¡Feliz navidad!
- Opinión
Este tiempo de Navidad y fin de año, se mesclan religión y política: lo vemos por todas partes, la Navidad religiosa ha sido suplantada por la navidad económica. Eso es un hecho político, porque una Navidad pobre, un Niño Jesús amigo y liberador de los pobres, una religión que, como su fundador, promueve y defiende a los pobres… molestan a los poderes políticos al servicio del poder económico.
En nuestro país las derechas políticas no serían lo que son: en pleno auge a costa del empobrecimiento de millones de ecuatorianos, si el nuncio, los obispos, los sacerdotes, los religiosos y las religiosas optaran como Jesús para promover y defender a los pobres. El silencio, la complicidad y muchas veces el apoyo directo de la mayoría de los cristianos hace que los ricos pueden actuar impunemente mediante el sistema capitalista que produce, según el papa Juan Pablo II “ricos más ricos a costa de pobres más pobres”.
Hace solamente un poco más de un siglo que la política ha sido declarada independiente de la religión, con el gobierno del presidente Eloy Alfaro. Antes gobernaba la religión con el apoyo de los ricos, o sea, los políticos. El cambio ha sido que ahora gobiernan los políticos, o sea, los ricos, con el apoyo de la religión. Y los pobres siguen más pobres y más numerosos, engañados, sometidos, explotados inmisericordemente. Por eso cuando dejan de ser pobres dejan también de pertenecer a las Iglesias.
El Concilio Vaticano II decidió revertir esta situación: “Ser la Iglesia de los pobres”, pero pronto los mismos poderes religiosos archivaron el Concilio. En América Latina los obispos, con los grandes profetas de esa época, se reunieron en Medellín en 1968 para “aplicar el Concilio a América Latina” y lograron dar orientaciones claras y decisivas para que la Iglesia Latinoamericana sea “la Iglesia de los Pobres” que deseaba el papa Juan XXIII, el mismo Concilio, sellado en el “Pacto de las Catacumbas”. Pero las reacciones de los jerarcas católicos más conservadores y los poderes imperiales de Estados Unidos desataron la persecución y el asesinato de más de una decena de obispos, centenares de sacerdotes y religiosas, miles de cristianos de a pie para que fracase una Iglesia continuadora del Reino inaugurado por Jesús, defensora y promotora de los pobres.
Ahora estamos con el papa Francisco que retoma con valentía y sin rodeo los caminos del Concilio, de Medellín y de Jesús. Pero, ¿cuántos lo siguen entre los obispos? ¿Cuántos clérigos quieren que nada cambie? ¿Cuántos decenas de miles de cristianos callan, sordos y ciegos al clamor de los pobres y al grito de Dios en ellos? Y ¿cuántos centenares de miles de jóvenes se van de nuestras Iglesia sin saber que el mensaje de Jesús es muy diferente de lo que allí se predica y vive?
¡Feliz año nuevo, amigas/os y compañeras/os de camino! ¡Feliz año nuevo, papa Francisco! ¡Feliz año nuevo, Iglesia de los pobres! ¡Feliz año nuevo para todas y todos los que luchamos para una fe viva y una sociedad organizada desde los pobres, a la manera de un tal Jesús!
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