En Porto Alegre

Campesinos destruyen plantaciones transgénicas de la Monsanto

13/02/2001
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En el mismo momento en que se iniciaba el Foro Social Mundial de Porto Alegre, los movimientos sociales del campo brasileño se tomaban un centro de experimentación de transgénicos de la transnacional norteamericana Monsanto, ubicado en el municipio " No me toques", a 300 kilómetros al norte de Porto Alegre. El objetivo de los/as campesinos/as fue llamar la atención mundial sobre "la monopolización de la agricultura por empresas multinacionales como la Monsanto, que están acabando con la pequeña agricultura".

 

En la acción, llevada a cabo el 25 de enero, participaron 1300 agricultores y agricultoras del Movimiento de los Afectados por las Represas, el Movimiento de los Pequeños Agricultores, el Movimiento de las Mujeres Trabajadoras, el Movimiento Sin Tierra y la Pastoral de la Juventud Rural.

 

 En la mañana del 26 de enero, una delegación de la organización mundial Vía Campesina, encabezada por su secretario operativo, el hondureño Rafael Alegría, por el dirigente campesino francés José Bove y el dirigente nacional del MST Joao Pedro Stédille, se trasladó a "No me toques" a presentar su respaldo a la acción. Los campesinos y campesinas procedieron a arrancar las plantas de maíz y soya transgénica y a quemar la soya almacenada. Inmediatamente realizaron un acto simbólico en el que enterraron un ataúd, cubierto con la bandera de las barras y las estrellas, que representaba a la Monsanto.

 

 Los sectores más conservadores del gobierno federal brasileño emprendieron acciones contra José Bove, una de las principales figuras del Foro Social Mundial, quien fue conminado por las autoridades a abandonar el país en un plazo de 24 horas. La policía federal lo retuvo irregularmente por unas cinco horas, pero finalmente Bové fue liberado y abandonó el país en el plazo que el mismo había previsto, tras interponer un recurso de habeas corpus.

 

 Lo único que lograron las autoridades brasileñas fue elevar en unos cuantos puntos la popularidad del dirigente de la Confederación Campesina de Francia, quien ya es famoso por haber participado en la destrucción de una sucursal de la Mc Donald, acción por la cual ha sido encausado judicialmente, y ha recibido un amplio respaldo de las fuerzas anti- globalización neoliberal de Francia y Europa.

 

La protesta contra la Monsanto en Brasil forma parte de la campaña mundial que la Vía Campesina lleva a cabo contra los organismos genéticamente modificados. Anteriormente, campesinos de la India, Tailandia y Europa realizaron similares acciones.

 

 Los transgénicos

 

Actualmente, se siembran en el mundo más de 37 millones de hectáreas de cultivos transgénicos, lo que significa un 2.6% de la producción mundial. De estas plantaciones, controladas por unas pocas transnacionales como la Monsanto, Norvartis, Carguil y Aventis, se obtiene la materia prima (maíz, soya, tomates, trigo, etc.) para la fabricación de una gran cantidad de productos alimenticios que en muchos países, especialmente del Sur, se venden sin el debido etiquetado que indique su composición.

 

 Luego del "mal de las vacas locas", en varios países europeos se están tomando medidas de precaución para no vender más este tipo de alimentos. Pero, ¿qué mismo son los organismos transgénicos? En términos sencillos, son plantas, animales, microorganismos o seres humanos a los cuales se les ha introducido genes de otra especie. Los adelantos de la ingeniería genética han posibilitado la creación de nuevos seres vivos en el laboratorio, que han trastocado la larga evolución natural e independiente que han recorrido los seres humanos, las plantas y los animales.

 

 Las barreras de la especie se han roto y el intercambio genético entre especies diferentes ha dado lugar a los denominados organismos genéticamente modificados. De esta manera, la manipulación genética ha permitido, por ejemplo, obtener maíz con genes de escorpión, lechugas con genes de tabaco, papas con genes de lenguado. Las transnacionales que controlan la alimentación han hecho grandes inversiones para producir variedades de las plantas denominadas BT (que pueden ser maíz, soja, papa, algodón y muchas otras) las cuales, se dice, son resistentes a los insectos, y semillas que solo sirven para una sola siembra. Sus objetivos son controlar el mercado mundial de alimentos y aumentar sus niveles de ganancias, para lo cual, es clave el patentamiento de sus inventos.

 

 Para vender sus productos, las transnacionales presentan a los campesinos ofertas "atractivas": maíz con genes de escorpión que necesita menos agua, pollos genéticamente modificados que crecen más rápido y dan más carne.

 

Riesgos y peligros

 

 Vía Campesina ha advertido que los alimentos y las semillas transgénicos representan riesgos para la salud humana y tendrán efectos desastrosos para la economía campesina y el medio ambiente.

 

 Gilmar Mauro, miembro de la dirección nacional del MST, advierte que "no hay ningún estudio que compruebe que los alimentos transgénicos hacen daño o no a la salud", y que, por lo tanto, aplicando el principio de precaución y previsión, no deberían entrar en la cadena alimenticia. Se necesitarían al menos cinco años para conocer los efectos que tendrían los transgénicos en la salud humana, sin embargo, investigadores han indicado que podrían provocar cáncer, alergias, trastornos reproductivos y resistencia a los antibióticos.

 

 Otro dirigente del MST, Egidio Bruneto, advirtió que el uso de las semillas transgénicas, que se pueden utilizar solo para una siembra, tendría graves consecuencias para los medianos y pequeños/as campesinos/as. Con el modelo agrícola transnacionalizado, los campesinos perderían la capacidad de producir sus propias semillas, como ha ocurrido desde los tiempos más remotos de la humanidad, pasando a depender tanto tecnológica como económicamente de las transnacionales. "Nunca antes en la historia se ha perdido tanta variedad de culturas, idiomas y biodiversidad en nombre del progreso, las semillas son patrimonio de la humanidad y deben ser mantenidas", agregó Bruneto.

 

Los riesgos las plantas transgénicas para el medio ambiente no son pocos. Investigadoras han alertado sobre la posibilidad de que genes introducidos artificialmente en una especie vegetal puedan "migrar" hacia otras especies parecidas, con consecuencias todavía desconocidas.

 

En Chile, se ha regulado en el sentido de que los cultivos transgénicos deben estar separados por una franja de 4 kilómetros de los cultivos tradicionales para evitar su contaminación a través del polen transgénico que es arrastrado por el viento o los insectos, esta reglamentación, sin embargo, se cumple en muy pocos casos.

 

 Un taller sobre transgénicos, organizado por Vía Campesina en el marco del Foro Social Mundial de Porto Alegre, advirtió que los cultivos transgénicos no son una solución para resolver los problemas del hambre, como han venido pregonando voceros de las transnacionales e incluso técnicos de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación, FAO. "El hambre es un problema político y social. Basta con recordar que en Brasil, por ejemplo, el 1% de las explotaciones agrarias controlan el 45% de la tierra, cuando el 90% de las explotaciones agrarias tienen menos del 20% de la tierra. Y en Argentina, gran exportador agrícola, una tercera parte de la población no puede cubrir sus necesidades básicas".

 

 Los talleristas, entre los que se encontraban dirigentes campesinos, ecologistas y estudiosos del tema, exigieron una moratoria inmediata, como el primer paso hacia la producción de alimentos libres de transgénicos; una información completa para los agricultores y consumidores; las no patentabilidad de los seres vivos y de las semillas que son patrimonio de la humanidad; y la ratificación del Protocolo de Bioseguridad de Cartagena por todos los gobiernos.

 

Publicado en América Latina en Movimiento # 327 (ALAI), p. 18, 13-02-2001, Quito

 

 

https://www.alainet.org/pt/node/105078
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