Libia: El sueño contenido del “mariscal” Hafther
- Análisis
Mientras entre 15 y 25 mil hombres de El Ejército Nacional Libio (ENL) que responden al auto ungido “Mariscal de campo” Khalifa Hafther, se encuentran a unos 25 kilómetros de la ciudad de Trípoli, con 2 millones de habitantes, el último enclave en posesión del Gobierno de Unidad Nacional (GNA) impuesto por Naciones Unidas y encabezado por el Primer Ministro, Fayez al-Sarraj, a quien el jueves 11 el fiscal militar del ENL dictó una orden de arresto junto a otras 22 personas por “cometer crímenes y apoyar el terrorismo en Libia”, se prepara para el asalto final a la embestida que ya cumplió diez días (Ver: Libia: La incertidumbre como hoja de ruta). Naciones Unidas estima que cerca de 12 mil personas ya han abandonado la ciudad.
Hafther se ha reunido en el Cairo, con el presidente egipcio Abdel Fattah al-Sisi, su principal aliado político, donde, según la declaración oficial, discutieron su lucha en común contra el terrorismo.
Aunque a nadie se le puede escapar que esta reunión se produce apenas cuatro días después que el presidente egipcio se reuniera con Donald Trump en la Casa Blanca de donde salió “bendecida” su intención de mantenerse en el poder por lo menos una década más.
Es imposible que en el encuentro entre los dos generales africanos, no se haya mencionado la cita del egipcio con Trump, y que el neoyorkino no le haya enviado alguna señal con tan “conspicuo” mensajero a Hafther. Recordemos que las relaciones entre los Estados Unidos y el ahora hombre fuerte de Libia, desde los años ochenta han sido sumamente ricas, ya que el otrora admirador y amigo personal del Coronel Mohamed Gadaffi, tras romper con el líder libio después el desastre de la guerra con Chad (1978-1987) de la que Hafther fue el principal responsable, vivió durante los siguientes 25 años a unos pocos kilómetros del cuartel general de la CIA, en Langley, estado de Virginia. Para muchos ha sido un intenso colaborador de la “Compañía” en sus operaciones contra su propio país. Además, hace pocas semanas el gobierno de Trump recordó que las reservas petroleras libias, las más grandes de África, son fundamentales para mantener bajos los precios mundiales.
Mientras se desarrollaba la cumbre del Cairo, se conoció oficialmente que ya han muerto 121 personas y otras 536 resultaron heridas, otras fuentes señalan que los muertos de la semana anterior llegaron a 300, tras el cruce de artillería entre los sitiadores y las fuerzas de defensa, un cúmulo de milicias inorgánicas que operan en Trípoli, junto a las de Mistara y Zintán, reunidos bajo el nombre de Operación “Volcán de la Ira”.
La actual crisis Libia ha vuelto a hacer crujir la unidad europea, por los diferentes intereses petroleros en el país norafricano que tienen Italia y Francia, además de temer que una nueva ola de refugiados verdaderamente imparable se lance al Mediterráneo, provocada por la intensificación de los combates. Se teme que los diferentes centros de detención diseminados fundamentalmente en el sur de la capital, sean abandonados por sus guardianes. El número oficial de refugiados no llega a los 10 mil, aunque se sabe que el total de los que ha llegado a Libia de diferentes países de África y Asia, en búsqueda de pasar a Europa sobrepasa el millón de almas. De ellos, más de 11 mil lo han hecho desde enero, de los que han muerto cerca de 283, según la ONU. Durante 2018, los muertos al intentar el cruce fueron 2200, una cifra bastante menor se la compara con los 3 mil de 2017.
Pero la cuestión de los refugiados es solo un aspecto de los fuertes intereses europeos en Libia: entre las petroleras ENI (italiana) y la TOTAL (francesa) ha estallado una importante disputa. Por un lado a Paris le interesan mantener las prebendas otorgadas por Hafther, recordemos que apenas un año atrás el “mariscal” permaneció una larga temporada internado en Francia (Ver: Libia: Réquiem para un traidor) Esto sin duda produjo un importante acercamiento con Macron, lo que ha dado lugar a un fuerte cruce diplomático con Italia, cuyo viceprimer ministro, el neofascista Matteo Salvini, declaró: “En Libia, Francia no tiene interés en estabilizar la situación, probablemente porque tiene intereses petroleros que se oponen a los de Italia”.
¿El fin de una guerra o el comienzo de otra?
El Ejército Nacional Libio (ENL) que lidera Hafther y controla dos tercios del país, que incluye todo el litoral a excepción de Misrata, Trípoli y la línea costera desde la capital hasta la frontera con Túnez, es la única fuerza militar organizada. Se estima que tiene unos 85 mil hombres, que se ha ido engrosando de manera constante, gracias a los pactos con las diferentes tribus de Fezzan, la región del sur del país, que terminó de conquistar en febrero pasado, a los que también se le sumaron combatientes chadianos y sudaneses. También cuenta con el Saiqa (Rayo), un cuerpo de elite de unos 3500 hombres.
La decidida ofensiva de Khalifa Hafther contra Trípoli, ha sorprendido no solo a los gobiernos de Occidente, sino también a todos quienes han estado siguiendo la cuestión libia con suma atención. Muchos de los gobiernos e instituciones con injerencia en Libia desde la caída de Gadaffi como Naciones Unidas, Estados Unidos, la Unión Europea y el bloque del G7 han exigido una tregua inmediata y una salida política a la nueva crisis.
La posibilidad de que las fuerzas de Hafther tomen finalmente Trípoli, podría traer apareja el fin de la guerra civil post-Gadaffi, protagonizada por un número indeterminado de facciones y milicias que van desde grupos de narcotraficantes y contrabandistas a milicias vinculadas a al-Qaeda y el Daesh, un gran protagonista en este juego macabro, que pusieron a Libia tras ochos años de una anarquía absoluta, en el universo de los Estados Fallidos.
Khalifa Hafther, quien visitó Arabia Saudita, para reunirse con el rey Salman bin Abdul Aziz, pocos días antes de su operación militar contra Trípoli, habría recibido el fuerte apoyo de Riad, y la promesa de asistencia financiera para la concreción de ese objetivo, además cuenta con el apoyo no solo de Francia y Egipto, sino de los Emiratos Árabes y un número creciente de países europeos. Según la prensa occidental, también Rusia apoya a Hafther, quien ha visitado al menos en dos ocasiones Moscú, aunque vale mencionar un sugestivo “error” del canciller ruso Sergei Lavrov, en su última visita a El Cairo, donde declaró: “Todavía estamos en contacto con el “General de División” Khalifa Hafther y el Primer Ministro al-Sarraj... y pedimos que se ponga fin a estos enfrentamientos y que las partes comiencen a negociar”. Quien conozca la trayectoria de Lavrov, sin duda el canciller más brillante de este tiempo, sabe que es imposible que cometa un gafe semejante, en un punto tan candente como el que se vive en estas horas, la “degradación” de Lavrov al “Mariscal de Campo” sin duda es una señal clara del desacuerdo ruso.
Para Naciones Unidas, que se ha opuesto desde siempre a las ambiciones de Khalifa Hafter, el “mariscal” podría intentar perpetuarse intentando repetir la experiencia del coronel Gadaffi, aunque hay que tener en cuenta que cuando el coronel llegó al poder tenía solo 27 años, mientras que Hafter ya tiene 75 años.
Otro de los desairados con la ofensiva ha sido nada menos que el Secretario General de la Naciones Unidas, Antonio Guterres, quien esperaba avanzar en el proceso de paz y reconciliación del país, en las reuniones que se habían pactado para los días 14 y 15 de abril en la ciudad de Ghadames, a unos 600 kilómetros al sudoeste de Trípoli.
El Daesh, la organización terrorista más importante con presencia en Libia, en 2015 llegó a tomar dos ciudades importantes coma Dara, en el este, y Sirte, a la que declaró capital del califato, con el valor simbólico de ser el lugar de nacimiento y muerte del coronel Gadaffi. De Sirte fue expulsado al año siguiente, y ha sufrido fuertes y constantes ataques del ENL, aunque se sigue moviendo con suma rapidez en las áreas del sur de Trípoli, y atacó la ciudad de Fuqaha, controlada por combatientes leales a Hafther, buscando hacer notar su presencia para fortalecer su imagen y llamar a voluntarios sabiendo que después de Trípoli, el próximo rival será el “mariscal”.
Puede ser que Hafther detenga el asalto, manteniendo a sus hombres a las afueras de Trípoli, tratando de tomar la ciudad por desgaste y evitar los combates urbanos, que podría convertirse en una masacre, incluso sin precedentes en Libia.
¿Cuánto tiempo Hafther más podrá dominar su ansiedad por tomar Trípoli? Nadie lo sabe, aunque quizás, estar tan próximo a cumplir el sueño contenido por tanto años, de ocupar el lugar del Coronel Gadaffi, aunque tan solo sea por un rato, le haga dar el paso en falso que provoque su última matanza.
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