Papa Francisco por la fraternidad y la amistad social
- Opinión
El papa Francisco acaba de publicar una carta encíclica sobre “la fraternidad y la amistad social” cuya temática principal parte de la afirmación: “Todos somos hermanos”. Es un documento de carácter social resume los grandes ejes de sus discursos, de sus viajes y de sus actitudes más significativas. Es cierto que, para él, la fraternidad en sus dimensiones individual y colectiva es una de sus mayores preocupaciones. En su carta escribe que “la fraternidad es la piedra angular de la humanidad si quiere vivir en paz y con mayor justicia”. Bien se puede decir de él que, felizmente, es “el papa de la fraternidad universal”.
A veces uno se pregunta por dónde orientar su vida: allí se tiene una propuestas. Pues para el papa Francisco la fraternidad es la apuesta segura para encontrar la felicidad de una vida llena, porque la fraternidad y la amistad social son las puertas hacia la alegría de vivir, amar, crecer y transformar nuestro mundo. Esta búsqueda de una vida armoniosa consigo mismo, con los demás, con la naturaleza y, como consecuencia, con Dios, abre a una vida en plenitud.
En la primera parte de su carta, el papa nos describe “las sombras de un mundo cerrado” sobre sí mismo por la ambición del dinero, el irrespeto a los derecho humano y un sistema de mercado neoliberal que destruye a las personas y la naturaleza. Denuncias la plaga de las guerras y de la venta de armas, el desastre de las migraciones y del tráfico de seres humanos, la injusticia de las deudas externas de los países pobres y del comercio de las drogas. Además de denunciar las ‘sombras’, el papa desvela las causas de estas situaciones: “La humanidad ha crecido en distintos aspectos, pero somos analfabetos en acompañar, cuidar y sostener a los más frágiles y débiles de nuestras sociedades desarrolladas”.
En una segunda parte, el papa retoma el comentario novedoso de la parábola del ‘Buen Samaritano’ que hizo el papa Juan Pablo 2° en su visita a América Latina para inaugurar la Conferencia Episcopal Latinoamericana en Puebla, México, en 1979. : “El Señor delineó, en la parábola del buen Samaritano, el modelo de la atención a todas las necesidades humanas y declaró que, en último término, se identificará con los desheredados a quienes se haya tendido la mano”. El papa Francisco hace notar que se trata de socorrer no sólo a las personas individuales sino también a los pueblos saqueados por los países industrializados y sus multinacionales: “La historia del buen samaritano se repite: se torna cada vez más visible que la desidia social y política hace de muchos lugares de nuestro mundo un camino desolado, donde las disputas internas e internacionales y los saqueos de oportunidades dejan a tantos marginados, tirados a un costado del camino”.
En su tercera parte, el papa Francisco hace diferentes propuestas para hacer crecer la fraternidad entre nosotros y la amistad social entre las naciones. “Para hacer posible el desarrollo de una comunidad mundial capaz de realizar la fraternidad a partir de los pueblos y naciones mediante la amistad social, hace falta la mejor política puesta al servicio del bien común”. No es posible sostener el concepto de “guerra justa”. Se debe eliminar las armas nucleares y usar este dinero para acabar de una vez con el hambre. "Es necesaria una reforma de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), dijo también Francisco, así como de la arquitectura económica y financiera internacional, para que se dé una concreción real al concepto de familia de naciones".
El papa incluye a todas las religiones en esta puesta en marcha de una fraternidad universal. Hace una invitación directa a los católicos: “Es importante que la catequesis y la predicación incluyan de modo directo y claro el sentido social de la existencia, la dimensión fraterna de la espiritualidad, la convicción sobre la inalienable dignidad de cada persona”. Lugo escribe: "Las distintas religiones... ofrecen un aporte valioso para la construcción de la fraternidad y para la defensa de la justicia en la sociedad. El diálogo entre personas de distintas religiones no se hace meramente por diplomacia, amabilidad o tolerancia".
Termina el papa Francisco recalcando los testimonios de San Francisco de Asís y del beato francés Carlos de Foucauld. San Francisco de Asís nació en Italia en 1182, eligió ser pobre renunciando a las riquezas en solidaridad con los pobres, amaba a todas las criaturas y se hermanaba con el agua, el sol, las plantas, los animales… Se relacionaba con sus hermanos de comunidad con la expresión ‘Fratelli tutti’: ‘Hermanos todos. Por todo eso, en 1979, el papa Juan Pablo 2° lo nombró patrono mundial del Medio Ambiente.
En cuanto a Carlos de Foucauld que falleció en 1916 en el desierto del Sahara (Argelia), escribe el papa: “Él fue orientando su sueño de una entrega total a Dios hacia una identificación con los últimos, abandonados en lo profundo del desierto africano. En ese contexto expresaba sus deseos de sentir a cualquier ser humano como un hermano, y pedía a un amigo: ‘Ruegue a Dios para que yo sea realmente el hermano de todos’. Quería ser, en definitiva, ‘el hermano universal’. Pero sólo identificándose con los últimos llegó a ser hermano de todos. Que Dios inspire ese sueño en cada uno de nosotros. Amén.”
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