Hambre de pan y de belleza
07/02/2003
- Opinión
El Programa Hambre Cero no pretende sólo saciar el hambre de pan de 46
millones de brasileños; quiere saciar también el hambre de belleza. Eso
significa que el gobierno del presidente Lula se apunta a ir más allá del
mero asistencialismo. Se trata de un programa de inclusión social. En él
se articulan acciones de emergencia y medidas estructurales.
Como acción de emergencia el Hambre Cero prioriza cuatro áreas: el
nordeste semiárido, campamentos y asentamientos rurales, antiguos
quilombos** y aldeas indígenas. Como medidas estructurales están previstas
las reformas previsional y tributaria. Más adelante se darán los pasos
para hacer efectivas las reformas agraria, laboral y política.
Las familias beneficiarias del Hambre Cero recibirán cincuenta reales por
mes (= $ 14), mediante una cartilla de alimentación, cuando haya agencia
de la Caja Económica Federal en el área; o un cupón, si no la hay. El
objetivo del gobierno es activar la economía local. Por ejemplo, si un
mayorista de Santa Catarina donara toneladas de alimentos, no habría
necesidad de transporte hasta el semiárido nordeste ni distribución de
tal donativo, sino que sería recogido en almacenes de la Conab, que
pertenecen al gobierno federal, y subastado vía internet. El dinero
recaudado en la subasta iría al nordeste y sería repartido a razón de
cincuenta reales por familia beneficiaria.
No hay una lista de alimentos que se deban comprar; sólo existe la
prohibición de comprar cigarros, gaseosas y bebidas alcohólicas. ¿Y si
alguien infringe esta prohibición? La misma comunidad cuidará de vigilar
que no se cometan abusos ni desvíos.
A propósito del Hambre Cero se han dicho muchas mentiras. La más repetida
es la de que se exigirá factura fiscal a las familias registradas. Desde
luego, sería una incoherencia si el gobierno incentivara el fraude
fiscal. Por eso, si un comerciante tiene manera de dar factura, se le
debe exigir. Si, a falta de ésta, tiene condiciones para emitir un
comprobante por el valor de la venta, que lo haga, pues resulta educativo
que los beneficiarios den cuentas. Pero si no hay modo de comprobar los
gastos, el Hambre Cero parte del principio de que la palabra del
ciudadano merece confianza. Nadie dejará de recibir la cartilla de
alimentación por no tener cómo presentar cuentas de su consumo.
Cada familia tendrá un acompañamiento pedagógico por parte del SAL
(Servicio de Seguridad Alimentaria). Los agentes del SAL cuidarán de
verificar el progreso de la familia en cuanto a su dieta alimenticia,
higiene bucal, escolaridad, cualificación profesional, así como su
participación en proyectos cooperativos, en huertas comunitarias, etc.
Saciar el hambre de belleza es motivar al desnutrido a llenar no sólo el
estómago sino también la conciencia y el espíritu. Salir de la concepción
de la vida como mero fenómeno biológico hacia la percepción de la vida
como proceso biográfico. Formar ciudadanos, hombres y mujeres con su
autoestima rescatada, disfrutando de la existencia como quien se sabe y
se siente feliz.
Cada municipio brasileño debe iniciar inmediatamente la organización de
su COPO (Consejo Operativo del Programa Hambre Cero), que es el Comité
Gestor de la implantación del Programa y el embrión del futuro CONSEA
(Consejo de Seguridad Alimentaria) municipal. Éste deberá estar integrado
por representantes de la sociedad civil organizada (iglesias, sindicatos,
asociaciones, etc.) y del poder público.
Es importante que la sociedad civil comience a trabajar en el combate al
hambre y a la desnutrición a partir de la movilización de la población
local. Debe intentar hacerlo de modo educativo para superar el
asistencialismo. Un ejemplo: muchas parroquias ofrecen un plato de sopa a
los pobres. Eso está bien: se sacia por un momento el hambre de pan. Pero
¿y el de belleza? El plato de sopa debe ser también educativo, anotando
a sus beneficiarios, haciendo una historia de cada familia, facilitando
capacitación profesional a quien la desea porque necesita volver al
mercado de trabajo, alfabetizando, favoreciendo el regreso al lugar de
origen a quien quisiera hacerlo, etc.
El Hambre Cero es una acción de la sociedad brasileña dirigida por el
gobierno federal, que quiere combinar su deber de saciar el hambre de pan
de quien sufre necesidad con el hambre de justicia de quien tiene qué
comer. Sólo de este modo el Brasil reducirá la brutal desigualdad social
y podrá rescatar su autoestima.
(Traducción de José Luis Burguet)
* Frei Betto es escritor y coordinador, junto con Oded Grajew, de la Movilización Social
del Programa Hambre Cero.
** Cabaña en la selva en la que se refugiaban los negros escapados de sus amos. Lugares apartados donde
residen negros pobres.
https://www.alainet.org/pt/node/106922
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