otras cinco donde está denunciado. Eso sería lo decisivo, en vez de bravuconadas como decir “nunca me cagué y tengo pelotas para defenderme solo, no tengo miedo de ir preso, no tengo miedo de que me maten”.
Tratándose del camionero, un orador tan básico y mediocre como Macri, no podía extrañar su referencia Alfredo Leuco, al que aludió sin nombrarlo como que viene de la extrema izquierda y llegó a la extrema derecha. Es cierto, pero no en los términos que Moyano lo acusó de haber participado del ataque al cuartel de La Tablada. Eso es falso. El anticomunismo del sindicalista lo hizo decir esa barbaridad, lo que ayudará a un tránsfuga como Leuco para victimizarse.
Sin paro general
El gran límite de la jornada fue que aún sin los sindicalistas traicioneros que se habían bajado, los presentes no se pusieron de acuerdo en llamar a un paro general contra el ajuste.
El único que lo venía planteando con anterioridad y lo reiteró en su discurso fue Micheli, quien predica llamar en marzo a una huelga general y un plan de lucha nacional. Yasky simpatiza con esa idea pero ayer no lo planteó.
Los tres cegetistas (Schmid, Palazzo y Moyano) omitieron esta cuestión clave. Si así fuera tendría razón el ministro Rogelio Frigerio en su declaración previa de que podría ir mucha gente a la marcha pero “al otro día no pasaría nada”.
Como el ajuste va a seguir, con el litro de nafta a 30 pesos, con una canasta de pobreza de 17.078 pesos en CABA sin contar alquiler, con una inflación del 20 por ciento para el año según la Universidad Torcuato Di Tella, etc, es muy posible que esas vacilaciones dejen su lugar a un paro general en marzo.
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