Segundo gobierno de Santos muestra síntomas de debilitamiento político

12/09/2014
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La codicia burocrática, fiscal y clientelar del segundo gobierno de Santos está erosionando su legitimidad y debilitando su capacidad política, con serias repercusiones en el proceso de paz y en la Mesa de conversaciones con las Farc en La Habana.
 
Ya han transcurrido varias semanas del segundo gobierno del señor Juan Manuel Santos, se conocen los nombres de sus ministros y los núcleos de sentido de su gestión estratégica, reflejado en la reorganización administrativa de la Presidencia con la creación de varios super ministros mediante los decretos 1649 y 1647. La Vice presidencia de la República, en cabeza de German Vargas Lleras, ha sido convertida en una mega gerencia encargada de la gestión de gigantescas inversiones en las dobles calzadas de cuarta generación/4G y en otras obras de infraestructura urbana, que alcanzaran una cifra cercana a los 150 billones de pesos en los siguientes 46 meses.
 
Destaca en estos peldaños iniciales la ausencia de la Izquierda democrática en el gobierno, no obstante su apoyo decisivo a la reelección, frente a las amenazas del regreso de la ultraderecha fascista en la persona de Oscar Iván Zuluaga, para destruir el proceso de paz que se adelanta en La Habana.
 
La inclusión de la Izquierda en los altos cargos del gobierno, independientemente de los nombres o apellidos, es un elemento esencial en la nueva etapa política, como garantía de los diálogos de Estado con los delegados de la resistencia campesina revolucionaria. Su ausencia, desde otro ángulo, genera riesgos muy graves para los desarrollos de los acuerdos orientados a la superación del conflicto armado colombiano. Santos, como prueba de su naturaleza clientelar y oportunista, ni corto ni perezoso, se comió toda la torta con sus amigos de la coalición burguesa oficialista, sin que le importara el daño hecho a la esperanza de paz de millones de colombianos. Muy grave.
 
El ingreso de la Izquierda en el gabinete es el reflejo de una nueva concepción en la misma, pues su función, en esta etapa, no es la de la oposición a la manera liberal, como lo hace la facción ultraderechista de la parapolítica, cuyo propósito fundamental  es destruir la Mesa de paz de La Habana.
 
La Izquierda debe pasar de la Oposición a la disputa política. Otra manera de abordar los problemas de hoy. Se trata de la disputa en los escenarios del Estado o del Estado como escenario de disputa, contra las camarillas oligárquicas. Se trata de la disputa por las rentas, y en el caso concreto de hoy, de la lucha por el reparto de la renta minero energética. Es una riqueza que inicialmente tiene un monto anual cercano a los 40 billones de pesos, originada en las participaciones, impuestos, dividendos y regalías petrolero/mineras que ingresan cada año a las arcas del gobierno que son manipuladas, desviadas y despojadas por las capas oligárquicas que manejan a Ecopetrol, la Agencia Nacional de Hidrocarburos/ANH, Planeación Nacional, el Ministerio de Hacienda, las gobernaciones y las Alcaldías a través de los OCAD.
 
La renta petrolera y minera, base de la Colombia del siglo XXI, no puede ser la fuente de conformación de nuevos núcleos de burguesía parasita inclinada al despotismo y exclusión. Por el contrario ella debe servir para darle soporte a la paz con justicia social.
 
Son los argumentos que permiten sugerir las implicaciones regresivas que ofrece esta primera etapa del segundo gobierno del señor Santos. Su debilidad es evidente. Se requiere abrir el debate para obrar en consecuencia. La política cambia y es preciso advertirlo oportunamente para reaccionar a tiempo. El movimiento popular y la Izquierda social deben actuar con iniciativa para impedir que quien pase a la ofensiva sean las tendencias fascistas de la parapolítica uribista. Con todo los peligros que esto conlleva.
 
https://www.alainet.org/pt/node/103395
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