La aparición de la pandemia de coronavirus ha evidenciado más aún y exacerbado el abismo entre los Estados socialistas y capitalistas. En los primeros, la preocupación por las vidas humanas por encima de los beneficios ha guiado tanto al Estado como a la acción pública, lo que ha dado lugar a menores tasas de infección y de mortalidad. En “Coronashock y socialismo”, analizamos Cuba, Vietnam, Venezuela y el estado indio de Kerala para explicar cómo estas partes socialistas del mundo han sido capaces de manejar el virus más eficazmente.

Mientras que el enfoque socialista de combate al virus está impulsado por la acción gubernamental basada en la ciencia, la producción de materiales esenciales por parte del sector público, la acción colectiva y el internacionalismo, en los Estados capitalistas, los gobiernos han operado, en cambio, de manera alucinatoria, pretendiendo que el virus no es real o no es contagioso. Las empresas del sector con fines de lucro no han proporcionado el equipo necesario, mientras que la acción colectiva pública ha sido difícil de impulsar en sociedades atomizadas que carecen del hábito de organización y lucha. El racismo y el anticomunismo han sido utilizados para desviar la culpa por las consecuencias de tan peligrosa incompetencia. Parte de esta respuesta de cortinas de humo ha sido aumentar la agresión de EE. UU. contra países como Venezuela y Cuba, que han sufrido durante mucho tiempo el peso de las sanciones estadounidenses.