La ultraderecha brasileña amenaza: al poder por los votos o por las botas

28/09/2018
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El candidato ultraderechista a la presidencia de Brasil, Jair Bolsonaro, del Partido Social Liberal, desautorizó a su compañero de fórmula, el general retirado Hamilton Mourao, por haber propuesto acabar con el pago extra de Navidad y de vacaciones (aguinaldo) que perciben los trabajadores.

 

Mientras la candidata a la vicepresidencia por el Partido de los Trabajadores, Manuela D´Avila, denunciaba una campaña de noticias falsas en su contra y pedía protección policial al Tribunal Superior Electoral.

 

Después de las polémicas de los últimos días entre el binomio ultraderechista de exmilitares, el comando de campaña del PSL vetó la participación de Mourão en el debate de candidatos a la presidencia, y se anunció que no participará de los eventos marcados para la próxima semana.

 

En un escenario de profunda polarización, Bolsonaro lidera las encuestas y se enfrentaría en segunda vuelta electoral al centroizquierdista Fernando Haddad (PT), el indicado por el expresidente Luiz Inacio Lula da Silva. El grueso de los sondeos ¿detecta una constante: Haddad derrotaría al exmilitar en el balotaje del 28 de octubre debido a una serie de razones, entre ellas el rechazo que suscita la homofobia, machismo, misoginia de Bolsonaro, ya procesado por hacer “apología del estupro”

 

Fake news misógenas

 

Mientras, en la desesperación por la caída en las encuestas, el entorno de Bolsonaro apeló una vez más a la tormenta de noticias falsas (fake news) diseminadas en las redes sociales vinculándola a Manuela D´Avila, candidata a vicepresidenta de la fórmula encabezada por Fernando Haddad, y bendecida por Lula, a Adelio Bispo de Oliveira, el hombre que atacó con una cuchilla al candidato ultraderechista.

 

Desde el 7 de septiembre las usinas bolsonaristas se esfuerzan en vincular el hecho a una imaginaria conspiración de la cual es culpable la izquierda, con “dólares venidos desde el exterior” para pagarle al agresor, una falsedad desmentida por la propia Policía Federal. Para el general Hamilton Mourao, vice de Bolsonaro, “no cabe la menor duda” de que fue un atentado orquestado por el PT de Haddad y Lula.

 

La ultraderecha vuelve a adoptar los mismos sabotajes y campañas de terror mediáticos y políticos a través de noticias falsas que ya pusiera en práctica en los meses previos a la destitución de la presidenta constitucional Dilma Rousseff en 2016.

 

Manuela D´Avila desconstruyó la operación y presentó una denuncia ante el Tribunal Superior Electoral y le exigió que retire el material del aire, que investigue los domicilios electrónicos desde donde se repitieron estas noticias, que se averigüe quien los financió esto y “que se me dé custodia policial porque esto desata una altísima rabia contra mí. Bolsonaro sabe desatar el odio entre su gente, y él mismo está diciendo desde el hospital que fue objeto de un crimen político”.

 

Antitrabajadores

 

"El décimo tercer salario del trabajador está previsto en el artículo 7 de la Constitución (…) quien lo critica, además de ofender a quien trabaja, confiesa desconocer la Constitución", sostuvo Bolsonaro en Twitter. El día anterior, Mourao participó en un encuentro con empresarios donde aseguró que este tipo de beneficios de la ley laboral brasileña son "una mochila en la espalda" de los empleadores.

 

"Si recaudamos 12 meses, ¿cómo es que pagamos 14? Es complicado, Brasil es el único lugar del mundo en que la persona se va de vacaciones y gana más", lamentó. Las diferencias entre ambos están marcando la campaña electoral del candidato de la ultraderecha brasileña.

 

Dado que Bolsonaro, un excapitán del Ejército, está hospitalizado recuperándose de una puñalada recibida en un acto proselitista, Mourao aumentó la presencia en actos de campaña, ofreciendo declaraciones que causaron alarma entre los asesores del candidato.

 

Tradicionalmente, los candidatos buscan encantar a los votantes centristas para ganar la segunda vuelta, pero Mourão parece reacio a suavizar su tono. Luego del apuñalamiento, el general culpó a la izquierda. "Si quieren utilizar la violencia, los profesionales de la violencia somos nosotros", declaró en ese entonces.

 

El populismo ultraderechista ha instalado en Brasil un discurso político destructivo que emplea cualquier excusa para provocar un incendio social y cuyo blanco principal es el Partido de los Trabajadores (PT) de Lula y Haddad.

 

Bolsonaro es equiparado por los medios europeos con Donald Trump o Matteo Salvini, pero eso es un error. Es aún peor en el fondo y en las formas. En la campaña no solo ha defendido la dictadura militar brasileña (1964-1985), sino que ha propuesto que la policía tenga carta blanca para matar en un país donde se registran 60.000 homicidios anuales, señala el diario español El País.

 

Gorila

 

La semana pasada, Mourao dijo que las familias sin figura paterna, en las que los hijos son criados por madres o por abuelas, son "una fábrica de desajustados", lo que le valió fuertes críticas de partidos adversarios e hizo que Bolsonaro le prohibiera participar en actos públicos durante unos días, según la prensa local.

 

Algo similar sucedió con Paulo Guedes, el posible ministro de Economía en caso de que Bolsonaro llegue a la presidencia, quien también reforzó su exposición mediática ante la ausencia forzada del candidato convaleciente. Bolsonaro tuvo que matizar sus palabras cuando propuso crear un impuesto sobre las transacciones financieras similar a uno que había sido extinguido en 2007.

 

"Eso es una distorsión, tan solo está estudiando alternativas, todo tendrá que pasar por mi criba", aseguró Bolsonaro en una entrevista al diario Folha de Sao Paulo para responder a la polémica generada por las palabras de su asesor económico.

 

El 13 de septiembre, Mourão declaró al mismo diario Estado que expertos legales deberían redactar una nueva Constitución, más restrictiva, que se ratifique a través de un plebiscito y no una asamblea constituyente, y calificó de error el hecho de que parlamentarios electos hayan redactado la carta magna de 1988. Precisó que esa era su opinión, no la de Bolsonaro, pero ha generado dudas sobre el compromiso del candidato presidencial con la Constitución brasileña.

 

Bolsonaro suele convivir con la controversia. En una entrevista de 1999, aseguró que no se puede cambiar nada en Brasil con un voto democrático, sino solo a través de la guerra civil y las ejecuciones. A medida que ha subido la temperatura de la carrera presidencial, el candidato ha suavizado un poco su discurso.

 

El plan gubernamental de 81 páginas contiene varias garantías de que se logrará un cambio respetando las leyes y la Constitución y de que nadie será perseguido. Mourão, por el contrario, aseveró en una entrevista televisada el 7 de septiembre que el gobierno teóricamente podría promulgar un autogolpe, con las fuerzas armadas obligadas a actuar en una situación de anarquía, continuando con su apoyo a una intervención militar.

 

En una entrevista con Bloomberg, Mourão dijo mientras Bolsonaro se dedicaba a actos públicos -que él no puede convocar- él se centraba en hablar con asociaciones comerciales y grupos empresariales y hará otras apariciones cuando sea posible.

 

Cuando las mujeres han decidido a salir a las calles para denunciar a los candidatos ultraderechistas, el clima político se recalienta aún más y, ante la posibilidad de no lograr el poder por los votos, la ultraderecha amenaza hacerlo por las botas.

 

Juraima Almeida

Investigadora brasileña, analista asociada al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE), www.estrategia.la

https://www.alainet.org/fr/node/195604
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