La extraña contradanza eritrea
- Opinión
La oficina de comunicaciones de la región etíope de Afar, fronteriza con Eritrea, avisó que el 22 de abril, que Asmara cerró unilateralmente cerrado el cruce Bure – Assab, que comunica ambas naciones. Dicho paso se había reabierto después de casi dos décadas de clausura en diciembre pasado, tras lo firmado el domingo 16 de septiembre de 2018 en la ciudad de Yeda (Arabia Saudita) con la presencia del rey saudita Salman bin Abdelaziz y el secretario general de la ONU, António Guterres, el primer ministro etíope, Abiy Ahmed y el presidente eritreo Isaias Afewerki. (Ver: Eritrea, de vuelta al mundo.).
Con este último cierre fronterizo Eritrea termina de taponar todos los pasos con Etiopia, ya que la semana anterior había clausurado Om Hajer-Humera y en diciembre Serha-Zalambesa. Como respuesta oficial al cierre de estos pasos, las autoridades eritreas dicen que se trata de una medida momentánea, hasta que las cuestiones arancelarias, impositivas, aduaneras y de visados se terminen de regimentar.
La frontera se había abierto tras la visita a Asmara, la capital de Eritrea, del primer ministro Ahmed, al presidente Afewerki, y una importante manifestación popular, donde se vieron banderas etíopes después de décadas, poniendo fin a la guerra que ocupó a las dos naciones entre 1998 y 2000.
En diciembre del 2000 se firmó un acuerdo de paz en Argel, mismo que finalmente Etiopía se negó a refrendar, ya que la comisión de fronteras de 2002 otorgó el territorio en disputa, incluida la ciudad de Badme, a Eritrea; desde entonces, la relación entre las dos naciones se catalogó como estado de “no guerra, no paz”.
El actual cambio de la postura etíope respondió a las nuevas iniciativas diplomáticas del primer ministro, quien, tras su asunción en abril de 2018, decidió finalizar el conflicto con el país vecino y aceptó, finalmente, que Badme, fuera parte de Eritrea. Abiy además levantó el estado de emergencia, liberó a los presos políticos y anunció importantes reformas económicas.
En la ceremonia de la reanudación de relaciones, Abiy y el Presidente Afewerki, anunciaron que habían establecido reabrir las embajadas en sus respectivas capitales, mientras que Etiopía, que no cuenta con salida al mar, iba a poder utilizar los puertos eritreos sobre el Mar Rojo, ya que todas las exportaciones etíopes debían realizarse vía puerto de Djibouti, lo que encarecía todo el comercio. Además tras la firma del pacto, se reanudaron los vuelos entre ambas naciones y restablecieron las comunicaciones telefónicas.
La reconciliación entre ambas naciones hizo que en pocos meses el comercio el fronterizo tuviera un importante crecimiento, además de haber permitido la reunión de cientos de familias separadas desde la guerra. Tras los acuerdos, los productos etíopes han vuelto a los mercedados de Eritrea y miles de ciudadanos eritreos, han acudido a nuevamente a comprar en ciudades del norte de etíope.
Naciones Unidas, en noviembre pasado, levantó las sanciones contra Eritrea vigentes durante nueve años desde 2010, impuestas después de que el gobierno del presidente Isaías fuera acusado de brindar apoyo al grupo integrista somalí al-Shabaab, vinculado a al-Qaeda, dichas sanciones prohibían la ventas de armas, el congelamiento de activos, entre otras medidas. Las sanciones se dieron tras la investigación llevadas por el Grupo de Monitoreo sobre Somalia y Eritrea.
Esta nueva clausura de las fronteras, podría significar un grave retroceso para el país del Mar Rojo, ya que durante dieciocho años, la tensión fronteriza ha sido la gran excusa del presidente Afewerki para suspender la constitución, limitar derechos y libertades, extender el servicio militar de manera incierta, posponer elecciones de manera indefinida y encarcelar a ciudadanos sin proceso judicial. (Ver: Eritrea: el pueblo más triste del mundo.) En resumen, la situación de “no guerra, no paz” fue utilizada para mantener al país sometido y la perpetuación en el poder de Afewerki, quien gobierna desde el referéndum independentista de Etiopía, realizado en 1993.
Desde entonces los 5 millones de habitantes, han sido sometidos a políticas económicas y sociales desastrosas como la utilización de más de un 20 por ciento del PBI en armamento, la implementación del servicio militar obligatorio para hombres y mujeres de entre 18 y 50 años de edad, con salarios mínimos y tratos brutales, lo que ha hecho que más de un millón y medio de eritreos busqueb huir del país bajo pena de muerte.
El informe “Sufrimiento en silencio” de la ONU de 2018 menciona que más de 700 mil personas están gravemente afectadas por la escasez de alimentos y agua, debido a las sequías y alerta sobre el alto riesgo de desnutrición y enfermedad que afecta al 80% de la población.
Nadie escuchó gritar a Zeresenay Testfatsion
Zeresenay Ermias Testfatsion, de 34 años, fue encontrado muerto el sábado 9 de junio del año pasado, en un baño de la zona de espera del Aeropuerto Internacional de El Cairo, durante la escala hacia África Oriental. Testfatsion, era uno del millón y medio de eritreos que viven fuera de su país.
A él, se le había negado el pedido de asilo en los Estados Unidos, en el marco de las durísimas leyes de admisión impuestas por Donald Trump. Testfatsion, fue detenido por haber ingresado ilegalmente por el puerto de Hidalgo (Texas) por lo que permaneció encarcelado durante 16 meses en diferentes centros de Florida y Ohio, desde donde finalmente fue deportado a su país.
Testfatsion prefirió matarse ante la certeza de que iba a ser ejecutado apenas hubiera llegado a Eritrea, ya que era desertor del ejército, mientras cumplía el servicio militar, donde fue torturado en varias oportunidades por desobedecer órdenes. Testfatsion, escapó a través de la frontera con Sudán, desde donde pudo llegar a México y dar el paso a los Estados Unidos.
Según las últimas estadísticas unas mil personas al mes huyen de Eritrea, lo que ha permitido que el país se mantenga en un enorme porcentaje gracias a las remesas que envían los migrantes a sus familiares.
Si bien Eritrea no escapa al sino trágico de la gigantesca mayoría de las naciones africanas: falta de desarrollo, grandes porciones de la población en riesgo de hambrunas, su caso es sumamente llamativo porque durante los años noventa fue elogiada por las características que había tomado el modelo para salir de la crisis que el duro conflicto internó dejó sumido al país, con políticas de desarrollo socioeconómico y estrategias de reconstrucción institucional, transparencia política, y la participación ciudadana.
Sus largos años de ostracismo, parecían haber terminado. La posibilidad de una alianza estratégica con China que, al igual que sus vecinos Etiopía, Djibouti y Kenia, le ha permitido recibir del país asiático fuertes inversiones, pero esta nueva cerrazón al mundo de Eritrea lo asemeja a una extraña contradanza, de la que se ignora cuál será su próximo giro.
- Guadi Calvo es escritor y periodista argentino. Analista Internacional especializado en África, Medio Oriente y Asia Central.
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