Todas las elecciones son importantes porque definimos el camino por el que queremos que transite nuestro país. No por ser elecciones locales son menos importantes; más bien vamos a elegir las autoridades más cercanas a nosotros que toman decisiones que tocan directa y diariamente nuestra vida cotidiana.

La situación que vivimos en Ecuador no es casual: se cumple un guion diseñado antes de las elecciones presidenciales y legislativas de 2016. Se está enterrando paso a paso la posibilidad de salir del modelo neoliberal que favorece a los grupos de poder a costa del empobrecimiento de la clase pobre y la clase media. Todas las medidas que se han tomado a lo largo de estos casi 2 años van en este sentido, desde los juicios ficticios que llevaron al vicepresidente Jorge Glas a la cárcel sin cargos comprobados, hasta los pequeños y constantes aumentos de los cobros a los usuarios que somos todos: un paquetazo a cuentagotas. Ahora se va por las privatizaciones de los sectores estratégicos a favor de multinacionales extranjeras. Mediante el Consejo Transitorio de Participación Ciudadana el Estado se ha puesto al servicio de estos grupos de poder capitalistas de ecuatorianos e extranjeros cambiando todas las autoridades de control del Estado y eligiendo las que están favorables al poder del dinero.

En estas elecciones se juega el fortalecimiento de este modelo o la resistencia al mismo. Claro, los candidatos no lo presentan ni lo van a presentar así, porque la mayoría está interesada en participar de los beneficios de estos grupos adinerados, haciéndose cómplices de sus turbios propósitos. Nos toca desenmascarar quién es quién para conocer, por una parte, cuáles son los que van a fortalecer el modelo en marcha desde la presidencia de la república y los asambleístas de la lista 35 y, por otra, cuáles son los que nos proponen una continuidad al proyecto que se confirmó en las urnas y que luego fue traicionado por el actual gobierno, sus secuaces y mentalizadores.

De alguna manera regresamos a la contienda de la consulta popular que confundió a muchos y que sirvió para justificar la traición y confirmar el proyecto diseñado para volver al neoliberalismo de la década del ’90, la cual sabemos adónde nos llevó. Nos trajo el feriado bancario que se comió 7’000 millones de dólares, o sea, nuestro dinero depositado en los bancos, nos ‘regaló’ una devaluación monetaria del 100% con referencia al dólar y nos impuso la dolarización de nuestra moneda, o sea, la pérdida de la soberanía financiera.

Dos lecturas bíblicas nos pueden aclarar el panorama actual. La primera es sobre el proyecto en que nos encontramos: un proyecto de muerte, y la segunda nos ayuda a elegir a los candidatos adecuados para la defensa de nuestros derechos y nuestra vida más digna, por las cualidades y virtudes que deben tener.

El libro del Deuteronomio nos dice: “Mira que te he ofrecido en este día el bien y la vida, por una parte, y por la otra, el mal y la muerte… Pero, si tu corazón se desvía y no escuchas, sino que te dejas arrastrar y te postras ante otros dioses para servirlos, yo declaro hoy que perecerás sin remedio… Escoge, pues, la vida para que vivas tú y tu descendencia”.

El libro del Éxodo nos recuerda los consejos que su suegro le dio a Moisés para que el pueblo recién salido de la esclavitud de Egipto pueda elegir representantes que lo amparen: “Ahora escúchame, te voy a dar un consejo, y Dios estará contigo… Elige entre los hombres del pueblo algunos que sean valiosos y que teman a Dios, hombres íntegros y que no se dejen sobornar, y los pondrás al frente del pueblo como jefes de mil, de cien, de cincuenta o de diez. Ellos harán de jueces para tu pueblo a cualquier hora; te presentarán los asuntos más graves, pero decidirán ellos mismos en los asuntos de menos importancia… Moisés escuchó a su suegro e hizo todo lo que le había dicho.”

Aprovechemos este tiempo de campaña electoral para pensar, conversar, unirnos, aconsejar, votar adecuadamente y poder, de esta manera, contribuir a desterrar de nuestro país un proyecto de muerte y colaborar a fortalecer un proyecto de vida que nos beneficie a todos.