La seguridad y la convicción de triunfo de un candidato presidencial, es muy importante para el desempeño de su tarea política. Y lo es aún más cuando encabeza todas las preferencias con márgenes que van del 11 (Consulta Mitofsky) al 22 por ciento (Reforma) de ventaja respecto al segundo lugar, Ricardo Anaya, y con un súper rezagado José Antonio Meade que ostenta su debilidad entre la ciudanía con la serie de tres anuncios sobre el miedo, también con el apoyo de un frustrado candidato independiente, Armando Ríos Piter, por presentar 1 millón 522 mil firmas falsas y anuladas por el Instituto Nacional Electoral. Simulación y trampas que aportará “el moderno” excandidato de “las izquierdas”.

Más allá de la seguridad y convicción en el triunfo, expresadas por Andrés Manuel López Obrador en las delegaciones Milpa Alta y Xochimilco, de la Ciudad de México, está la pertinencia de ostentarlo en la víspera del primer debate entre los cinco presidenciables, que en verdad son dos, pues los restantes no tienen ninguna posibilidad.

Dijo AMLO en Milpa Alta: “Tenemos ya la organización suficiente para defender los votos y aunque se unan, cuando den la orden desde arriba, no nos van a vencer, hasta en el caso de que declinaran tres por uno... no todos los que votarían ahora por ellos les harían caso; más de la mitad de la gente que ahora los apoya votaría por nosotros” (La Jornada, 21-IV).

Y ante el inviable escenario de que los cuatro candidatos se unan en su contra, reaccionó: “Pues que hagan su trabajo, que se unan. Nosotros tenemos preparado todo para que no nos ganen ni unidos”. ¡Excelente! Sólo que en la elección para gobernador en el estado de México, con Delfina Gómez Álvarez como candidata de Morena, anunciaron algo parecido y en las casillas rurales que no fueron cubiertas, ganó Alfredo del Mazo III con el 65-95 por ciento. En la presidencial de 2006 sólo fueron cubiertas por el PRD el 70 por ciento de las casillas en la capital mexicana. El experto y doctorado en prácticas fraudulentas, el Revolucionario Institucional, actúa con eficacia sin paralelo desde hace 89 años.

No hay, por otra parte, error más caro en política que subestimar al adversario porque no existe uno pequeño, sobre todo cuando se está en la cresta de la ola, como se encuentra AMLO, de quien Citibanamex asume su triunfo como “el resultado más probable en este momento”.

Para los tiempos de la víspera del triunfo –“a tres puntos de la mayoría absoluta” dice Martí Batres, a dos tercios de que concluya la campaña–, es para recordarse la recomendación de Santiago Carrillo a los comunistas y demócratas españoles en plena decadencia de la dictadura de Francisco Franco y sus herederos: Mantener el corazón caliente y la cabeza fría.

Se dirá que el muy experimentado animal político que es Obrador está blindado para los errores y excesos que cometa o que magnifique el oligopolio mediático que cierra filas con Meade, y no es así; el voto no es un cheque en blanco por más que permanezca el hartazgo de la ciudadanía con Enrique Peña Nieto y su partido, la inseguridad y la corrupción pública y privada –la primera no es dable sin la existencia de la segunda–, el deterioro de las condiciones de vida y de trabajo.

En pocas horas veremos de qué lado masca la iguana, con todo y que las tendencias en las preferencias ciudadanas no sean más que mínimamente alteradas o vaya usted a saber. La moneda permanece en el aire mientras no se produzca la encuesta insustituible, la de las urnas.

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