Yemen de la ofensa a la ofensiva
- Análisis
Mientras Arabia Saudita no se reponía del demoledor golpe que significó el ataque contra las instalaciones petroleras de Saudí-Aramco, el mes pasado (Ver: Yemen: Más tormentas en el Golfo Pérsico), nuevamente el movimiento Ansarullah (Partidarios de Dios) o houthi el último fin de semana volvió a dar un zarpazo que moralmente quizás sea más demoledor que el del sábado 14 de septiembre.
Con lo que se conoció como “Operación Nasrallah” (en honor al mítico líder de Hezbollah Hassan Nasrallah) fuerzas de Ansarullah ya desplegadas y operando en la provincia saudita de Najran, después de haber producido 500 bajas a las fuerzas del reino, tomaron 2400 prisioneros, junto a elementos yemeníes y mercenarios sudaneses. Además, incautaron varios cientos de vehículos militares y armamento, mientras otros 250 habían sido destruidos en la acción.
Si bien Riad se negó a reconocer este nuevo golpe, diferentes fuentes confirman que tanto los prisioneros, como los vehículos pertenecen a la Guardia Nacional de Arabia Saudita (SANG), entrenadas y equipadas por los Estados Unidos.
El canal oficioso del frente houthi al-Masirah, ha mostrado fragmentos de vídeos donde se observan los blindados saudíes incautados por los rebeldes, cómo a decenas de los hombres capturados que aseguran proceder de Arabia Saudí.
Najran es una provincia fronteriza con Yemen, de mayoría chiita, que ha sido constantemente dejada de lado por el wahabismo reinante y donde operan muchos agentes pro Yemen que informan al alto mando de Ansarullah.
Según un comunicado emitido por los Houthis, los soldados saudíes capturados, están particularmente en mal estado físico, con uniformes harapientos y baja aptitud para el combate.
Este nuevo golpe, además de la mala situación de los militares sauditas en el sur de su país, confirma la cohesión de las fuerzas yemeníes, particularmente en las provincias del norte del Yemen, donde diferentes grupos armados, en los últimos meses se han unido al movimiento Houthi, al igual, que según diferentes analistas locales, milicianos que luchan en el sur de yemení, también se están uniendo al movimiento Houthi.
Este alineamiento entre las tribus y otros grupos armados detrás de los houthis tiene un solo factor de unión y es luchar contra el invasor extranjero, lucha en la que los houthis fueron los primeros en iniciar la resistencia y una campaña internacional para denunciar la guerra que Arabia Saudita unilateralmente comenzó en marzo de 2015, junto a una importante coalición de países musulmanes y cuyo principal socio fueron los Emiratos Árabes Unidos (EAU).
Ansarullah, además de resistir a los invasores sauditas, combaten también contra al-Qaeda para la Península Arábiga, una de las franquicias mejor entrenadas y más activas de la organización fundada por Osama bin Laden; hombres infiltrados del Daesh y milicianos del Consejo de Transición del Sur, (CTS) formado en 2017, que pretenden la creación de un Yemen del Sur independiente, está última organización cuenta con el apoyo de los EAU, que, tras abandonar la coalición saudita en julio, pretende establecer una cuña en Yemen, ya que no se resigna a renunciar a sus intereses en el sur de la Península Arábiga, particularmente sobre Bab el-Mandeb (Puerta de las Lamentaciones), un estrecho marítimo de apenas 30 kilómetros de ancho que separa las costas del Cuerno de África de Yemen, y que es paso obligado para las embarcaciones que busquen vincular el Indico con el Mediterráneo, vía Mar Rojo y Canal de Suez. Paara lograrlo es que una importante dotación de fuerzas emiratíes todavía permanecen en el terreno y sigue influyendo en las milicias aliadas del CTS.
Apenas un día después del éxito de la “Operación Nasrallah”, el Comité Internacional de la Cruz Roja, anunció la liberación por parte de los houthis, de cerca de 300 prisioneros de la coalición, entre ellos, tres saudíes, como parte de una iniciativa de paz de Naciones Unidas (ONU) acordada en diciembre pasado en Estocolmo, que prevé la liberación de unos 7 mil prisioneros de cada bando, todavía no se ha conocido la reacción de Riad después de la liberación de sus hombres.
El fenomenal avance de Ansarullah se produce en el momento que el reino ha desestimado la oferta de una tregua, ofrecida por el presidente del Consejo Político Supremo de Yemen, Mahdi al-Mashat. Por lo que los houthis han anunciado que los ataques aéreos contra objetivos en territorios saudíes continuarán e incluso aumentarán, amenazando además con una tercera gran operación contra instalaciones vitales del país.
Quizás muy pronto estas amenazas se comiencen a poner en marcha ya que la posición del príncipe heredero y hombre fuerte del régimen saudita Mohamed bin Salman (MbS), hijo del Rey salman, está pasando uno de los peores momentos, como también le está sucediendo con la añeja alianza entre Riad, Washington y el resto de las potencias occidentales, desde el fin de la Segunda Guerra Mundial. Crisis que se precipitó tras el escandaloso episodio con el periodista del régimen Jamal Khashoggi (Ver: Caso Khashoggi: Oda a la hipocresía; Khashoggi: Memorial del ausente; Khashoggi ¿Por qué todos estamos hablando de él?) exactamente un año atrás.
MbS, cuando lanzó esta guerra creyó que en poco tiempo podrían dividir Yemen y crear varios estados títeres y así conseguir el control absoluto sobre Bab el-Mandeb, pero el príncipe no solo no ha conseguido sus fines, sino que ha creado un riesgo para la seguridad de su reino y sus socios mucho más grave del que existía antes de 2015.
La cabeza de un príncipe
Distintos informes occidentales opinan que la aventura saudita en el sur de la península ha sido “torpe, incompetente y estúpida”, ya que a pesar de los monstruosos daños producidos a la población yemení, no solo no han avanzado en sus pretensiones, sino que ha obligado a los houthis a un acercamiento con Irán, quien, entre sombras, pareciera emerger como el gran triunfador en esta guerra.
Hasta 2015, cuando se libraba una guerra civil, entre los chiitas junto a los sectores pobres del sunismo, contra el entonces presidente Abd Rabbu Mansour Hadi, el movimiento houthi, fue acusado en innumerables oportunidades de recibir asistencia de Irán, lo que nunca pudo ser confirmado. Para algunos observadores, una vez iniciada la guerra por Arabia Saudita, los houthis fueron prácticamente obligados a recibir colaboración de Irán, que en los momentos más extremos no pasó de niveles mínimos. Así todo, los gobiernos occidentales y de la región afines a los Estados Unidos han denunciado que la ayuda superaba todos los límites, lo que les posibilitó colaborar con Riad de la manera más descarada, y también responsabilizar a Teherán de todas las consecuencia de la guerra, a pesar de que no se ha encontrado material, ni hombres provenientes de Irán desde que comenzó la guerra.
Así todo, fundamentalmente Trump junto al gobierno israelí, no han dejado de denunciar a la República Islámica y amenazarla con acciones militares, lo que les ha permitido seguir armando y apoyando a las fuerzas de la coalición saudita, que dice luchar contra el “expansionismo iraní”, lo que todavía no se ha verificado, mientras nada se dice de las bravuconadas del Benjamin Netanyahu, que, en plena campaña electoral, anunció la voluntad de anexar el Valle del Jordán, en la Cisjordania ocupada, si fuera reelegido, lo que todavía está por verse, ya que no ha logrado formar gobierno.
El movimiento Ansarullah ha pasado a una ofensiva que está poniendo en riesgo, como ya lo ha hecho, la provisión mundial del petróleo y todo lo que ello conlleva, por lo que el príncipe MbS, tiene nulo espacio para negociar con los houthis, por lo que los Estados Unidos, si no quieren verse involucrados en una guerra de características apocalípticas, tendrá que ponerse a negociar con los yemeníes, a alguien que pueda usar la cabeza, para cuestiones más importantes que portar una corona.
-Guadi Calvo es escritor y periodista argentino. Analista Internacional especializado en África, Medio Oriente y Asia Central. En Facebook: https://www.facebook.com/lineainternacionalGC
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