La soberbia y los errores de cálculo

26/03/2003
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Después del 11 de septiembre EEUU conformó la mayor coalición bélica antes vista. Su ataque sobre Afganistán fue apoyado por la casi totalidad de los países. Con su tremendo poderío logró imponerse en una nación con fama de haber derrotado a rusos y británicos. Pese a que la guerra no logró el principal objetivo (dar con Bin Laden) sirvió para popularizar a un presidente que había llegado a la Casa Blanca pese a perder las elecciones, y a escala internacional mostraba el liderazgo de la única hiper-potencia. Luego de tomar Kabul, Bush hijo quería derrocar al dictador iraquí que sobrevivió a su padre. Sumidos en la gloria de su contundente victoria los republicanos pensaban que podrían repetir semejante triunfo en Bagdad. Sin embargo, la soberbia les ha conducido a una serie de errores de cálculo. Primero se pensó que la memoria de las víctimas de la matanza de Manhattan podía servir de justificativo para seguir manteniendo el apoyo del grueso de los gobiernos y la opinión pública occidental y oriental para una nueva invasión. Luego se buscó afanosamente una segunda resolución de Naciones Unidas para avalar un ataque contra Irak. Pese al optimismo de Blair y a las tremendas presiones que sufrieron el resto de los miembros del consejo de seguridad, no lograron su objetivo. Pudieron conjeturar que Francia no se atrevería a vetar, pero Chirac no dudó en formularlo, y Rusia y China pudieron haberlo usado. Sólo 4 de los 15 miembros del consejo de seguridad han apoyado la guerra y ninguno de los 6 países oscilantes en dicho consejo (Angola, Camerún, Chile, Guinea, Méjico y Pakistán) se les ha sumado. Para la Casa Blanca mantener el soporte de Naciones Unidas o de sus aliados era 'irrelevante'. Bush lanzó solo la invasión desoyendo el consejo de los anteriores presidentes demócratas Clinton y Carter quienes le aconsejaban esperar a que la comisión de investigadores de Naciones Unidas desarme a Bagdad y que no se arriesgase a dividir a la OTAN, la Unión Europea y Naciones Unidas. Blair fue presionado para dar la espalda a sus iniciales promesas (de sólo ir a la guerra con el voto de una mayoría simple en el consejo de seguridad) así como al grueso de sus bases y electorado laboristas. El resultado ha sido que casi la mitad de los parlamentarios oficialistas que no son ministros han votado contra la guerra produciendo la mayor rebelión parlamentaria que se haya dado dentro de un partido gobernante en el Reino Unido. Inicialmente los atacantes tuvieron expectativas en que el enorme despliegue de fuerzas y la explosión pública de la 'madre de todas las bombas' pudiesen atemorizar a Hussein o presionarlo para que se exilie. Esto no sucedió. Tampoco tuvo éxito el inicial sorpresivo bombardeo selectivo que se dio para asesinarlo. Las fuentes de inteligencia habrían asegurado que la guerra pudiese haber sido evitada de cumplirse tal plan. Cuando la guerra estaba por iniciarse el corresponsal de la BBC en el norte iraquí pronosticaba que en el primer día del ataque se desmoronaría el ejército sitiado. Buena parte de la prensa occidental presagiaba que Bagdad caería en cuestión de días. Los aliados afirmaban que sus soldados serían bien venidos como liberadores por una población iraquí hastiada de autocracia y que se producirían rápidamente deserciones masivas. Hoy, todos los medios reconocen que la resistencia iraquí es mayor a la esperada. Este autor venía advirtiendo previamente que no se podría menospreciar a una fuerza que está defendiendo su soberanía nacional frente a invasores y que seguir haciendo ello podría implicar potenciar a Hussein y crear las condiciones para que al final queden mal parados o depuestos algunos de los mandatarios atacantes. A una semana del conflicto es difícil probar que los aliados hayan asegurado alguna ciudad iraquí. Umm Qasr, un pequeño puerto de menos de 5,000 habitantes, fue el primer blanco atacado y supuestamente conquistado. Pese a que constantemente se venía advirtiendo la derrota de los atacados constantemente han aparecido reportes de fuertes resistencias armadas allí. En los primeros días se reportó que 8,000 tropas iraquíes se rindieron, pero ello ha demostrado ser falso. Lejos de producirse grandes deserciones el corresponsal del Evening Standard (25-03-03) en Jordania sostiene que en ese país hay por lo menos 5,000 iraquíes, muchos de los cuales se escaparon de su patria por su oposición a Hussein, han pedido alistarse para regresar a pelear contra los anglo-americanos. Las embajadas iraquíes como la de Argelia se han llenado de cientos o miles de árabes que piden ser reclutados para defender Irak. Cada vez que la prensa occidental ha afirmado que Hussein está herido o muerto él ha salido a la TV desafiante. Blair ha dicho que la razón por la cual las tropas iraquíes no se pasan al campo de los aliados es por temor a ser muertos por Husein, pero este argumento es poco convincente cuando la misma prensa reconoce que dichas fuerzas muestran que arriesgan su vida y con gran coraje defendiendo su territorio nacional. Las fuerzas aliadas se encuentran atascadas. No pueden producir la rápida y poco sangrienta victoria militar que prometieron. Si desencadenan un bombardeo masivo indiscriminado corren el riesgo de destruir la infraestructura de un país que quisieran reconstruir como modelo en la post-guerra y darían toda su estrategia de buscar ganar o neutralizar a la población iraquí y al mundo árabe-musulmán para su causa. Para las fuerzas atacantes el ideal sería ir a un combate en campo abierto donde su enorme superioridad tecnológica y bélica destrozaría a los invadidos. El recurso histórico que tienen todas las naciones que se ven ocupadas por fuerzas militares superiores es el de recurrir a la guerra de guerrillas. Los guerreros iraquíes se esconden entre los civiles y emboscan. Esperan al combate urbano en el cual se muestra la debilidad de los ocupantes. Una resistencia prolongada produciría muchas bajas en los aliados y tremendas catástrofes humanitarias lo cual afectaría profundamente a la opinión pública occidental. Mas, si deciden ir a la política del arrasamiento, como la que Rusia aplicó en Chechenia, toda su estrategia de buscar aparecer como los emancipadores anti-dictatoriales se caería por la borda. Para la mayoría de los iraquíes y árabes ésta no es una guerra de liberación. Dentro de los más de 200,000 soldados atacantes no hay tropas locales o árabes. En vez de haber logrado hacer que la población se subleve contra la dictadura vienen transformando a Hussein en un símbolo de la resistencia nacional o musulmana contra occidente. En vez de haber encontrado armas de destrucción masivas ahora los aliados van usando 'estas en sus bombardeos masivos. Para la oposición demócrata estadounidense y dentro del laborismo británico, la guerra evidencia que 'esta fue hecha mal y prematuramente. Si bien llaman a apoyar a sus respectivas FFAA, la salida sería preparar alguna fórmula de transacción. Para los pacifistas la mejor manera de apoyar a los soldados aliados es buscando evitar que mueran y por eso exigir que retornen a sus hogares. Para los anti-imperialistas la guerra muestra que el principal enemigo de la humanidad es Bush y sus aliados, y por ende es preferible que los iraquíes venzan o debilitan lo más que puedan a los 'amos del mundo'. Para Bush y Blair no hay posibilidad de dar marcha atrás pues ello implicaría un gran descrédito. La guerra ha de continuar. En algún momento deberán ir modificando su estrategia. Si quieren vencer necesitan ir hacia bombardeos y acciones más indiscriminadas o a empujar a las tropas kurdas o chiítas de una oposición anti- Hussein de la que desconfían. Sea cual sea el resultado, lo cierto es que Bush y Blair han conseguido minar muchos de los grandes avances que hicieron después del once de septiembre. Con la guerra afgana se logró parar el crecimiento del movimiento de protestas contra la globalización. Hoy, la protesta mundial se ha multiplicado. El 15 de febrero se produjo a mayor marcha internacional anti-guerra. La mayor coalición guerrerista de la historia ha dado paso a la intervención anglo-americana más aislada. Saddamgrado Se habla del temor que Bagdad se convierta en otro Stalingrado. Hussein inspirado en José Stalin estaría buscando una resistencia prolongada y sangrienta. Para evitar ello los aliados se están negando a bombardeos indiscriminados que enajenen a una población iraquí a la cual se busca ganar. EEUU quisiera reconstruir Irak como un protectorado que sirva de modelo eco-social para toda la región. No quisieran arrasar sus ciudades para no producir el rechazo del mundo y crear ratoneras donde se escondan los partisanos. EEUU tiene un presupuesto militar 400 veces mayor al iraquí. Prefiere combates convencionales en campo abierto. Mas, los sitiados buscan evitar ello; abandonan los desiertos para atacar por la retaguardia o camuflados como civiles, y buscan la guerra urbana o guerrillera.. Los aliados han querido aparecer como los liberadores de un pueblo contra su dictador. En vez de producir ello, pueden transformar a Hussein en un héroe de la soberanía nacional y de la 'resistencia anti-imperialista' árabe/islámica. Todos los soldados invasores provienen de otros continentes y culturas. Washington desconfía de la oposición armada iraquí chiíta o kurda debido a los lazos de éstas con Irán, por que pueden desmembrar al país o por que devengan incontrolables. Las 'bombas precisas' aliadas no son exactas. Estas han dado contra sus propios aparatos voladores, civiles e incluso contra áreas en países vecinos a Irak. En Chechenia las tropas rusas destrozaron su capital pues su fin era sofocar inclemente la rebelión. En Líbano y Palestina los israelíes no buscaron ganar a la población y generaron una ocupación que ha concitado mucha resistencia y terror. Ambos escenarios buscan ser evitados por Washington. Una prolongada y sangrienta resistencia iraquí afectará a los atacantes por sus altos costos económicos y humanos. Sobre todo por que les desgastará a escala interna e internacional acicateando protestas. Si Washington persiste en su actual rumbo será inevitable un alargamiento del conflicto. Si va hacia bombardeos indiscriminados puede producir Stalingrados. Los combates urbanos pueden conducir a grandes pedidas como Mogadishu. Si permita que sus aliados turcos, kurdos o chiítas avancen militarmente puede abrir una caja de pandora que no podría luego saber cerrar. * Isaac Bigio es un analista internacional formado en la London School of Economics & Political Sciences. En ésta, considerada la principal universidad internacional especializada en ciencias sociales, él ha obtenido grados y postgrados en Historia y Política Económica, y ha estado investigando y enseñando.
https://www.alainet.org/pt/node/107178?language=en
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