Sismo electoral en Lima
03/09/2014
- Opinión
Se ha iniciado el último mes de campaña y con él, el escenario en Lima Metropolitana ha empezado a tambalearse. Si agosto fue aquel mes en que los candidatos al sillón municipal exigían que el puntero en las encuestas, Luis Castañeda Lossio, diera la cara y cambiara la estrategia de mutismo que lo mantenía flotando en las encuestas, septiembre se caracteriza, hasta el momento, por la incertidumbre.
En la mañana del lunes el Jurado Electoral Especial (JEE) de Lima declaraba improcedente la candidatura de Luis Castañeda a la Alcaldía de Lima. Si la denuncia sobre ‘Comunicore’ como una empresa fachada para lavar activos había obligado al candidato de Solidaridad Nacional a hablar antes de lo pensado, este nuevo temblor lo obligaba gritar. En un mitin con sus simpatizantes, y la prensa que no pudo hacer preguntas, un Castañeda enfurecido señalaba que no permitiría que lo saquen de carrera. Al grito de “fraude”, falso e irresponsable, concluyeron la respuesta rabiosa.
Pero ¿de qué magnitud es el sismo electoral que vivimos en Lima?
Primero que nada habría que señalar que a un mes de las elecciones resulta lamentable que no tengamos definidos a los candidatos y candidatas que se presentan en las elecciones. Se entiende que existen mecanismos y procedimientos correspondientes en el caso de las tachas; sin embargo, se espera también de los organismos electorales (JEE y JNE) la rapidez necesaria para los comicios de octubre.
En segundo lugar, cabe notar que es importante lo señalado por el JEE respecto del caso Castañeda pues obedece, además de un precedente inmediato (el caso del también candidato por Solidaridad Nacional, Carlos Burgos), a la necesidad de hacer valer las normas y la legitimidad de las instituciones. Si un aspirante a un cargo público no reconoce la necesidad de hacer cumplir las normas, ¿cómo podemos encargarle la dirección de una ciudad que se basa en leyes de convivencia? ¿Cómo podemos exigirle transparencia en su gestión? ¿Cómo podremos lograr superar el “roba pero hace obra”?
Ahora bien, una eventual salida de Castañeda reconfigura un escenario ya difícil de analizar. No habrá una repartición de votos sólo entre los siguientes dos contendores, sino que se reconfigurará el espectro general pues el electorado no decide su voto por motivos estrictamente ideológicos. Por otro lado, habría que delimitar a los simpatizantes de la candidatura de Castañeda.
Horas después de la decisión del JEE, Keiko Fujimori se manifestaba en contra de la “mano negra” detrás de esta exclusión de Castañeda en las elecciones. Al cabo de unos minutos la seguía Javier Velásquez Quesquén, Alan García, Mauricio Mulder y otros. Ni Sánchez Aizcorbe, candidato por el fujimorismo, ni Enrique Cornejo, candidato por el APRA se han manifestado respecto de esta decisión hasta ahora. Se develaba así la verdadera candidatura de estas agrupaciones. Asimismo, Carlos Burgos, otro ex candidato tachado, se unía a la marcha en apoyo a Luis Castañeda Lossio en la tarde de ayer. Conocido por estar involucrado en una serie de irregularidades durante sus periodos como alcalde de San Juan de Lurigancho, incluso por presunto enriquecimiento ilícito y lavado de activos, Burgos termina por evidenciar el perfil de los que apoyan esta candidatura.
Pero, ¿qué hay de los simpatizantes que fueron a marchar? La protesta es un legítimo derecho que en Otra Mirada defendemos siempre. No obstante reconocemos en esta además de un motor falso (la arenga de “fraude” así lo revela), una conjunción de actores en contra de reformas importantes iniciadas por la gestión de Susana Villarán. Esto evidencia una intencionalidad que no sólo responde a un interés electoral sino también a una forma de hacer política y hacer gestión desde la informalidad, el beneficio de unos pocos, la mínima transparencia, el grito por sobre el diálogo, etc.
El sismo electoral en Lima, sin embargo, no parece llegar a su fin y promete más de una réplica y de fuerte intensidad. Al electorado le corresponde tomar debidas precauciones que incluyan demanda de propuestas, cumplimiento de normas y, sobre todo, el compromiso con calidad de vida en una ciudad que merece, hace mucho, transformaciones de fondo.
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