Afganistán: Demasiadas razones para la guerra
- Opinión
La administración de Donald Trump a ritmo de vértigo esta llevando conversaciones con el Talibán, para terminar con la guerra más larga y costosa librada por los Estados Unidos en toda su historia.
Después de más de 17 años, se divisa de manera muy tenue, el fin de la invasión norteamericana, en que Washington ha invertido miles de millones de dólares, la vida de unos 2500 de sus efectivo y la de otros 4 mil contratistas (mercenarios) en su mayoría también norteamericanos, además de haber devuelto a “casa” cerca de 20 mil heridos de diferentes gravedad, que representa además de un altísimo costo político y social, una larga y fabulosa hipoteca para el Estado.
Las cifras de muertos y heridos afganos, absurdamente se hablan de 24 mil, es exponencialmente mayor, aunque la exactitud en estos casos es irrelevante, Se cuentan mal, no se distingue casi nunca si los muertos son civiles o milicianos porque son todos afganos. En la cuenta faltarán también cerca de 3 mil pakistaníes, también mal contados, muertos en su país, muchos en sus propias casas por “errores de cálculo” también llamados daños colaterales, de los operadores de drones que en casetas con aire acondicionado y sillones anatómicos, operan desde alguna base en territorio norteamericano.
Más allá de la monstruosidad inenarrable desplegada contra el pueblo afgano, así todo, el Pentágono, ha vuelto a fracasar y sigue tan perdido, como se perdió en la jungla vietnamita, por lo que para no terminar con algo parecido a la escandalosa huida de Saigón en 1975 o volver a hacer una costosísima inversión en más hombres, más armamento y sin duda en muchas más body-bag, Trump presiona al Representante Especial para la Reconciliación de Afganistán del Departamento de Estado Zalmay Khalilzad que está desarrollando un fino trabajo en Doha, (Qatar) con la delegación del Talibán, para conseguir la paz o mejor dicho una salida más o menos discreta, para los Estados Unidos, algunos altos oficiales norteamericanos habla de una rendición.
Los representantes del grupo insurgente ya habrían aceptado un primer borrador de propuesta de paz. Si bien la totalidad de ese apunte no se conoce, si se sabe que incluye dos puntos clave: por parte de Washington el retiro total de sus efectivos, unos 14 mil hombres, Trump unilateral había anunciado a fines de 2018 el retiro de unos 8 mil; por parte de la organización del mullah Haibatulá Ajundzada, se compromete a no permitir que el territorio afgano, vuelva a convertirse en un santuario para organizaciones como al-Qaeda o el Daesh, esta última organización muy activa, particularmente en el norte del país y en la ciudad de Kabul.
El próximo 25 de febrero se volverá a la mesas de negociaciones, sin lugar para enviados del presidente afgano Ashraf Ghani, con quien los talibanes se han negado reunirse por considerarlo un mero “títere” norteamericano.
Por su parte el Talibán también lleva “conversaciones intra-afganas” en Moscú, con la oposición política al gobierno de presidente Ghani, que al parecer trae mejores resultados que Doha.
Un corto circuito importante se ha producido este último miércoles 6 de febrero, el mullah Abdul Salam Hanafi, miembro de la delegación de talibán en las reuniones de Moscú, de manera extraoficial informó que Estados Unidos prometió retirar a la mitad de su personal en Afganistán el próximo primero de mayo. Lo que fue negado de inmediato por fuentes del Pentágono y altos oficiales norteamericanos en Afganistán.
Tampoco Trump en su discurso anual sobre el estado de la Unión del martes pasado, pareció ser muy optimista cuándo se refirió a Afganistán: “A medida que avancemos en estas negociaciones, podremos reducir la presencia de nuestras tropas y centrarnos en el antiterrorismo”, dijo, con poco ánimo, el rubicundo magante.
Por lo visto si bien, la remota esperanza de paz existe, todavía espera un largo peregrinar por desfiladeros tan peligrosos como los de las montañas del Hindú Kush. Todavía nada se acuerda acerca de que hará el talibán con los miles de colaboracionistas afganos, una vez retirados los americanos del país, ni cuál será el lugar de la mujer que le dará el Talibán, si volverá a implementar otra vez de manera tan estricta sharía o ley islámica, como lo hizo en el interregno 1996-2001, entre otras tantas preguntas que hay por hacer y mucho peor por contestar, respecto al propio lugar que ocuparan los talibanes como fuerza militar y política, a todas luces victoriosa, que será de los miles de hombres que hoy constituyen su tropa, altamente entrenados e ideologizados, ¿aceptaran integrase al Ejército Nacional Afgano (ENA) organizado, entrenado y armado los Estados Unidos?
A todo esto el presidente Ghani, pensando en cómo mantener su cuello pegado a sus hombros, en conversaciones que tuvo el día martes con el secretario de Estado de Estados Unidos, Mike Pompeo, se refirió a la “importancia” de garantizar la centralidad del gobierno afgano en el proceso de paz, que no ha sido considerad en absoluto.
Pero quizás la gran pregunta sea: ¿todos los comandantes del talibán están de acuerdo en pactar con los Estados Unidos? Particularmente los del norte parecerían ser los más reacios a obedecer lo que se pueda resolver tanto en Doha y como en Moscú.
El norte un lugar caliente.
Como para mantener el musculo el talibán continua sus ataques contra distintos objetivos apenas este último martes fueron asesinados 41 hombres de las fuerzas de seguridad afganas y otros 15 resultaron heridos en dos ataques contra puestos de control en las provincias de Khunduz y Baghlan, en el norte del país. Según Kabul los atacantes, habrían sufrido 22 bajas. El asalto en Khunduz, que dejó 30 bajas, lo habría realizado miembros de la tropa de elite Sara Khitta en pashtún Unidad Roja, que cuenta con una dotación de entre 300 y 500 hombres, entrenados como comandos, especializados en lucha nocturna y armados con sofisticados equipos de última generación e incluso visores nocturnos de origen ruso y estadounidense, que dejaron . El ataque en la provincia vecina de Baghlan, se atacó un puesto de control de la Policía local, dando inicio a un enfrentamiento que duró dos horas, en el que murieron, 10 hombres policías y un miembro de las fuerzas paramilitares, que apoya a Kabul. En ambos ataques los insurgentes robaron armas y equipos de las fuerzas de seguridad.
Además de los comandantes del talibán que operan de manera constante en el norte del país, en estas últimas semanas se multiplicaron las versiones de la constante llegada de milicianos del Daesh provenientes de Siria e Irak. Hasta ahora el número de los seguidores de Abu Bakr al-Bagdadí se calculaba en 500 hombres, las últimas cifras hablan de unos 2500 llegados desde comienzo de año, entre ellos muchos de origen tayikos.
La semana pasada el Viceministro de Asuntos Internos de Rusia, Igor Zubov, habló sobre el intento de desestabilización de Asia Central, refiriéndose que los militantes del Daesh que están siendo transferidos masivamente desde Irak y Siria a la frontera afgano-tayika, al este de macizo de Pamir, que se enlaza con s otras grandes cadenas montañosas punto fronterizo entre de Kirguizistán, Tayikistán, Afganistán al sur y China al noreste, para lo que se estarían utilizando helicópteros sin identificación desde Pakistán, se sabe que el Inter-Services Intelligence (ISI) un estado casi autónomo dentro de Pakistán, tiene lazos históricos con todos los grupos fundamentalistas de Asia Central.
Estas informaciones ha encendido las alarmas de Tayikistán, que comparte una frontera de 1400 kilómetros con Afganistán, y excelentes relaciones con Moscú, la frontera corre a lo largo del río Pyanj, en sus tramos superiores de escaso caudal, por donde es muy fácil cruzar, paso usado históricamente por contrabandistas y en la actualidad por los narcotraficantes por donde introducen el opio afganos hacia los mercados de Asia Central, Rusia y Europa Oriental.
De confirmarse los dichos del Viceministro Zubov, esta información, correría en tándem con la denuncia hecha por Irán a mitad del año pasado que aseguraba que muyahidines también veteranos de Siria e Irak, había sido trasladado por agentes norteamericanos al norte de Afganistán, en las provincias fronterizas con Tayikistán y Turkmenistán: Badakhshan, Takhar y Khunduz, donde se verificó la presencia además de los 500 califados, a fines de 2018.
De los 28 distritos afganos adyacentes a la frontera tayika, 23 están bajo el control total o parcial de los integristas y solo cinco están en poder del ejército y la policía afgana. Según el comandante de las tropas fronterizas del Comité Estatal de Seguridad Nacional de Tayikistán, Rajabali Rahmonali, se localizarían unos 7 mil muyahidines, pertenecientes a unas 20 diferentes organizaciones armadas a lo largo de la frontera tayiko-afgana y en las provincias afganas de Balkh, Khunduz, Takhar y Badakhshan unas de 30 bases y campos de entrenamiento, por lo que las razones para la guerra siguen siendo muchas.
- Guadi Calvo es escritor y periodista argentino. Analista Internacional especializado en África, Medio Oriente y Asia Central. En Facebook: https://www.facebook.com/lineainternacionalGC.
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