Foro Social Mundial en Argentina

Una sociedad en movimiento

29/08/2002
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Buenos Aires El Foro argentino fue un pequeño muestrario de una sociedad en ebullición, contradictoria, incierta y hasta escéptica de sus propias fuerzas y capacidades, pero llena de colorido, vida y creatividad. Durante cuatro días, una parte del nuevo movimiento social argentino confluyó en torno de la céntrica plaza Houssay, rodeada por varias facultades de la Universidad de Buenos Aires, donde casi 600 organizaciones protagonizaron cuatro días de debates, fiestas e intercambios múltiples. No estuvieron todos, pero sí una parte considerable del espectro social argentino, y del latinoamericano incluso, que viene pugnando por cambiar el rumbo y zafar del sistema por la vía de la resistencia y la creatividad. La versión argentina del evento que tendrá su tercera edición en enero en Porto Alegre, abierto con una marcha y cerrado con una multitudinaria asamblea de movimientos sociales, fue muchas cosas a la vez: una gran feria de intercambio de ideas, revistas, boletines informativos, artesanías; y un gran espacio para el debate abierto con la participación de intelectuales, dirigentes sociales, políticos y sindicales, académicos y miembros casi desconocidos de organizaciones y movimientos de base. Los debates se articularon de dos maneras: mediante los más de 200 "talleres autogestionados", propuestos por alguna organización o persona, que abordaban la más variada temática que imaginarse pueda, y que sesionaban durante todo el día en facultades y en cualquier espacio cedido. Hubo talleres a los que acudieron 5 ó 6 personas y otros que desbordaron el marco previsto superando los 400 o 500 asistentes. Imposible acceder a todos, ya que se realizaban a razón de cien por día, con una duración promedio de tres horas cada uno. Por las noches, funcionaron los paneles en base a ocho ejes temáticos que fueron abordados en diez paneles propuestos y organizados por el grupos promotor del Foro. El viernes 23, segundo día del evento, los debates giraron en torno al tema "Causas y consecuencias de la crisis", y allí se abordó la crisis argentina, la crisis de la democracia, la hegemonía estadounidense en América Latina y el avasallamiento de los derechos sociales por parte del Estado y el mercado. El sábado 24 el tema convocante fue "Resistencias y alternativas". Bajo ese amplio slogan se sucedieron seis paneles simultáneos sobre alternativas económicas, poder popular, resistencias y desobediencia civil, autogestión social y América Latina en un mundo nuevo. Debates desiguales Desde un principio fueron llamativas algunas ausencias. La Asociación de Madres de Plaza de Mayo, dirigida por Hebe de Bonafini, divulgó un comunicado en el que aseguró que no habían sido invitadas a participar. Faltó el dirigente piquetero Luis D'Elía, uno de los más populares del país, así como la poderosa Corriente Clasista y Combativa, orientada por el maoísta Partido Comunista Revolucionario. Por el contrario, algunos grupos como Barrios de Pie, ligado al partido guevarista Patria Libre, parecieron sobre representados, con ponentes en muchas mesas. Evo Morales, diputado boliviano, líder cocalero y candidato a la presidencia con más del 20 por ciento de los votos, fue la figura más aplaudida por los asistentes y el más requerido por los medios. "El Evo", como se lo conoce en su país y ahora en todo el mundo, invirtió los términos tradicionales de las relaciones partido-movimiento, al señalar que ahora "el movimiento político debe ser una herramienta de las organizaciones sociales". Dijo que no hay razones para crear nuevas estructuras y que las existentes, desde los viejos sindicatos hasta los nuevos grupos de piqueteros o comités cívicos, deben convertirse "en la base social de un instrumento político al servicio de la equidad y la liberación". De hecho, las tesis de Morales no son más que una ajustada lectura de la experiencia boliviana, donde el Movimiento al Socialismo que lo postuló a la presidencia es la expresión política del movimiento campesino cocalero con base en el Chapare. La presencia indígena fue importante, comparativamente mayor que la registrada en Porto Alegre, con delegados ecuatorianos y peruanos, además del boliviano, a los que deben sumarse las organizaciones argentinas, en particular el Mocase de Santiago del Estero. No hubo análisis brillantes ni novedosos, sobre todo en los grandes paneles, y sí mucha expectativa hacia la candidatura de Lula en Brasil, que para muchos asistentes tiene la victoria asegurada. Destacó la exposición del sociólogo peruano Aníbal Quijano, quien pareció acercarse a las tesis de Toni Negri, al apuntar que vivimos la erosión de los Estados nacionales ante "una suerte de recolonización global". Según su análisis, se habría formado un "bloque imperial global, con la hegemonía de los Estados Unidos" que ha llevado a que los Estados latinoamericanos operen como correas de transmisión del capital financiero y de los países centrales. Quijano impresionó a los asistentes al destacar que viviremos una crisis política ininterrumpida por la falta de representatividad y legitimidad de las instancias estatales, que sólo podrán mantenerse en base a dosis cada vez mayores de represión. Y, como buena parte de los asistentes, se mostró escéptico acerca de los partidos políticos, que han perdido los referentes sociales que los identificaban y se convirtieron en meros "aparatos que administran a sus clientes, y dejan de ser representantes de sectores sociales". Entre las presencias locales, destacaron las de los dirigentes políticos Elisa Carrió y Luis Zamora, que desbordaron las mesas en las que intervinieron. La cercanía de la campaña electoral y el reciente vuelco dado por ambos candidatos, espoleados por la Central de Trabajadores Argentinos (CTA), que de la mano de Víctor De Gennaro impulsa la renovación completa del parlamento, asumiendo la demanda popular de "que se vayan todos", caldeó el ambiente político nacional y el propio Foro Social. Entre los especialistas, los economistas Claudio Lozano y Claudio Katz, el sociólogo Atilio Borón, la investigadora Alcira Argumedo y el cineasta Pino Solanas fueron algunos de los más solicitados. Preguntas sin respuestas Fue este uno de los ejes que atravesó el Foro, ya que muchos activistas tienden a exigirle a los nuevos movimientos -que ocupan sin quererlo el espacio vacante dejado por la izquierda- respuestas del mismo nivel de globalidad que les daban antes los partidos en los que ahora dejaron de confiar. Entre la ostensible crisis de los Estados y la de los partidos, el activismo -marcadamente juvenil y femenino- tiende a exigirle a los grupos actuales respuestas que no puede, y a veces ni siquiera quieren, proporcionar. En efecto, para muchos resultó insuficiente lo hecho en algo más de medio año por el movimiento social argentino: 2.000 cacerolazos, 1.500 cortes de ruta, casi 400 asambleas barriales, 5.000 clubes de trueque con más de 2,5 millones de personas, 400.000 huertas familiares, 5.600 huertas escolares y 2.300 comunitarias que involucran a más de dos millones de personas, cien fábricas recuperadas que están produciendo y miles de microemprendimientos (panaderías, compras colectivas, farmacias de genéricos, y un larguísimo etcétera), parecen menos importantes que los éxitos electorales que podría garantizar un buen candidato. O la seguridad que ofrece una teoría omnicomprensiva que pretende tener respuestas a todas las interrogantes, aunque se encuentre alejada de la realidad y a contramano de la vida. En el imaginario social, aún domina la desconfianza en este conjunto de pequeños cambios. Una y otra vez, en las rondas de preguntas a los panelistas, en los pasillos y en la feria de la plaza Houssay, los militantes se mostraron desconfiados de lo que ellos mismos vienen haciendo y, una porción de ellos, ni siquiera reparó en que el movimiento social argentino tuvo la fuerza como para derribar al gobierno de Fernando de la Rúa y abrir una crisis política sin precedentes. En los talleres y paneles donde expusieron los movimientos, se evidenció una enorme diversidad: feministas y piqueteros, asambleístas y estudiantes, indígenas y activistas por los derechos humanos. La presencia juvenil fue notable; la impronta de uno de los movimientos de mujeres más amplios del mundo -que venía de cerrar su encuentro anual en Salta, al que acudieron 12.000 mujeres- fue palpable mucho más allá de la temática de género. La presencia de movimientos escasamente estructurados, como las asambleas vecinales, le dieron frescura al encuentro y una buena dosis de dispersión temática. Una y otra vez, aparecieron debates sobre al autonomía de los partidos, el Estado y las centrales sindicales, y la cuestión de la horizontalidad, que para una buena porción del nuevo activismo se ha convertido en una seña de identidad: todos somos iguales y nadie es más que nadie. De alguna forma, es el rechazo a décadas de verticalismo, cooptación y caudillismo. Un párrafo aparte merecerían los documentalistas que realizaron durante el Foro un ciclo de "cine insurgente", en el que destacó la calidad de las imágenes, la buena edición y el valor de camarógrafos y fotógrafos para no escurrir el bulto en los momentos más difíciles de la jornada del 20 de diciembre. Resta por verse si los Foros Sociales pueden ser algo más que espacios de intercambio y conocimiento para convertirse en instancias articuladoras que apunten hacia el ansiado cambio social. Por ahora, son espacios muy heterogéneos a los que acuden desde dirigentes políticos que buscan captar votos o darse una imagen progresista, hasta sólidos movimientos y pequeños grupos locales. Parece fuera de duda que el encuentro de Buenos Aires mostró apenas la punta del iceberg de una sociedad que se está abriendo paso en las entrañas de la vieja. Las urgencias de la sobrevivencia cotidiana y la crudeza de la violencia policial, hacen que sean muchos los que busquen atajos. Aún a costa de volver a meter al genio en la botella.
https://www.alainet.org/pt/node/106315?language=es
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