Ante la crisis, otra economía es posible
15/09/2002
- Opinión
Mientras el gobierno nacional, totalmente debilitado y sin políticas
económicas ni sociales claras para salir de la crisis, continúa sin
reaccionar ante las agresiones de los funcionarios del Fondo
Monetario Internacional, miles de argentinos intentan nuevos caminos
para enfrentar el desempleo y el cierre de fábricas. El esfuerzo
está en recuperar y crear fuentes de trabajo capaces de devolver la
dignidad y la esperanza a un pueblo golpeado por cinco años de
recesión económica y la aplicación desde el poder de políticas de
saqueo de los bienes públicos y de los ahorros privados.
Hace seis meses se constituyó formalmente el Movimiento Nacional de
Empresas Recuperadas por los Trabajadores (MNER) que reúne en la
actualidad a 100 firmas en las que trabajan unas 10 mil personas. La
mayoría de ellas son cooperativas con control obrero y en este
momento impulsan la creación de leyes que contemplen esta nueva
modalidad de trabajo que nació a partir de que muchas empresas
nacionales se declararon en quiebra y sus empleados decidieron
continuar con la producción para impedir el cierre definitivo y la
pérdida de los puestos de trabajo. "Nuestro lema es: ocupar,
resistir y producir", dijo al matutino Página 12 José Abelli, uno de
los fundadores y secretarios de este movimiento.
En general se trata de mediadas empresas dedicadas a los más
diversos rubros: alimenticio, textil, indumentaria, industria del
vidrio y del papel, reciclado de aluminio, entre otros, y hasta una
fábrica de tractores, Zanello, que en este momento ante el cierre de
importaciones, está abasteciendo al 80% del mercado local. El caso
de esta empresa ha tenido resultados sumamente exitosos. No se
constituyó como cooperativa, sino como sociedad anónima en la cual
los trabajadores tienen el 33 por ciento, los concesionarios otro
33, y son los que pusieron el capital necesario, y el personal
jerárquico y superior, otro 33 por ciento. El 1 por ciento restante
lo tiene el estado municipal local que dictó las normativas que
hicieron posible la expropiación de la planta. Todos los
trabajadores cobran el mismo salario, que equivale a unos 150
dólares mensuales, desde el más alto ejecutivo hasta el personal de
maestranza. Con este plan lograron recuperar y aumentar la
producción y además, subir el número de puestos de trabajo. Cuando
el nuevo esquema se puso en marcha en marzo pasado, trabajaban 60
personas; ahora lo hacen 240.
La lucha de los trabajadores que integran el MNER no ha sido
sencilla. La ocupación de las fábricas, si bien habían sido
abandonadas por sus dueños, desató en todos los casos una batalla
legal, la intervención de la fuerza pública y no fueron pocos los
que durante semanas prefirieron vivir en las fábricas custodiando
las maquinarias y los insumos para impedir que los antiguos dueños
provocaran un nuevo vaciamiento. Muchos también soportaron ver sus
fuentes de trabajo rodeadas por las fuerzas policiales, como una
amenaza constante a sus esfuerzos por recuperar la producción. Pero
también tuvieron la satisfacción de obtener el claro apoyo de las
asambleas barriales, que crecieron en representatividad y conciencia
política a partir de la crisis de diciembre de 2001. En muchos
casos, los vecinos hicieron suya la reivindicación de los
trabajadores y colaboraron con ellos en las protestas y petitorios
ante las autoridades.
La necesidad de políticas públicas adecuadas
Si en algo se destacó la política económica neoliberal aplicada por
Domingo Cavallo fue en la destrucción de las cooperativas, sobre
todo las de ahorro y préstamo, pero también las dedicadas a la
producción. Este ensañamiento fue palpable durante los primeros años
de la década del 90, en pleno auge del gobierno de Carlos Menem,
cuando los argentinos creían en el sueño de haber entrado al "primer
mundo". Así el Instituto Nacional de Acción Cooperativa se
convirtió en un ente sin recursos ni influencia y la Secretaría de
la Pequeña y Mediana Empresa sólo mantuvo su discurso a favor del
fomento de las Pymes, pero sin el poder ni los créditos suficientes
como para lograr resultados.
Debido a ello, el MNER también está embarcado en una batalla legal,
para lograr políticas públicas que beneficien la recuperación de
empresas. En la provincia de Buenos Aires, lograron que se sancione
la Ley 5708 que permite que el gobierno expropie los bienes
inmuebles y los otorgue a los trabajadores en comodato y, según el
caso, en donación. Hasta el momento se han realizado unas 20
expropiaciones de esta índole en la provincia.
El jueves último, el MNER obtuvo un triunfo significativo en la
legislatura de la Ciudad de Buenos Aires, cuando la cámara votó por
unanimidad la ley de expropiación de dos fábricas que funcionaban
autogestionadas por los trabajadores. El lobby bien planeado que
montaron los trabajadores en el ámbito legislativo y del gobierno de
la Ciudad, logró que se gestara una interesante negociación en la
cual el Gobierno, los legisladores y los trabajadores encontraron
una respuesta adecuada, capaz de convertirse en una política
pública eficaz que pudiera ser aplicada en situaciones similares. En
este primer paso, las empresas en cuestión son una imprenta de
excelente producción, como libros de arte, y una fábrica de materia
prima de postres helados, que ya está por comenzar a exportar.
Estas nuevas leyes dispusieron dos tipos de expropiación: la
primera, temporaria por dos años, de los edificios donde funcionan
las firmas. La segunda, definitiva, para las maquinarias y otros
bienes imprescindibles para la producción. Los equipos son cedidos
en comodato a las cooperativas de los trabajadores. Durante dos
años, el gobierno pagará el alquiler de los edificios a los
acreedores de cada quiebra y luego de este período, las cooperativas
de los trabajadores tendrán prioridad de compra de la fábrica.
Según declararon los funcionarios de la Ciudad a los medios
periodísticos, para el erario público es más beneficioso financiar
este tipo de emprendimientos que continuar dando subsidios y
bolsones con comida a los desempleados. Para los trabajadores, esto
significa un reconocimiento a su lucha y un desafío laboral de
envergadura que puede permitirles alcanzar la meta deseada: el logro
del control definitivo de las fábricas-cooperativas. Además, la
sanción de esta normativa permite que otras fuentes de trabajo
recuperadas también puedan contar con beneficios similares. Esto
será debatido en la legislatura en las próximas semanas.
Los emprendimientos en los barrios populares
La creación de fuentes de trabajo también es una preocupación del
Movimiento de Trabajadores Desocupados (MTD) y de la Coordinadora de
Trabajadores Desocupados Aníbal Verón que reúnen a decenas de
agrupaciones barriales en el otrora cordón industrial que rodea a la
Capital Federal, en la provincia de Buenos Aires, y que es el área
más densamente poblada del país. Estos obreros desempleados no
quieren perder su dignidad ni la posibilidad de sostener a sus
familias y por ello han organizado una intensa labor comunitaria, en
la que participan con entusiasmo mujeres y hombres por igual. Ambas
organizaciones son parte del amplio movimiento piquetero que, con
diversos matices y posturas políticas, se ha desarrollado en todo
el país en el último lustro como resistencia a las políticas de
exclusión social y económica que han predominado en Argentina en
este tiempo.
La tarea en los barrios abarca diversos tipos de emprendimientos
productivos: centros de panificación, talleres de variados oficios,
fábricas de ladrillos y bloques para la construcción, reciclado de
papel, de envases plásticos y de aluminio, entre otros. Pero la
labor de los integrantes de estas agrupaciones no se detiene aquí.
También montaron guarderías y comedores infantiles, talleres para el
aprendizaje de oficios y de formación y educación popular. Algunos
barrios cuentan con orgullo con una biblioteca popular. La
alfabetización y el apoyo escolar son también prioritarios y
colaboran en ellos estudiantes secundarios y universitarios
voluntarios.
Pero por su origen humilde y por provenir de barrios marginados, a
estas agrupaciones les es muy costoso obtener las maquinarias,
herramientas e insumos necesarios. El gobierno provincial ignora
sus reclamos y los funcionarios políticos, muchos de ellos
acostumbrados a la prebenda y al clientelismo, prefieren no prestar
atención a movimientos independientes, con liderazgo y pensamiento
propio, que cuestionan con dureza los continuos privilegios
otorgados al sector del capital financiero en la última década, que
favorecieron la instauración de una economía que pareciera preferir
desarrollarse sin trabajadores, sin consumidores y sin mercado
interno.
Ante esto, los trabajadores desocupados y de empresas recuperadas
están dispuestos a continuar construyendo organización y reforzando
una economía solidaria capaz de apostar al crecimiento del país, más
allá de los dictámenes del FMI.
https://www.alainet.org/pt/node/106372
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