Sin pena ni gloria
- Opinión
Algo más de veinte horas duró un debate parlamentario que, finalmente, concluyó sin pena ni gloria. 77 congresistas optaron por inclinar dócilmente la cerviz, luego de haber denostado procazmente de Martín Vizcarra y su Primer Ministro.
En el caso, pudo más el peso del dinero que habrían de perder si se cerraba el congreso, que las propias palabra expuestas por ellos en un debate que fue, por momentos tenso y hasta complicado. 44 votaron en sentido contrario arriesgando paladinamente su puesto, aunque habría que ver cuántos de ellos lo hicieron confiando que, finalmente, la tierra no se les habría de mover.
La discusión congresal fue pobrísima, para no usar un calificativo aún más apropiado: paupérrima. Salvo muy contadas intervenciones los “oradores”, se limitaron a repetir verdades formales. Manuel Dammert, Alberto Quintanilla, Indira Huilca, Marco Arana, Tania Pariona y Marisa Glave, fueron quizá la excepción; en tanto que, en otras bancadas, hubo discursos que, simplemente, dieron asco. García Belaunde, Mauricio Mulder y Becerril, se pelearon, en la materia, la palma de oro.
Hay que decir, sin embargo, que fue una pelea con tongo. Por debajo de la mesa, oscuras manos promovieron, alentaron, y finalmente, tejieron un “acuerdo de compromiso” que le permitiera a los dos contrincantes “salvar el honor” en nombre de la Gobernabilidad.
Flaco favor, sin duda, el que le hicieron, porque hasta una “gobernabilidad” como la que tenemos, merecería mejor suerte; y no verse expuesta en la forma en que ha sido mostrada ante la ciudadanía, virtualmente desnuda y en derrota.
El desenlace no modifica el escenario nacional, aunque el común de la gente hubiese querido que sí lo hiciera. El congreso seguirá funcionando y la mayoría artificialmente construida por la Mafia Apro-fujimorista y sus allegados, seguirá en la misma, boicoteando y saboteando cualquier iniciativa que ayude al país a salir del lodazal en el que lo han metido.
En la coyuntura, el país pudo apreciar –uno a uno- los pasos de la derecha más reaccionaria. Primero asomaron las declaraciones de la CONFIEP arguyendo que el Ejecutivo pondría al país al borde del colapso financiero, dado que “una interrupción de la constitucionalidad”, “paralizaría el mercado y espantaría la inversión”
Luego fue el Presidente del Tribunal Constitucional, que se mantuvo dormitando un buen periodo a la espera de “su momento”. Haciendo uso de él, aseguró que las “reformas” planteadas por Vizcarra no tenían asidero legal.
Finalmente - como tercer paso- asomó un gallo de tapada, un pintoresco general en retiro que, desde la amplitud de la sala de su residencia y regiamente entorchado, llamó a la “insurgencia”, como lo habría hecho probablemente Edwin Donayre desde el tacho de basura en el que se encuentra escondido para no ponerse a derecho.
El cuarto paso habría sido la aparición de los “Comandos de Acción” del APRA siempre dispuestos a repetir un 5 de febrero en el empeño de sembrar el caos, demostrando “en los hechos” que Vizcarra no nació para gobernar.
En otras palabras, reconstruir magistralmente lo que narra Carlos Marx cuando describe el prolegómeno del “18 brumario de Luis Bonaparte”, cuando repite la historia; pero no en serio, sino en farsa.
El común de la gente se pregunta hoy la razón de tanto salto, cuando el suelo anda parejo, Finalmente los distintos segmentos de la clase dominante, tienen un escenario en común: la defensa del “modelo” Neo Liberal, que los ata a la írrita “Constitución del 93”, y a la “gobernabilidad” que tanto aprecia.
La crisis, no se ha resuelto; como tampoco habría ocurrido de haberse impuesto el NO en el debate que concluyera el miércoles pasado. Los problemas del país son mucho más hondos y profundos que una confrontación puntual referida a los temas de la corrupción, aún en el caso que estos fueran llevados sabiamente y a buen término.
Vizcarra, y sus ocasionales adversarios, lo saben. Y por eso se esmeran que el choque entre los “modelos” que ellos representan no rebase los límites de la “gobernabilidad” que ellos encarnan. Una mano que se mueve en las tinieblas, busca unirlos para que sus pugnas no dañen el marco de la sociedad que administran.
En los próximos días, el Perú podrá comprobarlo.
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