Walt Disney, el creador del imperio que se interesó, sin éxito, de incorporar notables argentinos
- Opinión
El 5 de diciembre de 1901, pasados ya 118 años, llegó a este mundo uno de los hombres más famosos del Siglo XX cuya obra maravilló a los niños del mismo mediante la creación de algunos personajes de leyenda como el Pato Donald y el Ratón Mickey popularizados a través de las historietas de revistas y los notables dibujos animados. Se trató, nada menos que de Walter Elías Disney, popularizado como Walt Disney.
El Gaucho Goofy que enardeció a Molina Campos
Este exitoso creador del imperio cinematográfico que lo sobrevivió cuando el falleciera el 15 de diciembre de 1966 a raíz de un cáncer de pulmón no fue, sin embargo, un hombre con suerte cuando intentó incorporar a su cuerpo de notables a dos argentinos motivo por el cual hasta llegó a viajar al país lo cual también se enmarcó en la “política del buen vecino” con la que el presidente del suyo, Franklin Delano Roosevelt, buscaba mejor las relaciones entre los Estados Unidos de América y el conjunto de América Latina.
Ya en 1931 Disney había tentado sin éxito ganarse a Quirino Cristiani, un inmigrante italiano que se había argentinizado al punto de convertirse en un crítico del presidente Juan Hipólito del Sagrado Corazón de Jesús Yrigoyen mediante la elaboración de dos películas de dibujos animados cuyo nivel se anticipara a los que más tarde se utilizaron en los estudios estadounidenses.
Dinsey en su visita a Moreno, junto Donald, a una de sus creaciones
La versión generalizada en la Argentina dice que el primer dibujo animado elaborado en el país fue “Hijitus” que surgió en 1967 de la mano de Manuel García Ferré. Sin embargo, 50 años antes Quirino Cristiani, un dibujante italiano que vivía en la Argentina, produjo el primer largometraje animado, al que sucedió otro con el añadido de haber incorporado el sonido.
Se trató de “El Apóstol” que generó una nueva forma de arte y pudo haber abierto el camino para un negocio notable como el que Walt Disney implementó veinte años después a partir de “Blancanieves y los siete enanitos”. “El Apóstol” contaba con 58.000 cuadros dibujados por el mismo Cristiani. A raíz de ello Disney quiso contratarlo pero él prefirió seguir en su estudio que, misteriosamente, se incendió dos veces en solo cuatro años y se perdieron muchos trabajos y otros, posteriormente, desaparecieron cuando el celuloide fue vendido a otras industrias. “El Apóstol”, estrenado el 9 de noviembre de 1917, era una crítica satírica del entonces presidente Yrigoyen. Filmado en 35 minutos los cuadros pasaban a razón de 14 por segundo.
El “Gaucho” Disney
Por entonces Walt Disney aún no había cumplido 15 años y se dedicaba a vender periódicos y chucherías a los pasajeros en los vagones del ferrocarril de Santa Fe, en Kansas donde por entonces vivía su familia. Así es como debe reconocerse que Quirino Cristiani fue el gran desarrollador de los dibujos animados.
Pero su gusto por el dibujo y su empeño en dedicarse a la animación hicieron que con el correr del tiempo fundase con su hermano Roy Oliver Disney la empresa hoy conocida como “The Walt Disney Company”, la mayor firma dedicada al negocio de los entretenimientos en el mundo entero cuyos ingresos alcanzan a las varias decenas de miles de millones de dólares estadounidenses anuales.
Nacido en Chicago y fallecido en Burbank, a lo largo de su carrera fue nominado 59 veces para el Premio Oscar siendo ganador en 22 de ellos, además de haber sido destacado con otras distinciones entre las que también se cuenta un Premio Emmy. Fue la persona más laureada en la historia del mundo cinematográfico hasta la fecha.
Durante sus años de estudiante secundario, en lo que no se destacó, fue el historietista del periódico “The Village Voice” que editaba el instituto escolar. Tiras cómicas de carácter patriótico y político en el marco de la Primera Guerra Mundial. Una visión que luego se profundizó llevándolo, con el correr de los años, a convertirse en un decido anticomunista y defensor del sistema capitalista imperante en los EUA al punto de que tuvo grandes conflictos con los trabajadores de su empresa a los que, ante sus reclamos, solía tildar de comunistas.
Como por razones de edad no fue admitido en el ejército durante la PGM, falsificando sus documentos logró alistarse en la Cruz Roja en la que se desempeñó en Francia como conductor de ambulancias. Regresó a Kansas y comenzó a trabajar como creador de anuncios publicitarios en el Pesemen-Rubin Art Studio hasta que armó su propia empresa en sociedad con el dibujante Ubbe Iwwerks.
Tras su fracaso fueron contratados por la Kansas City Film Ad donde comenzaron a desarrollar primitivas formas de animación cuando ya Quirino Cristiani había logrado desarrollos muy importantes. En 1922 se lanzó a probar con algunos cortometrajes animados como “Cenicienta” y “El gato con botas” y más tarde “Alicia en el país de las maravillas” con el que luego se trasladó a Los Ángeles.
Pasó el tiempo y el 15 de mayo de 1928 apareció “Mickey Mouse”, dibujo galardonado en 1935 por la Sociedad de las Naciones, antecesora de la actual Organización de las Naciones Unidas (ONU) como “símbolo internacional de buena voluntad”, lo que le valió a Disney una medalla de oro. Entre los admiradores del célebre ratón estuvieron el propio Roosevelt, el rey británico Jorge V y el líder fascista italiano Benito Amilcare Andrea Mussolini con quién Walt Disney mantuviera una cordial relación personal.
Con posteriorridad aparecieron personajes como el “Pato Donald”, el perro “Pluto”, el “Gaucho Goofy”, “Blancanieves y los siete enanitos”, “Pinocho”, el elefante “Dumbo”, “Peter Pan” y “El sastrecillo valiente”, entre otros. La empresa creció y al prosperar los negocios se generaron reclamos laborales que Disney rechazó y hasta desconoció al sindicato representativo de sus trabajadores lo que desató una huelga en 1941, razón por la cual, a instancias de Nelson Rockefeller, el Departamento de Estado lo declaró “embajador de buena voluntad” en América Latina mientras el propio gobierno resolvía el problema acordando con los huelguistas.
Para entonces, como se esperaba la entrada de los EUA en la Segunda Guerra Mundial, había dejado de lado sus simpatías por el Eje y se había vuelto aliadófilo. Fue en esas circunstancias en que viajó a la Argentina. A poco de llegar llamó por teléfono a una cabaña en Cascallares, en el partido bonaerense de Moreno. El rancho “Los Estribos”, a orillas del Río Reconquista, era del destacado pintor argentino Florencio Molina Campos quién en ese momento se encontraba de viaje.
Una investigación realizada por el periodista pampeano Juan Gabriel Batalla para Infobae permite conocer todo lo relacionado con el intento de Walt Disney de incorporar a Molina Campos a sus filas para lo cual se ganó la simpatía de la esposa de éste, María Elvira Ponce Aguirre, la que se imaginó que su marido iba a estar muy feliz por la visita de aquél. Molina Campos se encontraba en New York contratado por la revista “Liberty” pero para entonces ya había cobrado fama en el mundo gracias a exitosas exposiciones, como la realizada en París.
Disney visitó a “doña Elvira” para lograr su apoyo. Desde el gobierno estadounidense lo habían instado a realizar películas sobre el folklore suramericano con vistas a ganar las simpatías de la región para el país del norte. A raíz de ello fue su interés para incorporar a Molina Campos a sus filas, razón por la que también en el Brasil, donde visitara al presidente Getulio Domelles Vargas, se entrevistó con el músico Ary Barroso, el creador de “Aquarela do Brasil”. También durante su peregrinación pasó por Chile, Guatemala, México, Perú y el Uruguay.
Sin la presencia de Molina Campos, invitado por “doña Elvira”, comió asado con cuero y tomó mate. La propuesta era que se ocupase de conducir la realización de filmes sobre los gauchos argentinos. La visita, de la que se hizo eco el noticiero “Sucesos Argentinos” y en la que Disney hasta intentó bailar una chacarera, se hizo con la compañía del embajador estadounidense en la Argentina, y otros numerosos invitados. En otra ocasión, en un hotel porteño dio unos pasos de baile con la orquesta de Andrés Avelino Chazarreta, y también realizó una visita a Mendoza.
El intento no fue en vano, en 1942 Molina Campos firmó un contrato por tres películas pero apenas llegado a los EUA se enfrentó con Disney debido a las “licencias” que se tomaban en la filmación. Como cuenta Batalla, el personaje, el “Gaucho Goofy” usaba una vestimenta mezcla de autóctono de estos pagos, de paisanos mexicanos y de cowboys. Disney no le prestó atención y planteó que como la Argentina era neutral en la guerra ya no había interés en crear puentes amistosos. Así fue que Molina Campos optó por renunciar y en los tres filmes poco es lo que se observa del folklore argentino.
En tanto Disney y sus negocios siguieron prosperando y tras su muerte la empresa no dejó de ser una fuente interminable de recursos para sus continuadores.
- Fernando Del Corro es periodista, historiador, docente en la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Buenos Aires.
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