La oposición venezolana y sus aliados, chocan nuevamente con la misma piedra: el golpe de Estado
- Opinión
Los golpes de Estado en Venezuela, parecen ser ciclos que se repiten constantemente y reiniciándose, cada vez, cuando no se tiene suerte, por lo que hay que estar alerta, ante nuevas arremetidas golpistas.
Es el caso, cuando el vicepresidente sectorial de Venezuela Jorge Rodríguez, devela un nuevo golpe de Estado, previsto para los días 23 y 24 de junio pasado; dicho golpe militar incluía el asesinato del presidente Nicolás Maduro, además de liberar al general retirado Raúl Isaías Baduel, para proclamarlo presidente.
A su vez, el plan golpista pretendía asesinar igualmente a la esposa de Maduro, Cilia Flores, así como a Diosdado Cabello, Presidente de la Asamblea Nacional Constituyente ANC. Secuestrar al comisario Freddy Bernal y al director del Servicio de Inteligencia SEBIN Gustavo González López, así como a Nestor Reverol, Ministro de Interior Justicia y Paz.
También, el grupo de militares retirados y policías jubilados, protagonistas del fracasado golpe, hablaban de una matanza: 60 militantes de los Colectivos Bolivarianos, y colocar bombas para destruir servicios públicos.
Un elemento interesante de ésta nueva intentona, es que se intentó tumbar a Guaidó, para que luego Baduel se proclamara jefe del movimiento opositor en Venezuela. Lo que nos indica, que diversos sectores de la oposición venezolana, ya no creen ni reconocen a Juan Guaidó, como alternativa de salida al “régimen” de Nicolás Maduro.
Parece ser que Guaidó pierde fuelle, ante varias acusaciones: infidelidades políticas y no políticas, escándalos de corrupción, malversación de fondos “humanitarios”, entre algunas, preveen una fecha de vencimiento para su gestión.
Hay dos jugadas en el entramado tablero venezolano: la oposición juega, y sigue jugando, a los medios violentos ilimitados como mecanismo para la toma del poder, planes de asesinatos políticos, mantener la turbulencia social, en general, buscan una salida de fuerza, disfrazada de democracia.
En fin, como se ha dado por llamar a estas aventuras, son golpes continuados. Pero afortunadamente, sin coherencia ni consistencia, mucho menos armonía, sin preocupación por el país, solo un deseo de sangre brusco. En este caso, en particular, apostó a figuras locales, a fuerzas endógenas, apoyadas por países y estructuras exógenas. En síntesis, la oposición venezolana, vuelve a cometer los mismos errores de siempre, chocando siempre con las mismas piedras.
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