Colombia, entre el estallido social y el rechazo neoliberal

03/12/2019
  • Español
  • English
  • Français
  • Deutsch
  • Português
  • Análisis
indigenas_colombia.png
Marcha indigena en Bogotá
-A +A

-Iván Duque, alfil del fallido Uribe Vélez y aliado del imperio

 

-El pueblo se hartó de los lastres económicos neoliberales

 

Al uribista Iván Duque, presidente de Colombia, se le revolvieron las aguas. El “paquetazo” de reformas últimas neoliberales que se presume tenía listas para golpear al sector social, especialmente a los trabajadores con jubilaciones y pensiones, ha quedado al descubierto.

 

Fue por ello que, tras el gran “diálogo social” convocado a mediados de la última semana de noviembre, entre él como presidente y organizaciones sociales, más pronto que tarde se convocó a nuevas movilizaciones por parte de la Central Unitaria de Trabajadores (CUT).

 

“Tendremos movilizaciones, cacerolazos, velatón y paro por el día y la noche”, anunciaron los dirigentes de la mencionada CUT. La razón, por el “problema de salud”, por el “ambiental y el fracking”, así como la desaparición del Escuadrón Movil Antidisturbios (Esmad), el causante primero de la muerte de Dilan Cruz (cuatro muertos en total, al cierre de esta nota) y la ola de represión con saldo de 500 detenidos.

 

Lo anterior son agregados, porque las demandas iniciales, las que provocaron el paro nacional convocado para el día 21 de noviembre, siguen en pie. Pensiones, pero también la revisión del Tratado de Libre Comercio. Varios, los acontecimientos del 21 que lo marcan como “histórico”.

 

La huelga convocada por las centrales obreras, además de las pensiones y la salud, fue para protestar por las reformas laboral y educativa, y la paz firmada con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC).

 

Haya sido o no por incidencia —o “contagio”—, de los acontecimientos de Ecuador, Chile y Bolivia, el caso es que al Presidente Duque el control se le sale de las manos. Por ello militarizó. Acuarteló al ejército, cerró las fronteras, entregó facultades a los gobiernos locales para meter al “orden” a los protestantes.

 

Antes, su partido el derechista Centro Democrático alegó la injerencia del gobierno de Venezuela, por culpar agentes externos. Como si Colombia estuviese tan bien con su pueblo, el uribismo como gobierno y Duque con todo el control político.

 

Aparte, el día 21 resutó histórico porque hacía ¡60 años!, 60, que no había protestas de largo alcance, de extensión nacional. En el ínter, las que hubo eran focalizadas, y fáciles de controlar. El país parecía un paraíso. Donde no pasaba a mayores nada, siquiera el proceso de negociaciones entre la guerrilla de las FARC y el presidente Juan Manuel Santos en su momento.

 

El país neoliberal muy útil a los interese de Washington, como fuera la intentona de invasión de unos cuantos encapuchados encabezadas por el autoproclamado presidente Juan Guaidó, que intentó arribar desde la frontera colombiana para derrocar al presidente consitucional de Venezuela Nicolas Maduro.

 

Ni hablar del interés geopolítico que tiene para Estados Unidos de América (EUA) el entreguismo de los presidentes colombianos en para operar en la zona contra cualquier otro país vecino, Venezuela, Cuba, Bolivia, Ecuador incluidos.

 

Por la amplia presencia militar del Comando Sur en la región, las ocho bases militares en Colombia, el presunto control del narcotráfico así como fungir de país visagra para los fines del vecino del norte.

 

Por tanto, a Duque le hace agua su gobierno en tanto los manifestantes protestan por todo: las políticas de ajuste, por el modelo neoliberal, por la desigualdad y el hartazgo social. Y con Uribe en entredicho, sí.

 

La vinculación a proceso en que la Suprema Corte de Justicia en Bogotá tiene hoy al senador Uribe, por un delito tipificado como “fraude procesal y soborno en curso homogéneo sucesivo”, o intento de manipulación de testigos por un caso iniciado por él mismo como presidente entre 2002 y 2010, una acusación en contra del senador de izquierda Iván Cepeda, lo tiene hoy en el banquillo de los acusados.

 

El soporte político de Duque en jaque. Si es culpable o no es otra cosa. Eso lo juzgará la Suprema. El tema es que su padrino político no la tiene fácil, y tampoco él como presidente altivo. Todo cae por su propio peso en cualquier momento.

 

Bien suena recio entre los pueblos, que no hay gobierno eterno, como tampoco ningún imperio; cuantimás un pelele de los halcones de Washington. ¿Presionará por una salida pronta Donald Trump a Iván Duque? Por supuesto. Que lo logre es otra cosa también.

 

Ahí sí, con los países aliados los gobiernos estadounidenses no dicen nada. ¿Por qué no operan un golpe contra Duque? Porque es aliado, amigo siempre, servidor, país de la coca, de las armas, de interés regional. Por eso no dicen nada las grandes cadenas de la propaganda de EUA.

 

Lo contrario, no hay golpe de Estado en América Latina en el que no estén presentes con la CIA, como cualquier otra actividad legal o ilegal; tampoco hay negocio boyante como el del tráfico de drogas o venta de armas, en el que no anden metidos también.

 

Ellos, los EUA, con la política del “patio trasero” de la doctrina Monroe como “justificación”, se creen y otorgan el derecho a intervenir para desestabilizar gobiernos no afines y, de ese modo, apoderarse de los recursos naturales para beneficiar a las grandes corporaciones.

 

Lo vienen practicando desde mediados del siglo XX a la fecha, con métodos tanto tradicionales como “modernos”, los ahora llamados “golpes suaves”. Es decir, desde la imposición de las dictaduras del Cono Sur al derrocamiento de Evo Morales en Bolivia recién.

 

Es lo menos, aplicar procesos de desestabilización en pleno siglo XXI. Porque no les interesa la independencia de nadie, o la autonomía de gobiernos libres. Nada de eso, por eso los golpes de Estado, por eso las provocaciones, persecuciones, juicios a presidentes a modo, etcétera.

 

Y cuando los estados, no solo gobiernos, rechazan la imposición e intentan caminos propios —los proyectos alternativos, vías propias con tinte “socialista”—, entonces viene la orquestación de los golpes de Estado por la vía “pacífica” —el “golpe blando” de Gene Sharp.

 

Los Estados Unidos de América (EUA) tienen todo que ver. Son los orquestadores del injerencismo en América Latina, que no cesa desde que se metieron con México y le arrebataron la mitad de su territorio. Por cierto hay que recordarles, siempre, que los invasores en estas tierras son ellos, país de inmigrantes. O que les pregunten a las tribus nativas sobrevivientes de sus masacres, con fines de extinción.

 

Mientras tanto, Duque se sostendrá con el uso de la fuerza, y con los estadounidenses atrás, pero contra estalla la lucha de los colombianos. Se verá.

 

Entre tanto, una reflexión final. Cualquier sociedad capitalista dependiente sujeta a los controles económico-políticos extranjeros, como sucede en América Latina, obedece a la imposición de reglas —salvo honrosas excepciones—, o a las siguientes razones:

 

1) A los gobiernos regionales que ceden a normas ajenas, o por factores de ilegitimidad —como los fraudes electorales de donde surgen autoridades débiles—, o prácticas de corrupción;

 

2) Al comercio entre países derivado de acuerdos o tratados suscritos desventajosos, terminan generando más desigualdad e inequidad social.

 

3) A las burguesías locales que, en alianza con el poder político, se conforman con las migajas que dejan las empresas multinacionales —particularmente estadounidenses—, desde finales del siglo XIX hasta ahora lo ahcen con tal de apostar solo a ganar-ganar;

 

4) La dependencia de los capitales foráneos más bien especulativos que contribuyan al desarrollo local en los países, puesto solo buscan elevadas ganancias.

 

Esa era la lógica dominante y muy útil para multiplicar las relaciones de dependencia entre los países con economías sujetas o subordinadas a intereses ajenos. Esa lógica vigente durante todo el siglo XX.

 

Hoy, a principios del XXI, cuando la globalización no se encuentra a sí misma ya entre nuestos pueblos, rige el reinado de la violencia y con ella de los carteles son activos útiles para jugosos negocios también ilícitos pero que dejan dinero. Colombia para por un ajuste de cuentas de su historia, como de Latinoamérica.

 

Escrito el 27 de noviembre de 2019.

 

Salvador González Briceño

Director de la página: geopolítica.com. Profr. UNILA. Diplomado “Granados Chapa” (UAM). Correo: sglezbriceo@gmail.com

 

 

 

 

https://www.alainet.org/fr/node/203620?language=en
S'abonner à America Latina en Movimiento - RSS