Entre raíces y futuro, el IV Congreso del Partido Socialista Unido de Venezuela
- Opinión
A altas horas de la noche del domingo, Nicolás Maduro ha sido reconfirmado como guía del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) por otros cuatro años más. Con la plenaria del PSUV el partido más grande de América Latina, pero no se ha concluido el IV Congreso, que se extenderá por lo menos un mes más: el partido – ha dicho Maduro - “debe ser parte integrante de los cambios económicos que se activarán a partir del 20 de agosto”. Ya desde esta semana se decidirá el calendario de los encuentros, y mientras tanto se ha establecido que los momentos de debate general se harán cada año, y no más cada dos años. El próximo período -ha dicho el presidente- será muy duro, “de pura guerra” por parte de las fuerzas decididas a impedir que el socialismo bolivariano se consolide.
Un desafío titánico, en el actual contexto nacional e internacional en el que la agresividad imperialista ha hecho más agudo el desate de la crisis estructural del capitalismo.
Venezuela bolivariana parece una fortaleza asediada: por las sanciones económico-financieras decididas por los Estados Unidos y por Europa; por las grandes instituciones internacionales y por sus marionetas –oligopolios y burguesía parasitaria venezolana– que están listos a meter las manos en los extraordinarios recursos de los que está lleno el país; y por las corporaciones mediáticas que, con el omnipresente apoyo de las multinacionales del humanismo deben construir el relato de un socialismo destinado para el fracaso en todas sus formas.
El tema económico y el de la reorganización del partido han estado al centro del debate en el congreso organizado alrededor de 7 líneas programáticas y cuatro documentos, y precedido por un mes de intensos intercambios con todos los organismos de base. A las estructuras del “poder popular”, por el camino a la autoproducción y al autogobierno, debe ser dedicado el máximo compromiso. Los dos discursos del presidente, en la apertura y en la clausura de las jornadas han presentado un plan orgánico de recuperación, basado en intervenciones estructurales, de las que el partido es el pilar fundamental.
Intervenciones eufóricas e innovativas, como es característico del “laboratorio” bolivariano, que en las dificultades actúa en base al lema de Simón Rodríguez (maestro del Libertador): “O inventamos o erramos”. Pero, sin varitas mágicas – ha asegurado el presidente, recorriendo las etapas de la Revolución Bolivariana y encuadrándola en el marco del Gran Siglo XX.
Los antecedentes vienen de la Revolución de Octubre, “de Lenin, Mao, Ho Chi Minh, de Fidel y de la Revolución Cubana”, y de aquella generación que ha combatido con las armas la democracia camuflada nacida del Pacto de Puntofijo para excluir del poder a los comunistas, y que ha construido las condiciones para conquistar con el voto lo que no logró conquistar con el fusil.
Una generación de cuadros en los que se ha formado Hugo Chávez, que habría cumplido 64 años en el día en que se ha abierto el Congreso.
La dirección del PSUV, a partir de Maduro y del Vicepresidente (reconfirmado), Diosdado Cabello, varias veces han rendido honor a los guerrilleros que han combatido contra la IV República, para subrayar cuanto el ejercicio de gobierno dentro de la democracia burgués no sea un fin, sino un medio: para hacer crecer la conciencia de las masas, cimentar la unidad, y para quitar espacios a un sistema que todavía se basa en viejos mecanismos en los que “lo viejo no termina de morir y lo nuevo todavía se demora en nacer”.
Un sistema en el que sin duda han sido afectadas las relaciones de propiedad, pero no hasta el punto de desactivar la acción de los oligopolios y la corrupción que corre el riesgo de minar desde adentro el proyecto revolucionario. La crítica y la autocrítica – ha dicho el presidente – son necesarias, pero no cuando se convierten en una especie de ejercicio de estilo, casi una moda para hacer girar habladurías sin construcción.
La reivindicación de la memoria revolucionaria y de los principios minuciosamente detallados en el Libro Rojo del PSUV – anticapitalismo, antimperialismo, antisexismo, socialismo ecologista... - debe ponerse en juego para indicar con firmeza la ruta: acogiendo las propuestas de aquellos aliados, que, como el Partido Comunista, presionan para ampliar las nacionalizaciones y el control obrero, criticando firmemente aquellas bolsas de “capitalismo de Estado”, que han desviado a fines personales la producción colectiva; criticando, también, quien esconde la propia ineficiencia detrás de banderas ideológicas, para que se entienda como falsa conciencia. El temor es direccionado hacia la meta cuando se acogen las instancias más radicales de la base, como la de la Marcha de los Campesinos que está llegando a Caracas para denunciar retrasos y conspiración en las acciones contra el latifundio, a pesar de que está establecido en la Constitución Bolivariana.
La Carta Magna, aprobada en 1999 y escrita en dos géneros, será enmendada por las propuestas que surjan durante un año de existencia de la Asamblea Nacional Constituyente. Maduro ha agradecido por esto el trabajo de Delcy Rodríguez y el de los militantes y de las militantes que difunden la información y el análisis, sea a través del boletín del partido, como hace Eduardo Piñate, sea mediante la Revista Cuatro F, para la que Maduro ha evidenciado el empeño del director Gustavo Villapol y de la periodista Verónica Diaz. Comunicar los contenidos de la Revolución, con claridad y bella escritura – ha dicho una vez más el presidente – son modalidades preciosas que deben ser cultivadas.
Para el congreso, las feministas han presentado el Libro Violeta, en el que proponen que la óptica de género atraviese el arco completo del cambio de la Revolución Bolivariana. Un decálogo de lo que ha sido hecho en aquellos veinte años de la Revolución Bolivariana en la lucha contra el patriarcado y la violencia contra las mujeres: un problema de Estado, que implica un cambio profundo de todas las estructuras de la sociedad.
¿Partido de masa o partido de cuadros? La apuesta, para la dirigencia del PSUV, es la de superar en la práctica la dicotomía. Para esto, Maduro ha propuesto a la dirección nacional que en la estructura del partido se forme una comisión permanente para la defensa y la transmisión de la historia de la Revolución Bolivariana. Para sanar la “enfermedad del ego”, es necesario ponerse nuevamente al servicio de un proyecto colectivo, que trasciende la responsabilidad singular de un gobierno.
Propósitos que han recibido entusiasmo en la militancia juvenil, y a quienes principalmente se han dirigido los discursos del presidente. De 335 delegados, una de las más votadas ha sido Andreina una muchacha de 15 años, cuya candidatura es fruto de la regla según la cual al menos el 50% de los cargos deber ser cubiertos por mujeres, así como el 50% debe estar compuesto por jóvenes menores de treinta años.
Propósitos de un mundo donde los hechos todavía tienen la cabeza dura. Indican que, a diferencia de lo que una cierta izquierda italiana o europea ha querido hacer creer, se puede ganar mirando a la cara al conflicto de clase y la historia. Sin necesidad de cortar las raíces, y de cada vez ir a las urnas tapándose la nariz.
01-08-2018
(Traducción Gabriela Pereira)
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