La paz necesita una Asamblea Constituyente y evitar la "estrategia Pastrana"
17/06/2014
- Opinión
La paz salió victoriosa en los comicios del pasado 15 de junio. El proceso de diálogos y acuerdos que se desarrollan en La Habana desde finales del 2012, entre el gobierno de Juan Manuel Santos y las Farc, superó la prueba del sabotaje y ataques mentirosos de la ultraderecha uribista y amplio su legitimidad con millones de votos. Los enemigos, encubiertos y explícitos de la paz fueron derrotados aún en el propio campo de la campaña de Zuluaga, quien debió modificar sus posiciones al cierre de la primera vuelta.
Ha surgido una potente subjetividad alrededor de la lucha por la paz y la superación de la guerra, gracias a la amplia promoción y explicación de los contenidos y los avances del proceso por los medios de comunicación de masas. Queda demostrada la importancia de defender con vigor la estrategia de solución del conflicto social y armado mediante el diálogo, la concertación y la formulación de alternativas consistentes a los múltiples problemas sociales, políticos y económicos, que se encuentran en la base de la violencia nacional.
Como nada está acordado hasta que todo este acordado, las sesiones de trabajo de la Mesa de La Habana prosiguen, en un ambiente más sosegado, luego de evacuado el tenso proceso electoral. Están en curso debates sobre el fin del conflicto y los mecanismos de refrendación de los acuerdos. Son temas de especial trascendencia que son garantía de una paz con justicia social y democracia real.
La Constituyente es una herramienta que ha sido planteada como mecanismo efectivo del cumplimiento de los acuerdos y el respeto por los derechos políticos y sociales de la resistencia campesina revolucionaria que trabaja en la dirección de la construcción de espacios políticos modernos para las mayorías nacionales, dejando atrás la violencia como método. Por supuesto, la solidez de los progresos de la paz depende mucho que el proceso en desarrollo no sea objeto de oscuras maniobras como las utilizadas por Andrés Pastrana en los diálogos del Caguán para imponer la supremacía militar del Estado neoliberal y pronorteamericano.
La convocatoria de una Constituyente y su conformación con un origen popular y democrático, es tema planteado desde el momento inicial de las conversaciones como un procedimiento fuerte de legitimación de los acuerdos. Algunos sectores la han descalificado argumentando los peligros que se desprenden, por eventuales maniobras del señor Uribe Vélez y la ultraderecha para tomársela mediante la manipulación, el engaño y las presiones violentas de los grupos paramilitares y militares. Pero lo que acaba de suceder con las últimas votaciones indica que un poderoso movimiento democrático, un Frente Amplio por la paz, puede marcar el rumbo transformador de una Constituyente popular. Solo las vacilaciones y la ambigüedad de algunos matices políticos gubernamentales -pienso en las intrigas y ataques de Vargas Lleras como Vice Presidente- pueden afectar el propósito reformista de la Asamblea Constituyente. Propósito que, entre otras cosas, debe desbordar el torticero marco legal para la paz, que pretende ser utilizado, cual lecho de Procusto oficialista, para negar los derechos políticos y judiciales de la insurgencia campesina. Hay quien insiste en cárcel para los guerrilleros articulados a la acción política y legislativa. Todavía piensan en la rendición y claudicación de los revolucionarios.
Una Asamblea Constituyente es, además, el escenario propicio para que se debatan y tramiten los temas que han quedado pendientes en los puntos discutidos, como el agrario, el de la democracia participativa, el de las drogas y las víctimas. Me refiero a la reforma agraria y la erradicación del latifundio reaccionario, a la transformación democrática y sustancial del régimen político, a los derechos políticos de los movimientos sociales y a las garantías efectivas para la Oposición.
Una Constituyente, por lo demás debe ser la ocasión para que el movimiento social potencia su capacidad transformadora en la movilización popular.
Obviamente, conquistar la Constituyente implica activar desde ya la movilización social por toda la geografía nacional y en todos los espacios de la vida comunitaria. Desde ya se está proponiendo que para el próximo 20 de julio se realice una poderosa movilización nacional que demande el cumplimiento efectivo de todos los derechos sociales, políticos, económicos postergados por la demagogia de la politiquería tradicional. Se trata de que el Frente Amplio por la Paz, radicalice las demandas para que se depure las Fuerzas Armadas del fascismo uribista y para que se reconozcan los derechos políticos fundamentales de las masas populares.
Contra una avance de esas dimensiones conspira la estrategia ya conocida de las capas dominantes de acudir a maniobras oscuras para hacer fracasar la paz, tal como ocurrió con la "estrategia de Pastrana" en los diálogos del Caguán. Hoy tenemos claro que ese ex Presidente utilizo las conversaciones del 2000, para reforzar su aparato militar guerrerista que se encarnó posteriormente en la nefasta Seguridad Democrática uribista, foco de horrendas arbitrariedades y desmanes como los "falsos positivos" a los que no fue ajeno el señor Santos como Ministro de Defensa.
Nota 1. Un primer paso en la depuración de los aparatos militares del Estado que conspiran contra la Mesa de La Habana es la destitución del actual Ministro de Defensa, Juan C. Pinzón, pieza clave del sabotaje militarista de la paz mediante chuzadas y hackers a la manera de Andromeda.
Nota 2. En varios departamentos como el Cauca, Guajira, Norte de Santander, Antioquia, Quindío, Caldas, Valle, Atlántico, Córdoba, Caldas, Santander, Huila, Caquetá y Meta, se han organizado Comités por la paz y la democracia para planificar y adelantar las movilizaciones del próximo 20 de julio.
Nota 3. La Izquierda debe entrar al gobierno de Santos desde ya para que defienda la paz y profundizar la ofensiva contra el fascismo uribista. No hay que dejar que Santos entregue esos espacios a Zuluaga y a Marta Lucia Ramírez, quienes actuaran como caballos de Troya del señor del Uberrimo.
Nota 4. Al igual que el Ministro Pinzón, quien también debe irse de su cargo es el Procurador Ordoñez, un verdadero peligro público para las libertades democráticas.
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