Trump no tiene corazón

20/06/2018
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Niños detenidos en jaulas y separados de sus familias
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Se olvida Trump que los inmigrantes que llegan a Europa son consecuencia de las guerras que Estados Unidos y sus aliados impulsaron, generando graves crisis humanitarias en Irak, Siria y Afganistán, entre otros países. Existe entonces una responsabilidad que a los guerreristas les cabe asumir. Por otra parte, las estadísticas indican que el crimen en territorio norteamericano es atribuible principalmente a las personas de origen anglosajón y no a los hispanos

 

Cuando el presidente Trump insulta al primer ministro de Canadá, Pierre Trudeau, o agrede a los mexicanos acusándolos de criminales y violadores revela que no valora un ápice la relación con sus vecinos. Cuando renuncia al Acuerdo Contra el Cambio Climático y al Acuerdo Nuclear con Irán y, paralelamente, levanta barreras proteccionistas, muestra total desinterés por las opiniones de sus tradicionales aliados, principalmente Francia, Inglaterra y Alemania.

 

Trump ha dado un paso adicional en su desencuentro con el mundo exterior. Se ha convertido en un agresor de niños, hijos de familias de inmigrantes ilegales. Mientras la canciller alemana y el nuevo presidente del gobierno español hacen esfuerzos por facilitar a los refugiados una nueva vida en Europa, el presidente Trump los encarcela y, lo que es más grave, separa a padres de hijos. ¡Y a los niños los detiene en jaulas!

 

El presidente Trump y sus asesores no tienen corazón. Arrebatan de brazos de los refugiados a sus hijos, utilizando así la crueldad para desalentar la inmigración. En efecto, el jefe de Gabinete de la Casa Blanca, John Kelly, dijo públicamente el año pasado que la separación familiar servía para disuadir” a los inmigrantes. Y es esta la política pública que se está implementando actualmente.

 

Esta política de tolerancia cero contra los inmigrantes ha sido calificada como una “política de cero Humanidad” por el senador demócrata por Oregón, Jeff Merkley. Dijo que: “Separar bruscamente a los niños de sus padres para causarles daño a los pequeños y así influir en los padres es inaceptable”.

 

La propia Sra. Trump, esposa del presidente, es crítica del trato a los inmigrantes y ha señalado que “…nosotros necesitamos un país que respete las leyes, pero al mismo tiempo un país que gobierne con el corazón”. Y bueno, nadie más que ella conoce el corazón de su esposo.

 

Lamentablemente, los duros se están imponiendo. Desde luego, el asesor del presidente, John Kelly, pero también el fiscal general, Jeff Sessions, quien señaló en un discurso del 21 de junio en Indiana, “Venir con niños ya no hace inmune al arresto y el proceso legal”; y, para darle firmeza a sus dichos, apeló a la divinidad: “Las leyes del gobierno deben obedecerse porque Dios las ha decretado con el propósito del orden”. Parece que se inspira en un Dios sin misericordia.

 

Y, por cierto, el propio Trump, en su Twitter, defiende la falta de compasión con los refugiados, señalando que los niños están siendo usados por los peores criminales. Además, acusa a Europa, y más concretamente a Alemania, por recibir masivamente a refugiados.

 

Se olvida Trump que los inmigrantes que llegan a Europa son consecuencia de las guerras que Estados Unidos y sus aliados impulsaron, generando graves crisis humanitarias en Irak, Siria y Afganistán, entre otros países. Existe entonces una responsabilidad que a los guerreristas les cabe asumir. Por otra parte, las estadísticas indican que el crimen en territorio norteamericano es atribuible principalmente a las personas de origen anglosajón y no a los hispanos. En efecto, de acuerdo con informes del FBI, sólo 18 de cada 100 crímenes son cometidos por personas de origen hispano, independientemente de su estatus migratorio.

 

Adicionalmente, un estudio del Consejo Americano de Inmigración informa que los inmigrantes son menos propensos a acciones criminales que los estadounidenses de origen anglosajón (“La Criminalización de la Inmigración en Estados Unidos”). Sus estadísticas indican que las personas nacidas en Estados Unidos son cuatro veces más proclives a tener un comportamiento violento que los inmigrantes asiáticos y africanos, y tres veces más que los de América Latina.

 

En realidad, la política contra la inmigración de Trump apunta a otra cuestión. Intenta mostrar a la ciudadanía que los problemas económicos y de seguridad son responsabilidad ajena, de los inmigrantes. Su acusación contra Canadá, México, China y los países europeos de “robar a los Estados Unidos” (explicación del déficit comercial) tiene por propósito elevar los aranceles para impulsar una política proteccionista. Y así lo ha hecho. Paralelamente, su acusación contra los inmigrantes le sirve para explicar que éstos le “roban” el trabajo a los estadounidenses y convencer que favorecen la criminalidad.

 

En suma, Trump no tiene corazón; pero esta falta de corazón le sirve para acumular fuerza electoral con los obreros industriales afectados por la exportación de industrias y con los sectores medios, asustados con el aumento del crimen en los Estados Unidos. Pura demagogia para ser reelegido a fines del 2019. Y a joder a todo el mundo.

 

Roberto Pizarro

 Economista de la Universidad de Chile, con estudios de posgrado en la Universidad de Sussex (Reino Unido). Investigador Grupo Nueva Economía, fue decano de la Facultad de Economía de la Universidad de Chile, ministro de Planificación, embajador en Ecuador y rector de la Universidad Academia de Humanismo Cristiano (Chile).

 

ElDesconcierto.cl

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