Abril con sabor a Tierra
- Opinión
Como un cálido cosquilleo que sentimos por los pies, resurge la esperanza de los corazones alegres y de los corazones rotos, con esa fuerza naturalmente descomunal que nuestra querida Pachamama, decide compartir a diario con nuestra pecadora Humanidad, que se niega a reconocer el milagro fortuito de la vida terrenal.
Pon a trabajar tu cerebro, y te pido que imagines que el planeta Tierra, está girando una y otra vez en el Universo. Por favor imagínalo en tu mente, es realmente fácil. Imagínalo como lo aprendiste en la escuela. Un gigantesco globo lleno de color verde, de color azul y de color marrón, que no se cansa de dar muchísimas vueltas sobre su propio eje, y que gira alrededor del sol, de las estrellas, y de los cometas.
No hay duda que ese gigantesco globo es el planeta Tierra. Como ocurre con el tiempo, ese globo jamás detiene su marcha. A veces quisiéramos que ese globo se detuviera por un momento, para corregir ese error que ayer cometimos, para tomar hoy una decisión con entereza, y para no sentir ansiedad por el incierto mañana.
Pero lamentablemente, ese globo que llamamos planeta Tierra, nunca se detiene, nunca deja de girar, y nunca se cansa de vivir. No podemos ni adelantarlo ni atrasarlo, porque el globo fue creado por el tiempo perfecto de la divina perfección.
Yo siempre imagino que mientras la Tierra gira una y otra vez, se escuchan insoportables gritos que retumban a lo largo y ancho del Universo. Se escuchan gritos cargados de envidia, de guerra, de intolerancia, de hipocresía, de abusos, de injusticias, de corrupción, de salvajismo, de impaciencias, de vulgaridades, de perversiones.
Ese globo está enfermo, envenenado, se sacude como si estuviera poseído por Satanás.
Pero yo siempre imagino en mi mente, que sobre ese maldito globo que gira hasta la saciedad, hay una gigantesca cruz que se sostiene inmóvil en el centro de ese globo.
Una benigna cruz que pese a la locura del planeta Tierra, siempre se mantiene bien clavada, bien segura y bien erguida, más allá de las diarias turbulencias que coteja ese sangriento globo.
Esa cruz brilla sobre la oscuridad del globo. Justo ahora siento que estoy brillando en la cruz, me siento salvo y a salvo, no tengo miedo, puedo luchar y vencer en el Mundo.
Puedo escribir con plena libertad. Sin censuras, sin recelos, sin temores. Yo sé que estoy pensando bien. Estoy cómodo con mi personalidad. Tengo derecho a ser como soy, y tengo vida en abundancia para seguir aprendiendo de la vida.
Me siento capaz de superar los obstáculos. Fíjense que yo no salto sobre esos obstáculos, yo no muevo los obstáculos que me impiden avanzar, yo no huyo de esos peligrosos obstáculos, yo no le pago a un mago para que desaparezca los obstáculos, y yo no le pongo flores al obstáculo para disimular la tragedia.
Por el contrario, yo supero cualquier obstáculo del globo, porque tengo el poder de la cruz para romper la piedra del obstáculo, y así caminar en libertad hasta el infinito.
Cuando yo salgo a la calle y el globo empieza a tentarme con su negatividad, yo encuentro un gran refugio de paz, cada vez que imagino el poder de esa inspiradora cruz, que se encuentra clavada en medio del agitado globo, para apaciguar las tormentas de mi jornada, y para darme el coraje que necesito para seguir adelante.
El sol puede hacerme arder de calor, el frío puede hacerme congelar al sol, y las calles pueden invitarme a la desgracia, pero la cruz me pastorea hacia la gracia salvadora.
Puedo escuchar el escándalo del tráfico en los semáforos, puedo toparme con la violencia social del prójimo, y hasta puedo inclinarme en las barandas del puente, pero mientras más loco se vuelve el movimiento del desquiciante globo, más tranquilo me siento con la gran cruz clavada sobre mí ser.
Es como si esa cruz fuera el árbol de la vida. Su tronco me otorga fuerza y confianza, para no sentirme derrotado en la batalla. Sus hojas embellecen mi alma aún en períodos de sequía, y su fruto me inyecta energía para levantarme de los tropiezos.
El globo puede intimidarme con sus hachas y con sus motosierras, pero mientras yo siga clavado en lo alto de la cruz, no habrá espada que atraviese el corazón de mi árbol.
Así es la cruz de nuestro señor Jesucristo. Una cruz que alivia las cargas pesadas, una cruz que rejuvenece el camino, una cruz que convierte el odio en amor. En medio de las tribulaciones del globo terráqueo, sobresale la misericordiosa cruz del rey de reyes, que tiene nuestro destino bajo control, aun cuando nos sentimos perdidos en el descontrol.
Si la cruz del calvario es realmente el árbol de la vida, entonces su tronco fue la madera de crucifixión, sus hojas fueron las ensangrentadas espinas y los ensangrentados clavos, y Jesucristo fue el único y mejor fruto que germinó en las manos de Dios.
¡Oído al tambor! Te estoy regalando una tremenda virtud mental, para lidiar con el combate de la difícil vida cotidiana. Cuando sientas dolor de cabeza, cuando sientas que el cielo te cae encima, cuando te sientas con el agua hasta el cuello, pues imagina que aunque el globo gira y gira mil veces, usted se encuentra sereno, inmóvil y bien clavado, en la misma cruz donde Jesucristo derramó su fe y su amor por nosotros.
Esa cruz fue su victoria, y sigue siendo nuestro triunfo. Pese a las adversidades por tanto giro lleno de mundanismo, imagínate y siéntete protegido en la cruz de Dios. Así obtendrás claridad, oxígeno y suerte, para pagar esas angustiosas deudas, para curar esas enfermedades que duelen, y para no ahogarte en el acelerado abismo de la Tierra.
Te juro que mis palabras son ciertas. Pero para lograr el cambio positivo, debes ser sincero contigo mismo. Debes arrodillarte y abrirle el corazón a Dios. Él ya conoce toda la historia de tu corazón, pero te pide que seas una oveja humilde, y te atrevas a contarle la historia con tus propias palabras.
En voz baja o en voz alta, en la iglesia o en tu cuarto, en el amanecer o en el anochecer. No importa el contexto de la historia, importa que te decidas a invocar su nombre.
Yo sé que no quieres reconocer tus culpas, no quieres reconocer tus miedos, no quieres reconocer tus mentiras. El globo te hizo mucho daño, pero la cruz puede restaurarte.
No importa el complemento circunstancial, en la oración de Dios solo hay cabida para el perdón, para la segunda oportunidad, para el sueño despierto. Pero en la oración del Mundo, solo hay espacio para el orgullo, para la traición, para la venganza.
Paradójicamente, el Día Mundial de la Tierra que celebramos anualmente cada 22 de abril, es una festividad ecológica implantada por Estados Unidos desde 1970.
Como todos sabemos, ese país norteamericano ha sido el peor verdugo de nuestra Madre Naturaleza, intoxicando la sabiduría de su corazón con atómicos antivalores, como: el capitalismo, la codicia, el consumismo, la contienda armamentista, el racismo, el genocidio con sustancias bacteriológicas, la banalidad televisiva, la prostitución del cristianismo, la explotación laboral, la exagerada quema de combustibles fósiles, y demás antivalores que definen a la implacable nación del legendario Tío Sam.
Muchos individuos podrían pensar que el Día Mundial de la Tierra, fue promulgado por los valientes indígenas de Bolivia, por los exuberantes animalitos de Madagascar, o por las obedientes mujeres de Palestina. Todos esos individuos se equivocaron. El famosísimo Día Mundial de la Tierra, es una terrible película de ficción producida por Estados Unidos de Norteamérica.
Actualmente, el Mundo idolatra a su Dios Dinero de Roma, y rechaza al todopoderoso Dios Amor de Jerusalén.
Para muchas personas, la situación del globo no está clara. Se dejan confundir, se dejan timar, se dejan desmotivar. Todos saben que la mentira es diferente a la verdad, pero vivir presos en los embustes de la mentira, es el mejor rumbo de la sociedad moderna.
Nos preguntamos:
¿Debemos vivir cansados mientras giramos dentro del inestable y maldito globo?
¿Debemos vivir calmados mientras permanecemos tranquilos y confiados en la bendita cruz?
¿Debemos vivir en el globo del Mundo, o debemos vivir en la cruz de Jesucristo?
¿Será posible vivir dentro del globo mientras vivimos dentro de la cruz?
Dicen que los polos opuestos se atraen, pero es más fácil rasgarnos las vestiduras dentro del globo, y es más complicado usar la cruz para extirpar el cainismo del globo.
Como si fuéramos aves rapaces, vamos tumbando las puertas y vamos construyendo la incomodidad. Si no conseguimos aplicar la discordia, volvemos a llenar con gasolina el asfixiante globo, buscando que la cruz pague el insensato precio de la mediocridad.
Cuando permitimos que el globo cause la herida mortal, y nuestra cruz se constipa en un llanto de dolor, tendremos que divagar en los confines del cielo nocturno, esperando que el brillo de la cruz cure la irracionalidad del maldito globo.
Maldito globo que destruye nuestro bienestar, por culpa de la eterna cultura del sufrimiento. Si quieres pides perdón, si quieres no pides perdón. No importa lograr la resolución del conflicto, importa comprender el origen de ese conflicto.
¿Por qué somos tan explosivos como la dinamita? Siempre estamos peleando, siempre estamos gritando, siempre estamos criticando, siempre estamos quejándonos, siempre estamos envidiando, siempre estamos robando, siempre estamos abandonando a Dios.
Abandonamos lo bueno y adoptamos lo malo, porque nuestra egolatría nos esclaviza a la tierra fértil de los problemas, que están justificando la existencia humana en el siglo XXI, porque si nos arrodillamos ante la presencia del Dios Dinero, seguro que nos dolerán las rodillas con tantas preocupaciones, pero si nos arrodillamos ante la presencia del Dios Amor, seguro que sanaremos con los pies descalzos sobre la Tierra.
Abril siempre tendrá el sabor de la Tierra, y yo creo que la comida ha sido legendariamente el gran motor de la Humanidad, que nos permite comenzar y terminar la trepidante carrera de la evolución biológica.
Para saciar el hambre y para saciar la sed, los Seres Humanos somos capaces de cazar, robar, matar, hurtar, secuestrar, asesinar, golpear, estafar, contrabandear, vilipendiar, y hasta negar más de tres veces al creador del Universo.
Nuestro instinto de supervivencia se prende o se apaga, dependiendo del grado de pobreza o fortuna que nos caracterice en la vida, y con el objetivo de satisfacer las necesidades básicas de alimentación, podemos violar las leyes constitucionales, olvidar los mandamientos cristianos, y hasta negar más de seis veces al creador del Universo.
Sabemos que la austeridad que sufre Venezuela por la iracunda crisis económica, puede ayudarnos a comprender con mayor claridad las sentencias bíblicas, y puede ayudarnos a reflexionar sobre las equivocaciones que cometemos en la vida, entendiendo que tanto los ciudadanos venezolanos como los individuos extranjeros, están acostumbrados a vivir ciegos en una fatalidad consumista y en una fatalidad capitalista, que bloquea la enseñanza divina de nuestro señor Jesucristo.
En Venezuela, más del 90% de su población se proclama abiertamente cristiana, aunque la violencia de los venezolanos desentona con el pacifismo de Jehová.
Los venezolanos se depredan en las calles y se comportan como animales, para conseguir con agresividad: la leche en polvo, el cartón de huevos, la mantequilla, la mayonesa, la harina de trigo, la pechuga de pollo, las sardinas enlatadas, el jamón de cochino, las heces fecales, el azúcar refinada, el arroz blanco, los macarrones y la sal.
En las famosas “colas” que se edifican frente a los supermercados, los venezolanos maldicen, gritan, patalean, amenazan, saquean, roban, empujan, golpean, y ofenden con groserías al pueblo bautizado por Jesucristo, sin considerar la presencia de niños y ancianos que merecen respeto, y sin considerar que no solo de pan vive el Hombre, sino también vive de toda palabra que sale de la boca de Dios.
Sin comida se cae en la desnutrición, con comida se cae en la gula. La hostia que recibimos en la santa eucaristía, es el único alimento que perfectamente equilibra nuestro organismo, porque contiene el cuerpo y la sangre de nuestro señor Jesucristo.
A continuación quiero hacer una reflexión, y quiero invitar a los lectores a preguntarse:
¿Qué pasaría si todos los Seres Humanos perdiéramos nuestras papilas gustativas?
Las papilas gustativas son un conjunto de receptores sensoriales que se encuentran en la lengua, y que tienen la habilidad de detectar los estímulos y los sabores.
Imagina que nuestra lengua perdiera la capacidad de distinguir el sabor de los alimentos, porque ya no funcionan las papilas gustativas que reconocen esos sabores.
Imagina que no podemos diferenciar entre lo dulce y lo salado, entre lo sabroso y lo amargo, entre lo picante y lo insípido.
Imagina que te comes un pollo frito, y tiene el mismo sabor del agua.
Imagina que bebes miel de abeja, y tiene el mismo sabor del agua.
Imagina que te comes una pizza, y tiene el mismo sabor del agua.
Imagina que te comes unas galletas de chocolate, y tienen el mismo sabor del agua.
Imagina que te comes una hamburguesa, y tiene el mismo sabor del agua.
Imagina que te bebes un tequila, y tiene el mismo sabor del agua.
Todo lo que mastiques, todo lo que comas, todo lo que bebas y todo lo que tragues, tendrá el clásico e inconfundible sabor del agua, porque nuestras papilas gustativas solo reconocen el sabor del agua.
No hay medicina, no hay operación quirúrgica, no hay brujo esotérico, no hay chef versátil, y no hay prestigioso doctor que revierta la realidad. La Humanidad se quedó sin papilas gustativas, y las próximas generaciones de Seres Humanos heredarán la inmutable desgracia.
La gente seguiría teniendo la necesidad fisiológica de comer para aplacar el hambre, pero la clase de alimento que elegiríamos para comer, no sería importante para los millones de consumidores en la Tierra, pues no importaría qué tan barata o qué tan costosa sea la comida a degustar, ya que seríamos incapaces de disfrutar el sabor que originalmente presenta esa comida, y deberíamos conformarnos con el sabor del agua.
Realmente me gustaría que analices el mencionado caso. Imagina que cualquier alimento que comas, tendrá el sabor del agua. Imagina que cualquier bebida que ingieras, tendrá el sabor del agua. Imagina que el sabor de la nada, será el sabor de tu vida.
Nos seguimos preguntando:
¿Para qué malgastar el dinero comprando el costosísimo queso azul, si tendrá el insípido sabor del agua?
¿Para qué malgastar el dinero comprando el baratísimo queso blanco, si tendrá el insípido sabor del agua?
¿Para qué comprar queso si no podremos disfrutar el sabor del queso?
La lógica nos dice que las personas ahorrarán mucho dinero, pues sus gustos alimenticios ya no serán tan exigentes, ya que los consumidores comprendieron que todos los alimentos comprados, tendrán irremediablemente el insípido sabor del agua.
De allí, que la escatológica y mundana necesidad de simplemente llenar el estómago, permitirá que la gente prefiera comprar un barato kilo de frijoles para llenar la barriga, antes que comprar un costoso kilo de atún para llenar esa misma barriga.
Pero nos preguntamos: ¿De verdad la gente cambiará sus hábitos de consumo?
Vivimos en una sociedad tan sucia y tan viciada, por culpa de los antivalores del capitalismo y del consumismo, que yo estoy seguro que muchísima gente seguirá comprando alimentos costosos, solamente para seguir viviendo de las apariencias sociales, para demostrar un absurdo poder económico, y para mantener el apellido de la familia en lo más alto de la estupidez.
Iré al supermercado y compraré el cordero más costoso. Yo sé que tendrá el sabor del agua, pero quiero demostrarle al carnicero, a los vecinos, a mis amigos y a toda mi comunidad, que tengo la suficiente plata para comprar ese costoso cordero.
No importa que el cordero tenga el sabor del agua, lo importante es demostrar que yo puedo seguir comprando ese cordero, mientras usted no puede comprar una mísera cucaracha.
Aunque no tengamos papilas gustativas, los Seres Humanos seguiríamos matando animales en el mortífero matadero, para comer una carne que aunque tiene el insípido sabor del agua, también tiene las manchas de sangre que tanto nos gusta devorar.
¡Qué triste! Como escritor me resulta insólito aceptar esa situación, pero desafortunadamente, estoy convencido que así piensa gran parte de la Humanidad.
Si todos los Seres Humanos perdiéramos nuestras papilas gustativas, y todos los alimentos tuvieran el insípido sabor del agua, increíblemente, seguirían existiendo las mismas transnacionales que hoy fabrican los alimentos procesados, para continuar cumpliendo con los patrones oligarcas, que segregan a los ricos de los pobres.
Prefiero comprar y beberme una Coca-Cola, que aunque tendrá el mismo sabor del agua, la Coca-Cola es famosa y nunca pasará de moda. Por costumbre, prefiero seguir bebiendo un litro de Coca-Cola, y no me importa que tenga el mismo sabor del agua.
Prefiero comprar y comerme un helado McFlurry de McDonald's, que aunque tendrá el mismo sabor del agua, el McFlurry es un helado más costoso que el McSundae, y yo quiero que todos me vean comprar el helado más costoso de McDonald's.
Prefiero comprar y comerme el mejor banquete del restaurante, que aunque tendrá el insípido sabor del agua, yo quiero celebrar la Navidad vomitando el sinsabor del agua.
Después de conocer la nefasta filosofía humana, es necesario explicar la procedencia de esa inhumana filosofía.
Más allá de lo apetecible o de lo repugnante que sea un alimento, debemos comprender que ese alimento terminará siendo más basura aglomerada en nuestro estómago, y será más excremento para expulsar el día miércoles de la semana.
El placer es algo momentáneo, y la repulsión también es algo momentáneo. No importa el sabor de un alimento, la comida es simplemente un ingrediente efímero de la vida, algo mundano y tribal, que va y viene como la brisa del viento.
Vemos que la obtención y favoritismo hacia un alimento, se relaciona en términos psicológicos con la percepción, con la ambición, y con el egoísmo de los caprichosos Seres Humanos, quienes sin el poder de las papilas gustativas, seguirán comprando los alimentos de mayor consumo masivo, y continuarán demostrando la superficialidad que carcome al orbe.
Aunque La Biblia no es palabra de Dios, ciertamente contiene textos literarios que nos ayudan a comprender la vida, y que podemos utilizar para reflexionar en la actualidad.
“No es lo que entra por la boca lo que contamina al Hombre” Mateo 15:11
Lo que contamina no es comer el cordero ni comer una cucaracha. No te dejes engañar por las papilas gustativas, que manipulan la voluntad del Hombre con sus receptores sensoriales.
“Sino lo que sale de su boca, eso es lo que contamina al Hombre” Mateo 15:11
Nuestras acciones tanto de verbo como de obra, representan el gran fundamento de la vida.
Si desde nuestra boca salen palabras de insulto, gritos, blasfemias, groserías luteranas y malcriadeces, sabremos que nuestras acciones de verbo son nocivas para la salud del prójimo, pues usamos las palabras para crear conflictos, para humillar a los ciudadanos, para generar negatividad en el ambiente donde vivimos a diario.
Si desde nuestra boca salen palabras de cortesía, salutaciones, buenos deseos y bendiciones, sabremos que nuestras acciones de verbo son muy beneficiosas para la salud del prójimo, pues usamos las palabras para crear armonía, para establecer la tolerancia, y para generar esperanza en el ambiente donde vivimos a diario.
Si desde nuestra boca sale la crítica destructiva hacia el prójimo, sin mover un dedo para solucionar los problemas de nuestra comunidad, sabremos que nuestras acciones de obra son infructíferas, demostrando que somos parásitos de la sociedad donde vivimos.
Si desde nuestra boca sale la crítica constructiva hacia el prójimo, trabajando con tesón para solucionar los problemas de nuestra comunidad, sabremos que nuestras acciones de obra son fructíferas, demostrando que somos productivos en la sociedad donde vivimos.
“No es lo que entra por la boca lo que contamina al Hombre, sino lo que sale de su boca, eso es lo que contamina al Hombre” Mateo 15:11
Debemos pensar antes de hablar, no ser chismosos de oficio, y aprender el arte del silencio.
Lo que realmente contamina a la Humanidad, es no compartir el cordero con quien se come la cucaracha.
La conversión al Cristianismo no se consigue ni con el bautismo, ni con la primera comunión, ni con la confirmación. Con esos arcaicos sacramentos, se consiguen más seguidores en Facebook, más seguidores en Twitter, y más seguidores en Instagram.
La conversión al Cristianismo se consigue por experiencia personal de vida, por arrepentimiento de corazón, y por la realización de obras de caridad. Con esos valiosos sacramentos, se consigue la transfiguración de amor en nuestra conciencia.
La fe sin obras de caridad no sirve de nada. Por eso debes ser altruista, y debes ser solidario en tu comunidad.
¿Tienes poco? Comparte lo poco que tienes.
¿Tienes mucho? Comparte lo mucho que tienes.
¿Con quién comparto lo mucho o lo poco que tengo?
Comparte todo lo que tienes, con quienes no tienen absolutamente nada en la vida. Esos compatriotas latinoamericanos que deambulan por las calles y que necesitan tu ayuda, pero la apatía del globo siempre asesina a la compasión de la cruz.
¡Ayúdalos! Te sentirás bien, obrarás bien, y se acabará esa depresión que te tiene melancolizado.
Hay personas que viven como reyes, pero solo piensan en meterse una escopeta dentro de la boca, para presionar el gatillo y suicidarse. Esas personas se hallan contaminadas por el egoísmo del globo, ya que se cansaron de vivir en una ilusoria felicidad que te deja vacío por dentro, y no pueden clarificar el árbol de la vida que simboliza la cruz.
Recuerda que felicidad empieza por fe, y con un poco de fe, entenderás el significado de la felicidad.
Entenderás que el globo es el cáncer, y que la cruz es la cura del cáncer.
No podemos ser felices viviendo dentro de un globo, que en cualquier momento puede reventar y matarnos. Puedes utilizar un simple alfiler, un oxidado clavito o una aguja de costurero, para que la felicidad del globo se transforme en la infelicidad global, porque cada día aumenta el número de personas, que pierden su fe porque perdieron el control de sus papilas gustativas.
El globo gusta porque es colorido y festivo, pero cuando llega la tiniebla, y las sombras no distinguen los colores del globo, entonces corremos con desesperación para reencontrarnos con aquella pisoteada cruz, que tiene el poder de devolvernos la verdadera luz de la vida.
La cruz no quiere que te cortes las venas, la cruz quiere que te pongas el disfraz de payaso, que camines con alegría por las calles, y que le regales tu globo a un niño de la calle. Si ese pobre huerfanito muere atropellado en la carretera, seguro que morirá feliz por el recuerdo de ese maravilloso payaso, que le regaló un hermoso globo de amor antes de morir atropellado, y que convirtió su cielo gris en una lluvia de confeti.
Recuerda que Jesucristo jamás regresará a la Tierra, ni en su segunda venida, ni en su tercera venida, ni en su quinta venida, ni en su séptima venida, ni en su décima venida.
¿Por qué Jesucristo no regresará a la Tierra?
Porque nunca abandonó a su Tierra. Jesucristo nos dejó su santo espíritu para rechazar la ebriedad del globo, y para restaurar el corazón de quien se arrepienta de sus pecados.
Nadie tiene comprado el cielo, y nadie tiene comprado el infierno. Solo Dios Padre sabe qué hay dentro de nuestros corazones, y mientras estemos con vida, todavía podemos soltar el globo y aferrarnos a la cruz.
Si te mantienes clavado en la cruz, nadie te robará la paz, nadie te robará el espíritu, nadie te robará la sonrisa.
Quizás no ganes la eternidad del cielo, pero estarás vivo para contar tu propia historia.
Queridos hermanos venezolanos y queridas hermanas venezolanas, cuando sientan el pecaminoso sentimiento de la envidia y de la frustración, porque no pudieron comprar ese delicioso alimento que venden en el supermercado, recuerden la parábola de las papilas gustativas, entreguen sus vidas a la cruz, y aprendan a encontrar la verdadera felicidad en Dios.
El artículo publicado se lo dedico al planeta Tierra. Casa de muchos, hogar de pocos. Seamos responsables de nuestras huellas terrenales, y convivamos en el beso de la paz.
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