Reflexiones sobre el monocultivo de soja, los alquimistas, el progreso y los empleados de Monsanto
06/01/2004
- Opinión
De la revolución agraria a la contrarrevolución monsantiana. 'Pero
a quienes la crisis económica ha transformado en vendedores de
agroquímicos les rogaríamos quitarse, por unos instantes, la
camiseta de la empresa que les da de comer. Así, en lugar de
arriesgarnos a un jaque mate colectivo podríamos terminar la partida
compartiendo un mate criollo, en armonía con nuestra conciencia y la
naturaleza de esta tierra generosa donde nos toca vivir'.(1)
En los años '70, Héctor Huergo era el ideólogo de los trotskistas
posadistas de la Facultad de Agronomía de la Unión Nacional de
Buenos Aires, y acusaba al que suscribe -por entonces en las
huestes de la Federación Juvenil Comunista- de reformista, por
propiciar la Reforma Agraria (expropiación de los latifundios
principalmente improductivos y su reparto entre la población
laboriosa) y no la Revolución Agraria como él y sus compañeros
proponían, (Estatización de toda la tierra y formación de empresas
agrarias estatales).
En algún sentido perverso cabría señalar que Huergo está triunfando
en toda la línea, no logró la revolución agraria pero se puso a la
cabeza de la contrarrevolución agraria y en lugar del monopolio
estatal sobre la tierra -montado sobre la soja monsantiana- está
ayudando a la mayor concentración privada de la tierra en la
Argentina desde los tiempos de la Enfiteusis rivadviana: 6.200
propietarios concentran casi el 50% de la tierra.
Cerca de 20 millones de hectáreas están en manos de las
multinacionales (no serán empresas estatales argentinas pero cumplen
un papel similar para los estados del Imperio)
Su consubstanciación monsantiana es tan profunda que habla de
'chacrers' uniendo a los farmers norteamericanos, con los chacareros
argentinos. Basta señalar que los farmers son granjeros, el grueso
de los productores de soja en la Argentina de hoy son latifundistas,
o empresarios ajenos al campo, los que son minoría en el campo de
los EE.UU. A pesar de la contrarrevolución reaganiana de los '80 el
promedio de la superficie de las granjas en los EE.UU., es menor a
las 200 Has., mientras que en la Argentina actual el promedio se
elevó a 538 Has(en 1988 era de 470 Has) (12)
Por su parte quien esto escribe, fue derrotado en toda la línea por
los terratenientes y las multinacionales que conformaron el nuevo
bloque de poder triunfante desde marzo de 1976. Peor aun la palabra
Reforma Agraria ya no figura ni como una curiosidad de la
paleopolítica, sin embargo, a pesar de ello sigue sosteniendo, que
el enemigo de la nación y el pueblo es el mismo de los años '70,
sólo que mas concentrado, pero a diferencia del amigo Huergo de
ninguna manera se le ocurriría aliarse a él o mucho menos ser su
principal gerente de promoción.
Si te escuchara León Davidovich...
Desde la dirección de Clarín Rural -también en su breve paso por el
Instituto Nacional de Tecnologías Agropecuarias (INTA) Huergo -junto
a otros revolucionarios de los '70, devenidos en apóstoles
neoliberales como Héctor Ordóñez - es el principal ideólogo de la
transformación del otrora granero del mundo argentino en la
republiqueta sojera monsantiana a que nos conduce el monocultivo,
arrasando nuestro suelo, nuestra biodiversidad y nuestra soberanía
alimentaria.
Sorpresivamente Huergo sostiene argumentos que rara vez un Ingeniero
Agrónomo, con obligados conocimientos de ecología utilizaría: 'dejá
a la soja tranquila. De eso viven millones de seres humanos, unos
produciendo, otros transportando, otros desmontando y haciendo leña
y postes en el NEA (Región Noreste Argentina) y NOA (Región
Noroeste Argentina) No hables de "ecosistemas sensibles" sin
fundamento. La soja es una colonizadora, que crea pueblos, hace
prosperar ciudades, rutas, camiones y camioneros, donde antes había
un monte degradado por la ganadería.'(2). En el afán de vender más
agroquímicos y semilla monsantianos se pueden decir muchas cosas,
pero destacar como un hecho positivo el desmonte para hacer postes y
leña suena casi surrealista para alguien que debería conocer ya los
efectos devastadores que el desmonte ha tenido para la Argentina y
el mundo.
Las cifras de más de 1000 pueblos abandonados y la desaparición de
160.000 productores entre 1990 y 2002 -en pleno apogeo sojero- pero
que llegan al 30% menos en la provincia de Buenos Aires(3), hacen
sospechar que el modelo de la soja no sólo no crea pueblos sino que
los destruye y no viven de ella millones de seres humanos sino que
gracias a ella millones de seres humanos se quedan sin trabajo(6),
como acaba de reconocer el INTA en su reciente reclamo por los
costos sociales y ambientales del monocultivo de soja: 'dado que no
hay señales de mercado asociadas con las dimensiones social y
medioambiental, estas son generalmente ignoradas en el proceso
decisorio, generándose distintos desequilibrios. El restablecimiento
de los mismos requiere la incorporación de estos costos adicionales
de manera de garantizar la sustentantabilidad tanto de la base de
recursos naturales como la del tejido social que integra los
sistemas de producción.' (4)
Huergo llega al extremo de descalificar arteramente el proyecto del
diputado Mario Cafiero para aumentar las retenciones a la soja -en
un intento por reorientar la siembra- publicando un artículo de un
latifundista santiagueño -casualmente el lugar donde los montes se
transforman en postes y leña y donde los terratenientes y los
empresarios expulsan a tiros, con guardias propios, o del demócrata
Juárez, a los campesinos que habitan la tierra desde hace más de
cincuenta años, y donde gracias al desmonte y el cultivo masivo de
soja el agua escurrió sin problemas hacia Santa Fe, con los
resultados conocidos. Los argumentos de Julio Torrego -tal el
nombre del socio de Huergo- son desopilantes 'nadie definiría como
chico o grande a un productor según la superficie sembrada'(11) uno
no se atreve a preguntar en función de que lo definiría si toma en
cuenta su posterior afirmación, ya que Torrego se escandaliza por la
llegada de preservativos a la provincia enviados por salud Pública
de la nación en cumplimiento de la Ley de Salud Reproductiva
nacional a la cual se opone junto con los sectores
ultraconservadores. Toda la respuesta de Torrego es un disparate,
una exaltación del espíritu privado por sobre el público, una
expresión del pensamiento único tardío, de un hombre al que nadie
'le regaló nada', que no comprende que el modelo de la soja está
subvencionado por todo el modelo económico nacional.
Sabedor de los puntos débiles de Cafiero lo acusa de 'político' y
'de dejen de afanar!!! es lo único que deben hacer, nada más
diputado. ¿Se bajó el gasto público, el gasto político? ¿Quién
explica 23 niños muertos por desnutrición en Tucumán? Ahora el que
era gobernador es Senador. Ustedes no se quedan sin laburo
nunca'(11), tal vez Torrego sea un defensor por derecha del 'que se
vayan todos', en su caso para poder obtener más tierra santiagueña,
pero sin que nadie se entere porque lo importante no es el tamaño...
Sus planteos no son más que el viejo discurso de la derecha
fascista, los de la propia dictadura, los de Klein, los de
Zorriegueta. Por supuesto que se bajó el gasto público, el Estado es
casi inexistente hoy, la nación casi no existe, 2.000.000 de
personas que trabajaban en el estado fueron despedidas, sólo
Yacimientos Petrolíferos Fiscales (YPF) expulsó 50.000 trabajadores
y Fomento Construcciones y Contratos S.A. (FF.CC.), 75.000, ¿de qué
Estado habla Torrego-Huergo? Su reloj atrasa, ya pasaron Carlos Saúl
I y Cavallo. Ese Estado que usted ataca ya no existe y lo que resta
del mismo está en manos de gente como Torrego y sus gerentes como
Miranda -el tucumano, ahora senador. La verdad es que la derecha
acosada siempre vuelve a los argumentos de Goebbels: 'miente, miente
que algo quedará'. Claro que Huergo tiene suerte; Clarín no va a
publicar este artículo.
¿Y si Paracelso tenia razón?
'Cuidado con los alquimistas de la economía y la política.(..)Esta
semana, se redoblaron los ataques contra la pobrecita soja, cuya
mayor culpa fue haber crecido en el momento inoportuno. Como el boom
arrancó a mediados de los 90, ahora la soja es menemista, representa
al modelo neoliberal, provoca dependencia tecnológica, desempleo,
hambre y encima es fea, flatulenta, le anticipa la menstruación de
las chicas, le hace crecer tetitas a los varones púberes y, entre
otras calamidades, es transgénica.'(5)
Para sorpresa de Huergo y sus compañeros de ruta en la sojización a
marcha forzada, hoy las dudas que Paracelso expresara allá en los
oscuros tiempos de origen de la ilustración, la modernidad y el
capitalismo moderno, no hacen más que recrear sus mismos
interrogantes y temores sobre el devenir de la ciencia, la técnica y
el conocimiento desvinculados del hombre, la sociedad en su conjunto
y en particular sobre quienes son los dueños de ese conocimiento.
Primero fueron Hiroshima y Nagasaky, seguidas por las
malformaciones de la Talidomida, luego la eutrofización de las
cuencas por el uso de abonos químicos en la agricultura, el
calentamiento global, la lluvia ácida y la destrucción de los
bosques del hemisferio Norte, el agujero de Ozono, el mal de la Vaca
Loca, la extinción masiva de especies, el Agente Naranja -de
Monsanto- en Vietnam y sus malformaciones criminales por décadas,
los plaguicidas y la contaminación del ambiente y la producción de
cáncer, la tragedia increíble de Bophal, la deforestación de la
tierra, la epidemia del SIDA y el oscuro papel de los laboratorios
norteamericanos, la contaminación de cuencas hídricas enteras, la
desertificación de África y regiones completas del planeta, el
desecamiento y posterior rehabilitación de los pantanos y deltas,
la supresión de la construcción de embalses a discreción, Chernobyl
y la tragedia de la industria nuclear pacífica, son sólo algunos de
los desastres que la ciencia moderna, la técnica, el capitalismo -
acompañado por el socialismo real europeo y chino- la
industrialización a cualquier precio, el productivismo y la
eurocentrista e irracional idea del progreso indefinido a cualquier
precio, han provocado a la humanidad.
Se podrían agregar en la carga de la modernidad progresista el
genocidio de 80 millones de indígenas americanos durante la
conquista, la supremacía de la raza blanca, el genocidio en Oriente,
el colonialismo, la esclavización de África, los genocidios
argentinos, australiano, sudafricano, paraguayo y norteamericano de
la segunda mitad del siglo XIX, las tremendas matanzas de las dos
guerras mundiales del siglo XX y las guerras posteriores, para
articular un balance del capitalismo y su teoría del progreso
indefinido, todo lo cual indicaría que se debería ser por lo menos
cuidadoso al cuestionar el saber y las prevenciones Paracelso y sus
compañeros alquimistas, a la vista de las gigantescas devastaciones
producidas en nombre del progreso indefinido y demás santificación
irracional de la ciencia al margen del hombre y su saber histórico-
social.
En ese sentido tal vez no nos resulte ofensivo ser tildados de
alquimistas si tal definición involucra o infiere un pensamiento
más cercano al humanismo que al descarnado eficientismo progresista.
Pero claro, hablábamos de la soja
Geopolítica sojera
'Para cada kilo de carne producida en Europa son necesarios 5 kilos
de alimento de alto valor proteico. La estrategia ganadera europea
fue viable sólo porque la tecnología avanzada y el marketing
eficiente de laboratorios del hemisferio norte promovieron
cosechones de proteína vegetal (soja) y forrajes baratos, en
hectáreas fantasmas de países del Tercer Mundo (así llamadas por no
ser inmediatamente visibles, pero sí cruciales para la dieta del
europeo y su granja). Sólo usufructuando la fertilidad de pampas
ajenas, pudo la sobrepoblada Europa concretar la fantasía de
transformarse en el segundo productor mundial de carne bovina
(produce más que Brasil y casi triplica el volumen argentino) y ser
el cuarto exportador.(..) Europa y EE.UU. (primer productor y
segundo exportador de carne bovina) hoy dominan el tablero
internacional, ubicados para alimentar a Oriente en un futuro
cercano, cuando las pujantes economías asiáticas accedan a pagar
proteína animal para su vasta población. Los productores argentinos,
tentados por la bonanza engañosa de la soja transgénica, vapuleados
por la avidez y la arbitrariedad legislativa de nuestro Estado, pero
víctimas también de la propia incapacidad de proyectarnos en el
futuro, hemos caído al quinto lugar en la producción de carne y
somos el décimo exportador. Cabría llorar, parafraseando a don Ata,
que "las pampas son de nosotros, las vaquitas son ajenas.(..) No
supimos capitalizar la crisis de la "vaca loca", sacrificando
exportar semen bovino y proteína vegetal, para impedir a los
ganaderos del Norte recomponer sus rodeos diezmados por el mal y
recuperar nosotros el liderazgo perdido. No medimos adecuadamente
los riesgos ambientales ni las consecuencias socioeconómicas de las
semillas transgénicas y del monocultivo de soja. Permitimos
feedlots, que ahora obligan a una costosa burocracia de caravaneos y
certificaciones..'(1)
Es decir el granero del mundo dejó también de producir 'la mejor
carne del mundo', cuando pronto hubiéramos estado en condiciones de
venderla a los gigantescos mercados asiáticos con el valor agregado
de la calidad de carne producida a campo abierto y no en feed-lot
-bajo el agregado continuo de hormonas, antibióticos, reguladores de
crecimiento, suplementos artificiales de la dieta, stress animal,
etc. ¿Viveza criolla? ¿Será que ahora con la crisis que desatará la
afección de la Vaca Loca en los EE.UU., acudiremos prestos a
auxiliar al gran amo del Norte -nuestro principal competidor
histórico en granos y carnes- como pretenden algunos sobrevivientes
de las relaciones carnales, o tal cual ocurriera durante la Primera
y la Segunda guerra mundiales aprovecharemos la oportunidad para
posicionar de manera independiente a la nación y obtener ventajas
para nuestra producción nacional, como hacen todos los países serios
del mundo. En un proceso ajeno al interés nacional la Argentina ha
dejado de producir alimentos para producir en sus fértiles praderas,
forrajes para que Europa y China produzcan carne y dejen de
comprárnosla. Como muy bien señala la autora, Europa gracias a
nuestra ayuda recuperó sus planteles bovinos y ahora está lista para
venderle carne a los emergentes mercados de Asia, más de la mitad de
la humanidad. Mientras la Argentina produce commodities forrajeros
sin valor agregado.
De un lado pensamiento estratégico de burguesías siempre imperiales,
del otro una burguesía siempre colonial y corrupta, siempre en
busca de un amo, lumpemburguesía como la llama el economista Jorge
Beinstein. La producción de carne a cielo abierto tenía además el
valor agregado -y estratégico- de la recuperación natural de la
fertilidad de los suelos a través de los abonos animales y la
restauración de las praderas, tal cual hizo la Argentina a lo largo
de todo el ciclo agrícola 1870-1994. ¿Cuál es el valor en dólares de
la recuperación natural del suelo? ¿Cuantos miles millones de
dólares cuestan la desertificación biológica y estructural
creciente de los suelos argentinos producidos por el barbecho
químico, la siembra directa y el monocultivo de soja? Pero claro,
ese sistema casi no utilizaba agroquímicos, ni semilla importada, ni
mucho menos transgénica y requería mucha mayor mano de obra que el
modelo de la soja RR, que utiliza tan poca que 'puedo manejar el
campo con el celular desde la playa.'(7) Satisfacción parecida a la
de muchos argentinos que durante la convertibilidad estaban
convencidos que comprar todo importado, tener un dólar superbarato,
cerrar las fábricas nacionales, entregar las jubilaciones a la banca
internacional, regalar el gas, la electricidad, el petróleo y
privatizar las ineficientes empresas del Estado (Grondona dixit) era
lo mejor para el país y para ellos, antes de estrellarse contra el
infierno que develó la crisis de diciembre de 2001.
Zonceras siglo XXI.
'Si se vuelve a un escenario de intervención estatal en el uso de
la tierra, se corre el riesgo de repetir el período de
estancamiento que se registró en 1940-1970.(..) El miedo a la soja
es en parte el miedo a que nos vaya bien.(..) Estos cambios de
fortuna no siempre son bien asimilados en nuestra cultura que a
veces convierte a la escasez en virtud y desconfía del éxito y la
abundancia'(8)
Giménez Zapiola en su critica a nuestras posiciones, marca con
exactitud lo que esconden los defensores del modelo agropecuario
actual, cuando lo defienden contra aquel de intervención estatal
vigente de 1940 a 1975 -casualmente el período histórico donde menos
hambre y mejor distribución de la riqueza hubo en la Argentina.
Decir que 'el miedo a la soja es el miedo a que nos vaya bien', -
pensamiento que siempre esgrimieron los liberales fascistas
argentinos como Neustdat, Grondona, Alsogaray, los Alemán, Julio
Ramos, Infrobae, etc., para justificar la oposición popular a los
resultados catastróficos de sus descabellados proyectos- es ignorar
o burlarse de la realidad concreta que dice que desde 1991 -y en
particular desde 1994- a la fecha, a la inmensa mayoría de los
argentinos nos fue mal, muy mal mientras a muy pocos les fue bien,
muy bien. Ganadores de un partido jugado contra el país y el pueblo,
pusieron sus bienes a buen resguardo fuera del país, -la
lumpenburguesía nacional de Macri, Roggio, Grobocopatel y Reutemannn
tiene 150 mil millones de dólares fuera del país- acentuando el
modelo de saqueo que asuela al país desde 1989. El 20% más rico del
país recibe el 54% del ingreso nacional (IN), el 20% mas pobre sólo
recibe el 5.2%, resulta difícil en términos económicos -si se piensa
en la economía como una ciencia social, pese a los esfuerzos de don
Domingo Faustino Cavallo, en contrario- decir algo más. En la misma
línea de pensamiento Gustavo Grobocopatel 'el rey de la soja'(13)
saludaba como 'héroes' a los autores del plan Soja solidaria -antes
de ser prohibida como alimento para niños y lactantes por el
Ministerio de Salud de la nación- y reclamaba en la vieja línea
oligárquica rivadaviana, mitrista, martínezdehocista y cavallista
que no 'había que insistir en el modelo de la sustitución de
importaciones y si comprar a quien nos compra' (10) Modelo que pese
a la astucia de don Grobo era el que nos había arrojado al infierno
del que habla el Presidente Kirchner y del cual se ha empezado a
salir lentamente al solo impulso del tipo de cambio ya que el resto
de las medidas activas para la reactivación brillan por su ausencia.
De tal forma el pensamiento del lobby sojero es el mismo del viejo
país liberal, colonial, oligárquico, exclusivo y antidemocrático que
pensábamos sepultado desde 1945 y que sin embargo revivió a partir
del ciclo 1976-2001. Notablemente los argumentos de Huergo, Giménez
Zapiola, Grobocopatel, Trucco y demás sojeros son los mismos del
abuelo de Martínez de Hoz, tal vez los mismos del abuelo de Huergo,
los mismos de Mitre, de Rivadavia, de Juárez Celman, de los
Alsogaray y de Cavallo y de cuantos se han opuesto al desarrollo
independiente del país y sólo lo piensan como una factoría del poder
imperial de turno en su exclusivo beneficio.
¿Cuál será el costo del modelo del monocultivo sojero? ¿En cuánto
podemos cuantificar la depredación de los suelos y del ecosistema
agrícola argentino que el monocultivo de soja está produciendo? ¿En
cuántos miles de millones de dólares podemos estimar la pérdida de
germoplasma de variedades que se han dejado de cultivar? ¿Cuánto
costaron las inundaciones de Santa Fe, directamente ocasionadas por
el complejo soja, con una cifra de muertos aun ocultada? ¿Debemos
alegrarnos que aumenten los ingresos fiscales por importaciones
realizadas por el complejo soja, como señala alegremente el
suplemento monsantiano de Clarín?, ¿O debemos pensar en el empleo
argentino que se perdió o no se creó, por el complejo soja, que
utiliza poca mano de obra y además aumenta los insumos de
importación comprando trabajo ajeno a nuestro mercado interno? Como
siempre para encontrar las respuestas conviene primero hacer las
preguntas. El terror a la intervención estatal y la recuperación de
la Argentina industrial es la parte principal del discurso del
poder dominante post-dictadura del cual el modelo de la soja RR
(Soja Round-up Ready) es el resultante. Como correctamente señala el
economista, Julio Nudler, 'O exportamos torta de soja o exportamos
camiones. Las dos cosas no pueden ser. Lo que beneficia el valor de
la moneda dólar, que beneficia a los exportadores de soja, impide a
los industriales despegar,'(9), ubicando correctamente hasta donde
se llegó con el apotegma de Martínez de Hoz según el cual 'si se va
a producir caramelos o acero lo va a decidir el mercado'. El
'mercado' -ayudado por la picana, los vuelos de la muerte, el
genocidio, los golpes de Estado hiperinflacionarios, la legitimación
de la deuda, el dejar hacer de Alfonsín y la contrarrevolución
menemista-cavallista- determinó que no produzcamos mas acero -ni
camiones- sino torta de soja, lo demás se lo compramos a Brasil, o a
los EE.UU., o a la UE, o a China. Países que le dejan los caramelos
a los niños.
(1) Malena Gainza - La Nación-10-12-03
(2) Héctor Huergo comunicación al diputado nacional Mario Cafiero
11-03
(3)Indec cifras del censo agropecuario publicadas en 2003
(4) Clarín Rural 6-12-03 pag. 8
(5) Héctor Huergo en Clarín Rural 11-03, en respuesta a nuestro
artículo de Enfoques Alternativos, Nº 19
(6) solo como ejemplo baste señalar que por cada hectárea de monte
frutal levantado para sembrar soja se pierden aproximadamente 70
empleos. (Ing. Agr Adolfo Boy, comunicación al GRR)
(7) Palabras de un productor de soja cordobés al autor.
(8) Marcos Giménez Zapiola. Clarín 8-11-03
(9) Citado por Jorge Rulli, en Rafaela Pcia., Santa Fe. 11-03
(10) Gustavo Grobocopatel -Clarín Rural 23-03-02
(11) Clarín Rural 13-12-03 -pag 4.
(12) Norma Giarracca. Le monde Diplomatique. 5-03- Nº 47
(13) Clarín, 8-02
* Alberto J. Lapolla es Ing. Agrónomo, genetista. Miembro del Grupo
de Reflexión Rural
https://www.alainet.org/pt/node/109110?language=en
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