Mundialización del hambre

14/06/1999
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Ginebra.- El hambre y la inseguridad alimentaria han alcanzado dimensiones mundiales y tienden a agravarse dramáticamente en algunas regiones.  Incluso, la Comisión de Derechos Humanos de la Organización de las Naciones Unidas, en su 55avo. período de sesiones llevada a cabo en Ginebra entre marzo y abril de este año, señala que es "intolerable que más de 800 millones de personas en todo el mundo, especialmente mujeres y niños, y en particular de los países en desarrollo, no dispongan de alimentos suficientes para satisfacer sus necesidades nutricionales básicas, lo que constituye una violación de sus derechos humanos fundamentales, y al mismo tiempo puede generar nuevas presiones sobre el medio ambiente en zonas ecológicamente débiles".

 

En la declaración sobre "El derecho a la alimentación", aprobada por consenso en la Comisión de Derechos Humanos, se enfatiza que el "hambre constituye un ultraje y una violación de la dignidad humana, y en consecuencia, hace necesaria la adopción de medidas urgentes a nivel nacional, regional e internacional para eliminarla". Entre esas medidas, menciona la necesidad de desplegar esfuerzos para movilizar y aprovechar al máximo la asignación y utilización de los recursos técnicos y financieros de todas las fuentes, incluido el alivio de la deuda externa en los países en desarrollo, con vistas a reforzar las actividades nacionales para aplicar políticas en pro de una seguridad alimentaria sostenible.

 

Actualmente, 34 países "en desarrollo" tienen graves problemas en el suministro de alimentos. Las regiones más afectadas por el hambre son África del Sur (210 millones de subalimentados) y el Sur y Sudeste de Asia (512 millones). En América Latina y El Caribe se concentran 63 millones de hambrientos. Si en el período1992-1994 el número de subalimentados en el mundo era de 822 millones, en el período 1994-1996 aumentó a 828 millones, según los estudios de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, FAO (La Situación Mundial de la Alimentación y la Agricultura, Roma 1998).

 

 A esto se agrega, la baja en la producción mundial de cereales que en 1999 será de 1850 millones de toneladas, el 1.5 % menos que el año anterior. Esta situación determina que habrá que recurrir a las reservas mundiales de cereales acumuladas en las dos últimas estaciones para satisfacer las necesidades correspondientes a 1999-2000. Cabe anotar, sin embargo, que más dramático que este descenso en la producción de granos es la imposibilidad de acceder a ellos por parte de millones de seres humanos que se encuentran sumidos en la pobreza y en la miseria.

 

 Guerras y hambre

 

Si la pobreza constituye una seria amenaza para la seguridad alimentaria del mundo, hay otros factores no menos importantes como los planes de ajuste estructural, la falta de control a las transnacionales, las guerras, los conflictos sociales, la deuda externa, las sequías, los desastres naturales y la concentración de la tierra.

 

Revisemos algunos casos. La guerra de Angola entre el ejército y guerrilleros de la UNITA; la violencia en las zonas rurales de Sierra Leona; los enfrentamientos en la República Democrática del Congo; la guerra entre Eritrea y Etiopía y la persistencia de los conflictos sociales en Somalia, han determinado desplazamientos forzados de millones de personas que han dejado de sembrar la tierra y requieren con urgencia de ayuda alimentaria. El panorama es más complicado en Somalia, en donde un millón de personas padecen de una aguda escasez de alimentos y más de 400 mil están en riesgo de morir de hambre.

 

El huracán Mitch, que arrasó los cultivos de porotos, arroz, plátano, maíz y otros productos en Honduras, Nicaragua y El Salvador, ha venido a complicar la situación alimentaria de la región centroamericana, de por si ya asolada por la crisis económica. En Honduras, el país más afectado por el Mitch, 800.000 personas de las zonas rurales requieren en este año de suministros alimentarios en tanto que se hace necesaria una ayuda sostenida para restablecer los cultivos. Según una misión de expertos de la FAO y el Programa Mundial de Alimentos que visitó este país, "hasta ahora la ayuda alimentaria recibida y las contribuciones ofrecidas para entregarse hasta agosto de 1999 suman 85 mil toneladas de todos los alimentos principales en conjunto, lo que deja un faltante de ayuda alimentaria de cerca de 191 mil toneladas que habría que suministrarse en los próximos meses".

 

Las medidas de ajuste estructural en Asia -como en el resto del mundo- conspiran contra "el derecho de toda persona a tener alimentos sanos y nutritivos". En Indonesia, por ejemplo, a raíz de la crisis económica que arrancó en 1997, el problema no es la escasez de alimentos sino que un gran porcentaje de la población que se encuentra sumido en la pobreza y el desempleo, no puede adquirirlos. A ello se suma la falta de tierras, el incremento de la migración y la caída de los salarios que vienen a complicar la situación alimentaria.

 

En Europa, la guerra de Kosovo ha provocado un éxodo de aproximadamente 800.000 personas que actualmente se encuentran en Macedonia, Albania, Montenegro y Bosnia-Herzegovina, con una situación alimentaria bastante difícil. Huyendo de la limpieza étnica de Slobodan Milosevic y de los bombardeos de la OTAN, los kosovares han dejado atrás miles de fincas agrícolas destruidas y abandonadas. La inseguridad alimentaria data desde principios del año pasado, cuando estalló el conflicto. En 1998 y lo que va de 1999, la violencia, las enfermedades y la falta de equipos y de semillas, provocaron una disminución dramática de los sembríos de trigo, el principal alimento de la provincia. Cuando pudieron sembrar, les incendiaron los trigales, y a los que pudieron cosechar y almacenar, les quemaron las casas y los graneros. Luego les cayeron las bombas. Los alimentos, una vez más han sido utilizados como arma de presión política y militar.

 

Las "bondades" del libre comercio

 

Unos 450 campesinos/as del Sur, en su mayoría de la India, en este mes de junio efectuarán una marcha por varios países de Europa para denunciar los efectos del libre comercio. Los campesinos/as harán presencia en la oficina de la Organización Mundial del Comercio de Ginebra, y en la Cumbre del G8, que agrupa a las 8 mayores potencias del mundo, a reunirse en Colonia (Alemania) el próximo 18 de junio.

 

Con esta manifestación, organizada por Acción Mundial de los Pueblos, los campesinos/as están dando la voz de alerta sobre las desastrosas consecuencias que están teniendo sobre los campesinos y la soberanía alimentaria de los países del Sur, la aplicación de los acuerdos de la OMC relativos a la agricultura.

 

En circunstancias en que se predica las bondades del "libre comercio", la teoría va reñida con la práctica. Europa y Estados Unidos imponen fuertes barreras a las importaciones de productos agrícolas provenientes del Sur, en tanto que a menudo exigen apertura total para sus mercancías. Más aún, mantienen una agricultura altamente subvencionada y frecuentemente recurren al "dumping", con lo que arruinan la agricultura de los países pobres y de paso los vuelven altamente dependientes de la importación de alimentos. Y así tenemos una avalancha de productos agrícolas procesados que inundan los mercados del Sur: leche en polvo neerlandesa en Brasil y Jamaica; tomates italianos en conserva en Senegal y Mali; carne de res europea en África del Sur, según informa el diario "Le Courrier" de Suiza.

 

Aunque en los países ricos se han previsto reducciones a las subvenciones internas y a las exportaciones agrícolas hasta fines del año 2000, las protecciones no serán eliminadas, lo que indica que tenemos para rato las injusticias y las desigualdades en el comercio mundial, que por cierto se presenta desfavorable para los países "en vías de desarrollo". Si en 1950, el Sur hacía la mitad del comercio mundial, en la actualidad participa solo con la cuarta parte.

 

Más aún, los países del Norte imponen sus propias reglas de juego en las áreas de sanidad, propiedad intelectual y patentado de micro-organismos y variedades vegetales, para no hablar de otros estándares requeridos para las importaciones agrícolas del Sur, como exigencias ecológicas y de calidad, modos de producción, certificados de origen, etc.

 

Alimentos sanos

 

Otro punto que reafirmó la Comisión de Derechos Humanos de la ONU fue el "derecho de toda persona a tener acceso a alimentos sanos y nutritivos, en consonancia con el derecho a una alimentación apropiada y con el derecho fundamental de toda persona a no padecer hambre a fin de que pueda desarrollar y mantener plenamente su capacidad física y mental". Es que la contaminación de los alimentos está convirtiéndose en un problema de envergadura mundial que repercute a la vez en la salud y en la economía.

 

Los alimentos contaminados por agentes biológicos (bacterias, virus, parásitos) y por agentes químicos peligrosos (residuos de pesticidas y de medicamentos veterinarios, aditivos alimentarios, toxinas y contaminantes industriales), ocasionan la enfermedad a más de 200 millones de personas en el mundo. El tributo pagado en vidas y en costos humanos es enorme, en particular por los niños y las personas mayores. Las enfermedades diarreicas de origen alimentario son la primera causa de la malnutrición. Entre 12 y 13 millones de infantes mueren cada año por los efectos acumulados de la malnutrición y las infecciones, según la Organización Mundial de la Salud.

 

 Con este panorama brevemente descrito cabe preguntarse si será posible cumplir el objetivo trazado por la Cumbre Mundial sobre la Alimentación y su Plan de Acción (Roma, 1996) "de reducir el número de personas desnutridas a la mitad de su nivel actual no más tarde del año 2015".

 

Publicado en América Latina en Movimiento, ALAI, # 295, 15/06/1999, Quito

 

https://www.alainet.org/pt/node/104506
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